Ana Hurtado - Original en Cubadebate y Cuba en Resumen / Resumen Latinoamericano / Cubainformación
Hay sentimientos que son indisociables de los seres humanos. No importa el lugar, el momento histórico ni la edad de estos. Siempre estarán ahí. Es algo que, a pesar de los intentos de la mujer y el hombre por la mejora de su especie y por el progreso, no ha logrado aniquilarse.
Las personas estamos dotadas de grandes valías: el amor, la compasión, el altruismo, la dignidad… todas ellas se ven desde la familia, se aprenden a tu alrededor, y se trabajan para conservarlas. El sistema socialista las pone en el centro de su tarea para que pueda surgir un hombre nuevo, libre; despojado de sus cadenas.
Pero todo claro tiene su oscuro. ¿No es así como dicen?
A pesar de todas esas cosas buenas que albergamos, también existen sentimientos y actitudes completamente opuestas que destruyen personas, sociedades y naciones. Como son la frustración y el odio. No dejan vivir. Te arrinconan, te ciegan y te vuelven un ser humano disfuncional.
Hemos podido observarlo recientemente los días pasados en los Estados Unidos.
Empecemos por el principio:
ONU, Nueva York, la presencia de Cuba, la solidaridad de sus amigos, la visita del presidente Miguel Díaz Canel y su equipo a diferentes lugares importantes y con diferentes personalidades, la continuación del legado de Fidel dentro del país que tiene bloqueada a Cuba. Cuba en Nueva York con el arma más poderosa del mundo: la palabra.
Nadie puede atreverse a negar que fue un éxito rotundo. Lo miremos por cualquiera de sus aristas, lo fue.
Yo he visto actos de valentía a lo largo de mi vida. Llevo todos mis años viendo gente luchadora, gente comprometida con la injusticia, supervivientes en mi país, momentos históricos de Fidel. Pero lo que observé el otro día en las calles de Nueva York me cortó la respiración. Ver al presidente cubano salir por las calles de Nueva York y unirse al grupo de gente que gritaba por la suspensión del bloqueo, estar allí con ellos, con la frente alta, sin miedo… es algo que pasará a la historia.
Era ver a Fidel allí, entre todos ellos.
Y lo vimos todos. La comunidad internacional lo vio. A Cuba querida y aclamada allá por donde pasa.
Entonces, como siempre, días después y con la cobardía que siempre les ha caracterizado, aparecieron aquellos que no duermen por las noches. Los que no viven, no respiran, no sueñan. Los que no disfrutan de la vida. Los que se mueven por una frustración continua que lleva años aniquilándolos por dentro (y por fuera). No podemos negar que los malos sentimientos, las malas artes y la perversidad destruyen. Basta con echar un vistazo a los rostros de los terroristas Posada Carriles y Orlando Bosch en sus últimos años de vida.
Los de ahora no se diferencian mucho, o nada. Llevan años intentando atentar contra un pueblo, el que les dio la vida, la educación, la cultura y la identidad. De todo tipo de formas: apoyando el bloqueo, anexionándose a la derecha mundial; con atentados terroristas.
¿Han conseguido algo? No. Solo mostrarse al mundo en cada intentona fallida como aquello que son. Gente que da patadas de ahogado. Gente que no supera una verdad, gente que muerde la mano que le da de comer para besar la bota de un imperio que cuando le de la gana los ha pisado, los pisa y los seguirá pisando.
El atentado que hicieron en la Embajada de Washington fue la culminación de tanto odio y frustración que estos anticubanos tuvieron contenidos en estos días.
Ellos, para hacerse notar tuvieron que dejar, su nota de hedor. No podía ser de color. El que se mueve en cloacas reproduce lo que “mama”.
Sinceramente es algo de lo que no nos sorprendemos. Han sido tantos los atentados a Cuba. Ha sido tanta la impunidad que estos criminales han tenido por parte de los Estados Unidos. Es tanta la impotencia que albergan. ¿Se puede vivir una vida con tanta impotencia? Se puede vivir, claro que se puede vivir. Igual que viven los buitres y las hienas que se alimentan de la carroña. Ya, que eso sea vida, es otra cosa.
Es el gobierno de Estados Unidos el responsable de que este terrorista que cometió el acto no esté en estos momentos preso. ¿Dónde está? ¿Todavía lo están buscando? ¿Es esto una película de Groucho Marx?
Estados Unidos tiene a Cuba en su lista antojadiza de países patrocinadores del terrorismo. Y viene un asesino, porque podría haber matado a personas, realiza un atentado contra la sede de la Embajada Cubana, un acto terrorista en la capital de su propio país, y hasta el momento no ha hecho nada.
Hay cosas que no se pueden entender, porque desde luego al gobierno de este país norteamericano, sus masacres a lo largo y ancho del planeta, sus saqueos de recursos naturales, sus abusos y demás “pericias”, no se pueden entender.
Solo acusar y condenar. Y seguir haciéndolo y mostrárselo al mundo y que llegue la voz hasta el último rincón del planeta.
Es una obligación moral de los pueblos, de los seres humanos, de las personas de buen corazón exigir la exclusión de Cuba de esta lista. Esta isla no es más que una víctima durante muchos años de terrorismo y de complicidad de todos aquellos que apoyan y financian en silencio. Esta isla, en lugar de jugar un papel de víctima, se levanta ante el mundo y enseña dignidad. Pone el pecho ante las balas. Y va cada día ante el futuro con valentía.
Cuando es necesitada va a los sitios, responde sin que la llamen.
No podemos pedirle peras al olmo, inteligencia a la rata ni oro al vertedero.
Cada día son más y más los que se unen a la verdad, no solo a esta causa.
El resto, los que odian ¿Qué peor cruz a la espalda que levantarse cada mañana y tener que vivir esas vidas?
Mientras tanto, este pueblo, sigue erguido y librando su soberanía y libertad un día tras otro.
Remember that.
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