Gerardo Moyá Noguera*.- Celia, simplemente Celia. Recordemos que el 11 de enero de 1960 Celia se nos fue físicamente de este mundo (e.p.d.). Nunca jamás la comunicación entre Celia y Fidel Castro decayó ni un instante.
Hart, ex combatiente, dijo de ella: "Este fue uno de los hechos más tiernos, hermosos, humanos y revolucionarios de toda la historia de Cuba" y así es. Celia, modesta y tierna impulsó legislaciones de seguridad social para las trabajadoras cubanas, además de incorporarlas al estudio y al trabajo. Desde que desembarcó el Granma, Celia estuvo siempre en primera línea junto a Fidel y sus rebeldes revolucionarios. Fue además combatiente en la clandestinidad, o sea, en Los LLanos, donde siempre estabas expuesto a ser detenido y torturado. Celia fue la mujer que incorporó a la guerrilla rebelde los primeros campesinos y por supuesto siempre la primera en empuñar el fusil. Celia, según mi opinión, llevaba consigo en su interior el fuego de la libertad y el ansia del martirio, que por cierto, no calientan con más viveza el alma del hombre que la de la mujer cubana. En Cuba, Celia está siempre en lo más alto del pedestal de la libertad y su corazón está en todas la mujeres cubanas.