Artur González / Heraldo Cubano.- Más de medio siglo lleva Estados Unidos aprobando leyes y sanciones contra Cuba, con el propósito de evitar que su sistema socialista sea un ejemplo para otros países y por tanto hay asfixiarla económicamente. Así lo reflejó en 1999 el Council on Foreign Relations, CFR, en sus propuestas de cómo deben conducirse las relaciones con Cuba para lograr una Transición hacia el capitalismo, donde sin ambages afirma:
“La oposición de Estados Unidos a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
El nudo de leyes que conforman la guerra económica, comercial y financiera contra el pueblo cubano, es amplio y muy difícil de desatar, a pesar de constituir una violación de los más elementales derechos humanos, condenado desde hace 31 años por la Asamblea General de la ONU.
El propósito es lograr que se culpe a la Revolución de las penurias y los cubanos salgan a las calles para derrocar al gobierno, tal como hicieron con las llamadas Revoluciones de Colores en el Medio Oriente.
Ante la resistencia heroica de los cubanos, los yanquis insisten en afectar la economía y ahora apuntan sobre el principal renglón de entrada de divisas, el turismo. Para esto, diseñan campañas de desprestigio respecto a la calidad del servicio en los hoteles y otras artimañas para desestimular a quienes pretendan viajar a la Isla y disfrutar de sus playas paradisíacas, los encantos de sus ciudades coloniales, sus paisajes campestres, la diversidad de las manifestaciones culturales y la seguridad que sienten desde su arribo al país.
A un grupo de youtubers los instruyen para que desplieguen mentiras sobre la situación en Cuba e incluso incitan abiertamente a no viajar y hacer un cierre total de las visitas.
La acción más reciente la acaba de ejecutar el propio Departamento de Estado, a través de su embajada en La Habana (cuartel para la subversión política y él espionaje) quien publicó hace pocas horas en X, antes Twitter, un mensaje que dice textualmente:
“Debido al aumento de las tensiones en Cuba y en varios lugares del mundo, el potencial de ataques terroristas, manifestaciones o acciones violentas contra ciudadanos e intereses estadounidenses, el Departamento de Estado aconseja a los ciudadanos estadounidenses en el extranjero que tengan mayor precaución”.
Añade la nota:
1- Mantenerse alerta en lugares frecuentados por turistas y lugares comúnmente utilizados para manifestaciones.
2-Registrarse en el Programa de Inscripción de Viajero Inteligente (STEP) para recibir información y alertas y facilitar su localización en caso de emergencia en el extranjero.
3- Seguir al Departamento de Estado en Facebook y X.
“El Departamento de Estado recomienda a los viajeros tener precaución en la Isla debido a la delincuencia. Los delitos menores son una amenaza para los turistas en Cuba. Además, a veces ocurren sucesos violentos, incluidos robos a mano armada, homicidios y agresiones sexuales”.
Terminan su nota de miedo y terror:
“La Embajada de los Estados Unidos en La Habana está operando con personal reducido y los viajes del gobierno de los Estados Unidos, fuera del área de La Habana, requieren un proceso de permiso especial que puede afectar la capacidad de la Embajada para brindar asistencia de emergencia a los ciudadanos estadounidenses en Cuba”.
Vergüenza debería darles lanzar esta falacia, pues en Cuba no existen tensiones ni se agrede a los estadounidenses. En su país sí peligra la vida de sus ciudadanos y visitantes, debido a los constantes tiroteos que causan decenas de muertos cada mes, incluidos menores de edad, los asaltos a mano armada, el uso de las drogas y el robo en viviendas y centros comerciales, publicado todos los días por sus cadenas televisivas y diarios locales.
Está bien claro que el fin perseguido es desestimular el turismo y cortar la entrada de dinero a Cuba, a las puertas del inicio de la temporada alta y por eso sus acciones mediáticas en revistas especializadas de viajes, donde exponen que “Cuba es el destino más rezagado en cuanto a la recuperación de turistas, en plena temporada alta de este sector”.
Sus mensajes subliminales, hacen hincapié en que Costa Rica, Cancún, República Dominicana y Jamaica son los destinos que más han aumentado su conectividad y su demanda turística en esta temporada alta, con la pretensión de estimular a los lectores a viajar a esos países.
En ese sentido, Carlos Cendra, director de Marketing y Comunicaciones de Mabrian Technologies, señaló que la conectividad de Cuba con el mercado norteamericano se ha reducido más del 22%, reflejo del resultado de las medidas yanquis contra Cuba.
Un evidente ejemplo de sus maniobras para incrementar la guerra económica y afectar la entrada de dinero, es el anuncio de Washington de sancionar con restricción de visas, a los propietarios, ejecutivos y altos funcionarios de las empresas que ofrecen vuelos chárters a Nicaragua desde Cuba, bajo el pretexto de que sus pasajeros son posibles ingresantes ilegales a los Estados Unidos.
Al respecto, Brian Nichols, subsecretario de Estado para asuntos del hemisferio occidental, declaró que “la política de restricción de visas a esos directivos, es una de las varias acciones en curso para poner fin a la práctica abusiva y para proteger a los migrantes”.
Como es costumbre en su política del garrote, los yanquis amenazan y atemorizan a quienes no cumplan sus órdenes.
La Habana y Managua tienen un convenio de libre visado, situación aprovechada por los cubanos que no obtienen visas para visitar o emigrar a los Estados Unidos y encuentran como única vía la entrada ilegal, respaldados desde 1966 por la Ley de Ajuste Cubano, que favorece a los cubanos para obtener la residencia legal a los 366 días de haber llegado a ese país.
La verdad escondida tras esas acciones de represalias, sale a flote cuando varias publicaciones señalan:
“Los pasajes con destino a Nicaragua suelen ser objeto de especulación y reventa, por lo que sus precios han superado los cuatro mil dólares en más de una ocasión.
No hay que ser muy avezado en política para comprender que todo es parte del diseño contra la entrada de dinero fresco a la Isla y endurecer las sanciones contra el pueblo que soporta, hace 64 años, la guerra económica, comercial y financiera más longeva de la historia de la humanidad, desde el 3 de julio de 1960 cuando el Congreso de los Estados Unidos aprobó la cancelación de la cuota azucarera cubana.
El 19 de octubre de ese año, el presidente Dwight Eisenhower le aplicó a Cuba la Ley de Comercio con el Enemigo, prorrogada anualmente, que impone sanciones económicas contra naciones extranjeras, mediante la prohibición, limitación o regulación de las transacciones comerciales y financieras, con países hostiles en tiempos de guerra o durante cualquier otro período de emergencia nacional declarado por el presidente. En ese momento, solo se permitió la exportación de alimentos, medicinas y algunos artículos que requerían licencias especiales.
El vicepresidente Richard Nixon describió dicha política como “una cuarentena total, económica, política y diplomática contra Cuba”.
Más de lo mismo, sin que puedan lograr sus viejos sueños de poseer la fruta madura que debe caer en sus brazos.
Por eso José Martí alertaba:
“Los peligros no se han de ver cuando se les tiene encima, sino cuando se los puede evitar. Lo primero en política es aclarar y prever”.
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