Gerardo Moyá Noguera*.- Somos revolucionarios porque luchamos por nosotros y por los demás. Creo que queda muy claro cuando escribo "los demás". Hoy me envían una boda celebrada en La Habana, Cuba, entre dos hombres, dos seres  humanos. Sabemos que el amor no tiene color ni mucho menos lleva  implícito  odio alguno.


Los que son capaces de  odiar son todos aquellos que ven a sus semejantes tal como monstruos indeseables y además este odio que llevan dentro de sí mismos no van allá de sus narices. Los esbirros, contrarrevolucionarios, mercenarios, son así.  Odian todo aquello que no es como ellos querrían que fuese. El odio, engendra odio, no lo olvidemos nunca. Odio misterioso e implacable: el odio del que envidia  una superioridad de espíritu  y una largueza de corazón que no posee.  El odio del que no inspira simpatías. El odio del mezquino al generoso es un odio grande. Solo son indignos de lástima los que siembran a traición incendio y muerte por odio a la prosperidad ajena. El odio no construye, solo destruye y los cubanos bien lo saben. el amor, señores y señoras, es  el modo de enseñar y el centro del mundo. 
 
 
Presidente de la Casa de Amistad Baleares-Cuba
 
 
 
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