Geraldina Colotti - Resumen Latinoamericano / Cubainformación
En junio, durante el 26 Foro Económico Internacional en San Petersburgo, Rusia, la vicepresidenta Delcy Rodríguez explicó por qué Venezuela ha solicitado unirse a los BRICS, una plataforma de cooperación económica que está ganando peso e influencia tras el reciente ingreso de otros países miembros. El 24 de agosto, al concluir la cumbre de Johannesburgo en Sudáfrica, los cinco portadores del acrónimo –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– decidieron aceptar la candidatura de Argentina, Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, que se unirán al bloque el 1° de enero de 2024.
“Los BRICS – dijo Rodríguez – están diseñando una nueva economía, en busca de un nuevo mecanismo financiero para sus relaciones comerciales, y también nuevas formas de transacciones financieras que reemplacen la hegemonía del dólar”. Un concepto ya prefigurado en su momento por Hugo Chávez, quien diseñó la arquitectura de las nuevas relaciones Sur-Sur, de las que Venezuela fue un actor central, tomando el ejemplo de Cuba.
En palabras de Delcy, se sintió el eco de las pronunciadas por Aristóbulo Isturiz en 2016, cuando como vicepresidente realizó una importante labor de relación con los países BRICS. En este mismo años, en medio del asedio del imperialismo, Venezuela fue sede de la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y Nicolás Maduro recibió de manos de Irán la presidencia pro témpore de la segunda organización más grande después de la ONU.
Luego, cuando el proceso de integración latinoamericano aún no había perdido una rama importante del mismo, como era Ecuador, se habló de una nueva arquitectura financiera y se firmó una declaración conjunta que tenía como núcleo, además de la autodeterminación de Palestina y el rechazo de la práctica de “sanciones”, también indicaciones importantes sobre la libre circulación de inmigrantes, sobre la igualdad social y sobre los derechos de las mujeres. Capítulos también firmados por países de orientaciones y perspectivas completamente diferentes.
En la cumbre de los BRICS, el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, saludó la existencia de una “nueva nación arco iris”, capaz de integrar “su rica diversidad de culturas, lenguas y creencias religiosas” para avanzar “hacia un futuro más justo y sostenible”. El Grupo de los 77 más China, y los BRICS – afirmó Díaz Canel, cuyo país asumió por primera vez la presidencia del G77 – pueden hacer más para construir una nueva arquitectura financiera que libere a los países del sur de las garras de la deuda externa.
Creado en 1964 por los países miembros del MNOAL, al término de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el G77, que concentra el 80% de la población mundial y está formado por 134 estados, es la principal organización intergubernamental de los países en desarrollo de las Naciones Unidas. Su próxima cumbre tendrá lugar en Cuba a mediados de septiembre.
A pesar de su gran diversidad interna, el G77 ha logrado mantener el multilateralismo como principio rector de la cooperación y construir un contrapeso a las principales potencias económicas que integran el G7: Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, y con representación política de la Unión Europea. Si los BRICS se expanden, añadiendo cada vez más países en desarrollo para la construcción de un mundo multicéntrico y multipolar, se convertirán en una considerable fuerza contraria a la hegemonía de la OTAN y las potencias occidentales.
De hecho, los BRICS no sólo aportan el 31,5% del PIB mundial e incluyen alrededor del 41,5% de la población del planeta, sino que también tienen relación con otras alianzas de integración, con las que comparten países miembros en América Latina: desde la CELAC hasta el MERCOSUR, al ALBA. Pero no solo. Los BRICS también tienen relaciones con la ASEAN, la Unión Económica de Eurasia, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) y la OPEP en Medio Oriente y África.
De ello habló Maduro en su discurso a distancia en la cumbre, refiriéndose al posible ingreso al BRICS de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que lo han solicitado, y que garantizarán -dijo- el control del 83% de las reservas certificadas de petróleo del mundo. “De los 23 aspirantes a un posible proceso de ampliación del BRICS – afirmó – siete de ellos, incluida Venezuela, pertenecen a la OPEP, y suministran petróleo para el 77% del mercado mundial”.
Además, agregó el presidente venezolano, siete de los aspirantes al BRICS pertenecen al Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG) que controla el 72% de las reservas mundiales de gas y abastece el 44% del mercado mundial.
Venezuela traería a la organización mundial la mayor reserva petrolera certificada del mundo y recientemente ratificó una solicitud de ingreso que data de 2015. Gracias a la política de integración regional y de relaciones Sur-Sur, llevada adelante en estos 25 años de revolución, la Venezuela Bolivariana proporcionaría una red de relaciones políticas y económicas con los principales mecanismos de cooperación de América Latina y el Caribe.
“Desde Venezuela -dijo el mandatario- unimos esfuerzos para la configuración de una nueva arquitectura financiera que nos permita realizar nuestras transacciones con nuevos medios físico y digitales y con una amplia canasta de monedas nacionales, así como para el acceso a nuevas formas de financiación que contribuya a la recuperación y al crecimiento de nuestras economías”.
Aportes preciosos pero, quizás aún más preciosa, es la experiencia del poder popular que, primero con Chávez y luego con Maduro, acompañó la experiencia de las cumbres, alimentando propuestas y exigiendo que se concreticen más allá de la retórica de las declaraciones y de los compromisos geopolíticos. Una experiencia que, con Cuba, ha dado el ejemplo de relaciones igualitarias para compartir no lo que sobra, sino lo que uno tiene, y ha indicado el camino hacia un cambio estructural para los sectores populares, que sólo el socialismo puede lograr.
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