Es conocido que la política mantenida por Estados Unidos contra Cuba, es la de sembrar una matriz de opinión internacional para que la gente se crea que la Revolución cubana “es un “estado fallido que viola los derechos humanos”, como un castigo imperial al no poder doblegar la voluntad soberana del pueblo de ser independientes de Washington.


Para lograr sus objetivos, a pocos meses del triunfo de 1959, la CIA diseñó la Operación Mockingbird, siendo su responsable Frank Wisner, integrante de su Dirección de Planes. El método empleado fue reclutar a un grupo de reconocidos periodistas de importantes órganos de prensa, con el fin de difundir internacionalmente informaciones manipuladas, para crear opiniones desfavorables que posibilitaron a la CIA conformar campañas de prensa contra Cuba y justificar las sanciones.

El ex oficial CIA Philip Agee declaró que desde finales de los 50 e inicios de los 60, el ámbito de la prensa era una de las prioridades de las estaciones de la CIA ubicadas en terceros países, con el objetivo de potenciar o soslayar la cobertura de informaciones de su interés.

Nada ha cambiado desde entonces y sus acciones siguen la misma línea, al igual que mantienen la guerra económica, comercial y financiera desde hace 64 años.

Una muestra de ello es la rápida condena a Cuba de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE), a solo escasos días de la muy divulgada noticia sobre la protesta acontecida el pasado 6 de mayo 2023, en la localidad de Caimanera, provincia de Guantánamo, donde un pequeño grupo de vecinos demandaron al gobierno ante la falta de electricidad, instigados por tres o cuatro ciudadanos que en estado de embriaguez alcohólica alteraron el orden.

 

Esos ciudadanos fueron conducidos a la estación de la policía, sin represión con gases ni porrazos, como acostumbra hacer la policía en países del llamado “mundo libre”, sin que la CIDH y la RELE los condene, como ha sucedido en Perú ni en Chile, donde han muerto 60 peruanos en solo 5 meses, más miles de heridos y centenares de detenidos sin causas legales establecidas, allanamientos de las sede universitarias, locales sindicales y viviendas particulares, sin que esas organizaciones o la prensa “libre” los critique y condene.

Ahora esos “preocupados” por los derechos humanos condenan a Cuba, por la inventada “criminalización selectiva” de cubanos que protestan contra el gobierno, divulgada por periodistas al servicio de la CIA.

Como parte del show mediático fabricado, ahora los “preocupados” recuerdan que “la protesta social, que incluye el derecho a la libertad de reunión pacífica y sin armas, libertad de asociación y libertad de expresión, es una herramienta fundamental en la defensa de la democracia y de los derechos humanos; y el Estado está obligado a respetar, proteger, facilitar, y garantizar estos derechos”.

Hipócritas que no dicen una palabra contra el gobierno de la golpista de Perú, que reprime salvajemente las protestas de los trabajadores, campesinos, estudiantes y amas de casa, con el empleo de gases, chorros de agua y porrazos a diestra y siniestra, no acepta la libertad del pueblo a expresar su desacuerdo por el ilegal encarcelamiento del presidente campesino, ni respeta ningún derecho humano.

Tampoco esas organizaciones creadas y financiadas con dinero yanqui, condenaron el ilegal golpe de Estado en Bolivia, dirigido por la embajada de Estados Unidos en ese país y apoyado por la OEA, prueba de la manipulación mediática a través de las operaciones de la CIA.

Lo mismo hacen los yanquis en Europa con el Parlamento Europeo y el denominado Observatorio Cubano de los Derechos Humanos con sede en Madrid, dirigido por una veterana colaboradora de la CIA, que condenan a Cuba mientras ignoran las brutales represiones contra las continuas protestas del pueblo francés, alemán, holandés y de otros países europeos, para exigir mejoras laborales y sociales.

Contra la llamada Ley Mordaza en España, promulgada para coartar la libertad de expresión, ni una sola crítica o condena al gobierno, ese que encarceló y sancionó a un joven rapero por cantar una canción que hablaba de la realidad española.

El mundo debe conocer la verdad de los planes y acciones ejecutados por el gobierno de Estados Unidos para derrocar a la Revolución cubana, esa que no toleran porque como dicen sus documentos secretos, no es aceptable para ellos.

 

Por qué la llamada prensa libre de Estados Unidos y los periodistas “especializados” en América Latina, no informan lo que dicen los planes yanquis, como el denominado “Plan para una transición pacífica en Cuba”, aprobado en el 2004 por el presidente George W. Bush, donde se afirma:

“Llegar a la juventud cubana representa una de las oportunidades más significativas para precipitar el fin del régimen. Esta generación tiene el vínculo más débil con la Revolución, su apatía y descontento son endémicos. Continuar aislando al régimen castrista al mismo tiempo que se da apoyo a la oposición democrática y se potencia a la emergente sociedad civil”.

Debería esa prensa “libre” dar a conocer al mundo los miles de millones de dólares aprobados por Estados Unidos, para sostener a cientos de grupos creados por ellos, para socavar la estabilidad en Cuba. También deben divulgar el informe del senador Carl Meacham, de 2011, donde se reconocen las acciones y planes subversivos que acomete el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, al señalar:

El Departamento de Estado ha entrenado a periodistas en varios países, para que aumenten su capacidad de diseminar rápidamente la información precisa sobre acontecimientos y asuntos importantes. Se han invertido grandes esfuerzos en Cuba, el único país que en estos momentos censura activamente el contenido de la política de Estados Unidos”.

Por qué razones esos periodistas especializados en los temas cubanos y de Latinoamérica, no divulgan que el 23 de enero del 2018, el Departamento de Estado yanqui creó el “Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba”, solo para alterar el orden interno en la Isla Cuba, bajo las directrices del presidente Donald Trump, en su memorando presidencial del 16 de junio del 2017.

Con qué moral la CIDH y la RELE, le van a exigir a Cuba que “debe abstenerse de aplicar bloqueos arbitrarios, totales o parciales, y ralentizaciones de internet, con el fin de controlar o limitar la difusión de información, en contravención de estándares internacionales de derechos humanos”.

Quienes violan los estándares internacionales y los reglamentos de las telecomunicaciones, son precisamente los Estados Unidos, que han creado emisoras radiales y televisivas para invadir el espectro radioeléctrico cubano y sufragan las acciones subversivas  en las redes sociales, como sucedió en el intento de golpe blando el 11 de julio 2021, cuando desde el Norte se ejecutó una campaña mediática por medio de los hashtags #SOSCuba, #SOSMatanzas y #PatriayVida,unido a las transmisiones en vivo a través de Facebook Live, para  desencadenar un plan preconcebido con el fin de desestabilizar el orden interno en la Isla y provocar un cambio de sistema.

 

Esos ataques obligan a Cuba a defenderse y cortar la estrategia de sus enemigos que emplean las redes sociales.

La llamada “prensa libre” no divulgó que la etiqueta #SOSCuba del 5 al 8 de julio 2021 tuvo 5,000 tuits. El 9 de julio 100,000; el 11 de julio, 1,5 millones; y el 12, dos millones, unido a las acciones ejecutadas al unísono por WhatsApp, Signal y Telegram, para convocar a los desórdenes.

Del 12 al 19 julio se intensificaron los ciberataques y afectaron la disponibilidad de sitios web gubernamentales y medios de prensa nacionales. Cuba conoció que la primera cuenta que usó el hashtag #SOSCuba en Twitter, se hizo desde España, no desde Cuba, y publicaron unos 1,300 tweets, con una automatización de cinco retuits por segundo (granjas de bots y trolls).

Más de 1,500 cuentas de las que participaron en la operación con la etiqueta #SOSCuba, fueron creadas entre el 10 y el 11 de julio, cuentas falsas que usaron los hashtag, robots y falsas informaciones difundidas, sin pudor ni límites.

Por esa razón la CIDH y la RELE quieren que Cuba no bloquee Internet cuando los laboratorios yanquis inician sus ataques.

La estrategia está expuesta desde el 2012 durante un evento efectuado por la Fundación Heritage y Google Ideas, en el cual el senador Marco Rubio expresó:

El sistema totalitario cubano podría derrumbarse, si todos los cubanos tuvieran libre acceso a Internet, pues Cuba seguiría la misma suerte de aquellos países que pasaron la Primavera Árabe”.

Cuba tiene todo el derecho y la necesidad de defenderse de los ataques que Estados Unidos organiza y ejecuta desde 1959, con el objetivo de provocar una rebelión popular encabezada por la juventud, sueño que nunca han podido lograr.

Razón la de José Martí cuando expresó:

“Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas».

 

 

La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación.

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