Cristóbal León Campos - Cubainformación.- Hoy se habla de que la lectura no se limita a lo escrito en un texto ni se cierra únicamente alrededor de los libros, sino que refleja un amplio espectro de la realidad social y humana, siendo posible leer más allá de los libros e interpretar las realidades en las que vivimos a través de elementos simbólicos, pero también de la materialidad en la que se vive, y así la lectura de los tiempos humanos se convierte en la interpretación del contexto y los procesos socioeconómicos y culturales que dan forma a nuestras sociedades. Y creo que esto último es lo que han realizado los hombres y mujeres cuya obra intelectual y artística ha trascendido generaciones para presentársenos en la actualidad como miradas vivas en las que podemos reflejarnos sin importar la distancia temporal de su creación.
Esta insigne grandeza intelectual es la que hace resaltar y mantenerse vigente a José Martí, prócer cubano que dio su vida por la liberación de su Patria, y al hacerlo nos dio sentido e identidad a las y los nuestroamericanos que hoy habitamos las repúblicas hermanas fundadas bajo la luz emancipatoria del coloniaje opresor y de la multiplicidad de imaginarios que se manifiestan en el devenir de las culturas originarias y autóctonas que explican esa raíz diversa, pero común. Martí supo interpretar las señales visibles y ocultas de nuestras sociedades, ese crisol de voces, culturas, ideologías y realidades concretas, específicas, pero generales, a las que dio forma en su magistral ensayo “Nuestra América” (1891), y desde el cual nos advierte de la grandeza de los retos y la riqueza futura si sabemos cómo unir aquello disuelto por los mezquinos intereses imperialistas y colonialistas de la soberbia vestida de “libertad”.
El intelectual cubano Roberto Fernández Retamar, uno de los más avanzados estudiosos de la obra de Martí, escribió en su ensayo “¿Qué literatura funda Martí?” (2021), que de la lectura histórica y contextual realizada por el prócer surge la toma de conciencia de la época que no se limita a la literatura, sino que la reconoce como parte y reflejo de lo social, para así dar sentido y explicación a lo que acontecía y aún transcurre, Retamar nos dice: “No cabe duda de que a José Martí correspondió encabezar esta época que aún vivimos, la historia contemporánea de nuestra América, en sus combates, en sus ideas, en sus letras. Se trata de una época que se abrió alrededor de 1880 y en la que se halla hoy el conjunto de la América Latina y el Caribe: la época del imperialismo y de la liberación”.
Martí, tan apasionado por la literatura y las artes como del bienestar humano, comprendió la complejidad de los tiempos y avizoró el despertar de las identidades nuestraamericanas en un contexto adverso, en el que el imperialismo desarrollaba lo peor de sí y donde el colonialismo de viejas potencias económicas seguía devorando fronteras y negando a los pueblos su derecho de vivir, las letras de Martí no encontraron separación de razón ni de belleza, sino que nutrieron al Modernismo y mucho más, sin caer en el desprestigio estético, pero reclamándonos el compromiso más allá del papel y los discursos. Su obra es la lectura de su tiempo y la del futuro que ya anunciaba sus claroscuros, en el que solamente la unidad y la libertad podrán dar pie a la grandeza y plenitud de nuestras repúblicas hermanas de sangre, cultura e historia. Hoy, la obra martiana es una aliada para la lectura de las circunstancias complejas que afrontamos en nuestra América y el mundo…
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