Rosa Miriam Elizalde - Cubaperiodistas.- Palabras en la despedida de duelo de Iroel Sánchez, en la Casa de la Amistad, el 19 de mayo de 2023.
Con infinita tristeza despedimos a Iroel Sánchez.
Tenía un nombre inconfundible. Nadie se llamaba como él y nadie se le parecía. De haber vivido hasta el 12 de septiembre de 2023, hubiera cumplido 59 años. Se fue absurdamente antes, y lo peor es que no lo esperábamos, ni nosotros, ni él, que en sus últimas horas pidió a sus hijos que pagaran la cotización del Partido para regresar al trabajo sin deudas e hizo planes para los nuevos programas de La Pupila Asombrada a los que regresaría. Dos días antes de entrar al hospital, del cual no salió con vida, conversamos largamente de la próxima edición del Coloquio Internacional Patria, y planeamos las conferencias que él no se perdería en marzo de 2024.
Iroel vivía, militaba y escribía con el “optimismo de la razón y de la voluntad” del que hablaba José Carlos Mariátegui. Ese era su estado de ánimo habitual al que habría que agregarle otro componente de su existencia: una fe absoluta en el pueblo y en la capacidad transformadora del ser humano, que provenía de su gran pasión por las ideas y por la obra de Fidel.
Discutir con Iroel era un ejercicio arriesgado, porque sus análisis no solo eran sostenidos por una gran cultura, sino por una sensibilidad política que, junto con su animo espadachín, propinaba una estocada impecable y fulminante a cualquier desliz ético o ideológico. Nuestro amigo común, Carlos González Penalva, ha recordado hoy que “Iroel es, ante todo, un patriota. En sentido gramsciano, es un patriota de Partido.”
Recuerdo hace unos años un debate entre amigos sobre qué era ser de izquierdas, el cual empezó a tomar una deriva paternalista. Iroel cerré la discusión con un “oye, no somos de izquierda ni comunistas por generosidad, ni por piedad, ni por compasión, sino porque antes de poder tomar partido por una causa hacemos de ella nuestra propia causa, y como el Che ponemos el pellejo para demostrar nuestras verdades”.
Y él lo hizo. Su mayor orgullo fue haber cumplido misión internacionalista en Angola. En la imagen que aparece en la portada de su cuenta en Facebook se le ve, veinteañero, vestido de camuflaje sobre un camión de guerra en Longa, una aldea a mitad de camino entre Menongue y Cuito Cuanavale. Tres niños africanos lo escoltan en franca camaradería, y si nos fijamos bien vemos en costado de la fotografía los juguetes que Iroel y sus compañeros regalaron a los pequeños, hechos con latas de conserva vacías, puntillas y palos de monte. Allí recibió, por su heroísmo, las medallas “Por la Defensa de Cuito Cuanavale”, la de “Combatiente Internacionalista de Primera Clase”, la de “Servicio Distinguido de las Fuerzas Armadas Revolucionarias” y otras.
Después vino su trabajo en la UJC, la dirección de la Casa Editora Abril en los años de la Batalla de Ideas, que lo llevó a la presidencia del Instituto Cubano del Libro y del Comité Organizador de la Feria Internacional del Libro de La Habana, la fundación de la revista cultural digital La Jiribilla y la gestación de la Red En Defensa de la Humanidad. En años más recientes, fundó la enciclopedia digital Ecured, colaboró con decenas de publicaciones y creó el blog La pupila insomne, del cual derivaron dos libros, más el programa de televisión La pupila asombrada, la peña La pupila afilada y los proyectos con Cubadebate: Con Filo y Cuadrando la Caja.
Fue un trabajador infatigable, un revolucionario ejemplar, el hijo de Nery, el esposo de Cuqui, el papá de Rubén y Javier, el compañero inolvidable de todos nosotros, el cubano admirado y querido por sus contemporáneos. Dicho esto último así parecería una ligereza, y habrá quien lo interprete como la clásica exageración ante la muerte. Pero no. Hay datos, no opinión: la terrible noticia de ayer ha producido un aluvión de mensajes de pena en las plataformas sociales. Muchos que no lo conocieron personalmente, muchos que sí y que saben qué clase de persona íntegra, honesta, incansable, luminosa era.
Finalmente, compañeras y compañeros, qué dolorosos nos resultan ahora los versos de Rubén Martínez Villena, el poeta comunista y el comunista poeta más admirado por Iroel; esos versos que encabezan su blog que desde ayer se ha quedado mudo:
¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)
Hasta siempre, hermano querido
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