Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- El gobierno de los Estados Unidos ha empleado todo su arsenal político contra Cuba y solo repite las mismas acciones porque ya no tienen capacidad para inventar nuevas acciones, así se puede comprobar repasando la historia de los últimos 60 años.
El manipulado tema migratorio y la guerra económica son recurrentes cada año, y hoy se percibe la misma política seguida desde 1960 cuando estimularon las salidas ilegales, posterior al rompimiento de relaciones diplomáticas, unido a la execrable Operación Peter Pan; la estrategia esbozada por el Departamento de Estado con el propósito macabro e inhumano de “enajenar el apoyo interno a la Revolución a través del desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las dificultades económicas con el fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Nada ha cambiado desde entonces.
Hoy se puede constatar la intención de elevar las dificultades económicas para que el pueblo se lance a las calles y culpar al sistema socialista de sus males, cuando el recrudecimiento de la guerra económica se hace patente en cada actividad comercial y financiera ejecutada por Cuba, incluida una campaña mordaz contra el turismo, la solidaridad médica, las inversiones extranjeras, la compra de petróleo y piezas de repuesto para la industria y el transporte.
El cierre premeditado del consulado yanqui en La Habana se suma al incremento de las tensiones, lo que provoca las salidas del país por cualquier vía posible, ante las que Estados Unidos mantiene la Ley de Ajuste, a la vez que presiona a otras naciones del área para que impongan cada día más y más requisitos a los cubanos que desean viajar a otros países.
Repasando la historia, se comprueba lo que hicieron los yanquis en febrero de 1982, cuando el Departamento de Defensa diseñó varios escenarios, de conjunto con sus fuerzas armadas, especialmente sobre “posibles conflictos” para los que militares yanquis deberían estar preparados, ante una probable “acción irracional” ejecutada por Cuba.
Aquel borrador elaborado lo titularon: Guía para la planificación de la defensa, el cual incluyó el supuesto escenario siguiente:
“La creciente crisis interna en Cuba, abre la perspectiva de un cambio positivo a corto plazo. La endeble situación política interna cubana, probablemente genere nuevos retos a la política de los Estados Unidos. Por consiguiente, nuestros programas deben proveer capacidades para enfrentar una diversidad de contingencias en Cuba, que puede incluir un intento de repetición del éxodo del Mariel, una provocación militar contra Estados Unidos o un aliado de este, o la inestabilidad política y un conflicto interno en la Isla”.
Es el trasnochado sueño yanqui de provocar el derrumbe del sistema socialista que tanto odio les causa.
Unos días después de aquel mismo mes de febrero, el representante Robert Torricelli presentó en la Cámara de Estados Unidos su proyecto de Ley de Democracia Cubana, que tiene como objetivo fundamental aislar totalmente a Cuba del entorno económico internacional y hacer colapsar su economía. Sus disposiciones son profundamente extraterritoriales y constituyen una flagrante violación de las normas internacionales que rigen la libertad de comercio y navegación.
La pretensión yanqui era endurecer más la guerra económica, comercial y financiera contra el pueblo cubano, al incluir el castigo a terceros países por comerciar con Cuba y así provocar el estallido social interno.
Al analizar lo que intentan hacer ahora, vemos que es una copia de esas estrategias políticas pero con mayor énfasis en la conformación de una llamada “oposición”, para la cual seleccionaron el sector cultural, como fue el caso del engendro San Isidro con fabricados “artistas independientes”, financiados y respaldados por el Departamento de Estado y su representante de la embajada en La Habana.
Para esto, trabajaron con la artista plástica Tania Brugueras, vieja ficha al servicio de sus intereses, la cual organizó el plantón ante el Ministerio de Cultura en noviembre 2020 y arrastró a varios artistas reconocidos a base de supuestas violaciones de los derechos humanos.
Esto estuvo respaldado por una fuerte campaña de prensa para satanizar a las autoridades cubanas, rebatida por las propias imágenes colocadas en Internet por los integrantes de San Isidro, donde se evidencia la baja catadura de sus principales cabecillas y las violaciones a la ley que no tienen visos políticos y si delictivos.
A ese conato que no tuvo ningún apoyo popular, le siguió la actuación del actor de teatro Yúnior García, seleccionado un año atrás por agentes indicadoras de la CIA durante visitas a La Habana, en busca de artistas con algún liderazgo en el medio, quien se mostró muy activo en tratar de mantener vivo el grupo del 27N.
Las redes sociales sirvieron de base a la estimulación a los actos del 11 de julio 2021 y los hechos vandálicos cometidos. El pueblo salió nuevamente en defensa de la Revolución, como lo hizo antes en 1994 y la frustración volvió a hacerse patente en las mentes calenturientas de los yanquis.
No obstante, se la jugaron con la ficha de Yúnior, orientándole crear un nuevo grupo al que denominó Archipiélago para convocar otras provocaciones callejeras, algo que se esfumó en un abrir y cerrar de ojos sin el menor respaldo popular. Previendo ese descalabro, la embajada de España en Cuba sirvió como elemento de apoyo para la salida del país de Yúnior, estampándole un visado turístico incluso antes de la supuesta marcha.
Estados Unidos solo tiene como arma efectiva la guerra económica, comercial y financiera contra Cuba, por eso el actual presidente mantiene las sanciones aplicadas por su antecesor, porque la estrategia anticubana no tiene partidos políticos, es una línea trazada para hacer fracasar al socialismo a todo costo, lo que no han podido materializar en 60 años a pesar de las penurias a las que someten a los cubanos, porque como afirmó José Martí:
“El triunfo es de los que se sacrifican”.