Artur González / Heraldo Cubano.- Los países que deciden ser libres y soberanos deben pagar un alto precio impuesto por la superpotencia imperialista, la que decide por su libre albedrío, quién viola o no las libertades que ellos le imponen al mundo, bajo el principio de: “Haz lo que digo, pero no lo que hago”.


Por esa razón Cuba aparece en cuanto listado de violaciones fabrican los yanquis, pues estar es sus listas negras les garantiza sancionarla y apretar las tuercas que impidan su desarrollo económico, como propuso en 1960 el ex subsecretario de Estado, Lester Mallory:

[…] “La única forma posible de hacer que el gobierno pierda el apoyo interno, es provocar la desilusión y el desaliento, a través de la insatisfacción económica y las dificultades. Deberán ser utilizados inmediatamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica…”

Las recientes listas publicadas por el Departamento de Estado, son la de países con las formas más severas de tráfico humano, “cuyos gobiernos no cumplen con las normas mínimas y no están haciendo esfuerzos suficientes para cumplir con la protección a víctimas de tráfico”.

¿Pero de qué acusan a Cuba sobre ese tema?

Nada menos que del programa de ayuda médica a países que carecen de personal calificado y contratan a los cubanos para salvar vidas y prevenir enfermedades curables, labor que no hacen los médicos yanquis a ningún precio, porque no aceptan ir a la selva de la Amazonía ni a las de África.

La campaña iniciada desde hace años por la mafia terrorista anticubana de Miami y sus testaferros en el Congreso de Estados Unidos, presiona groseramente a los políticos yanquis para que sancionen a Cuba y así cortarle la entrada de divisas que ayuden a la economía nacional. Está comprobada la búsqueda constante del monto de dinero que cada país paga por contratar al personal cubano de la salud, sin importarle las consultas especializadas que brindan, las operaciones complejas, los partos y la rehabilitación de millones de pacientes que agradecen eternamente ese servicio, en el que prima ante todo salvar vidas y no el dinero.

El intento reciente por cortar esa entrada de dinero, es un programa engañoso para los médicos cubanos que han emigrado a Estados Unidos, donde no pueden ejercer su carrera, aunque sean especialistas con títulos de maestrías y doctorados. Ese programa plantea que le podrían revalidar sus títulos sin someterse a los requisitos de volver a estudiar y examinarse, siempre que acepten ir a los países donde están los médicos internacionalistas cubanos, pagándoles salarios elevados y así impedir que Cuba adquiera dinero fresco que emplea en los programas sociales para el pueblo.

Una prueba de que la asfixia económica de Cuba es lo que les interesa a los supuestos “benefactores” yanquis.

Está de más explicar que en ese listado sobre la trata de personas, solo aparecen Venezuela, Rusia, Irán, Afganistán, Nicaragua, Bielorrusia y China, nada casual porque son los que no se arrodillan ante los yanquis.

Al carecer de elementos sólidos para incluir a Cuba en esas espurias listas, han acudido a acusarla de fomentar el supuesto tráfico de personas junto con Nicaragua, por firmar un acuerdo de exención de visados, y a varias aerolíneas que vuelan de La Habana a Managua, por vender pasajes a cubanos que, una vez allí, deciden trasladarse por vía terrestre a la frontera de Estados Unidos. Sin embargo, los demás países latinoamericanos que tienen oleadas de migrantes que llegan a la frontera yanqui, no aparecen en la lista.            

Vergüenza debe sentir el secretario de Estado Anthony Blinken, al tener que jugar ese triste papel y además permitir que congresistas de origen cubano lo emplacen con tonos amenazantes, sin respetar su cargo.

La otra acusación es sobre la Libertad Religiosa. En su reciente informe correspondiente al año 2023, presentado también por Antony Blinken, asegura que las leyes cubanas “son adversas a los creyentes y sus actividades de fe, y se discrimina a grupos no registrados oficialmente”.

Realmente da pena que Estados Unidos tenga que acudir a las mentiras sobre una situación inexistente en la Isla.

¿Cómo pueden acusar a Cuba de no tener libertad religiosa, si es de los pocos países del mundo que ha recibido a los tres últimos Papas, quienes oficiaron misas multitudinarias en plazas públicas de varias provincias cubanas, con total libertad y respeto, sin afirmar que no existe libertad religiosa en la Isla?

La Constitución cubana establece la igualdad ante la ley de todas las manifestaciones religiosas y el derecho de los ciudadanos a profesar el culto de su preferencia.  El Estado reconoce, respeta y garantiza la independencia en ese ámbito.

En la Isla están presentes el cristianismo, católicos, protestantes, la iglesia ortodoxa rusa y griega, el judaísmo, islamismo, budismo, espiritismo, religiones cubanas de origen africano Fe bahaís, y los yogas.

En los últimos años han crecido nuevas denominaciones religiosas y centros ecuménicos evangélicos y protestantes, todas celebran sus cultos sin limitación alguna. Existen más de mil templos y capillas que poseen las casi 60 iglesias evangélicas y protestantes, además de cerca de 3000 casas culto en todo el país. Eso es plena libertad religiosa para los creyentes.

Pero lo que no dice el Departamento de Estado en su informe, es la manipulación con fines subversivos que Estados Unidos pretende hacer con las diferentes religiones en Cuba, para derrocar al gobierno, expuesto en varios documentos oficiales yanquis.

Un despacho de su embajada en La Habana, remitido al Departamento de Estado el 14 de abril de 1959, confeccionado por Daniel M. Braddock, ministro consejero y por James A. Noel, jefe de la Estación Local de la CIA, titulado “Crecimiento del comunismo en Cuba”, conservado en los archivos centrales del Departamento de Estado, afirma entre otros aspectos:

“La iglesia católica ha tomado un interés activo en resistir la ampliación del comunismo, pero excepto en lo que concierne a la Juventud Obrera Católica, no ha estado particularmente efectiva, debido principalmente a la dificultad de separar las actividades comunistas de las que son genuinamente revolucionarias y la indisposición de importantes elementos en la iglesia, para retar el programa revolucionario”.

Entre sus propuestas está: “Fortalecer a los elementos anticomunistas existentes en sus esfuerzos contra el comunismo en la Iglesia y otros sectores de la sociedad”.

Solo habían transcurrido tres meses del triunfo revolucionario y ya empezaban sus acciones para subvertir el proceso.

En noviembre de 1960 la CIA inició, de conjunto con la Iglesia Católica, la operación de guerra psicológica más cruel que haya sufrido el pueblo cubano, la execrable Operación Peter Pan, mediante la cual le hicieron creer a los padres y madres cubanas que el gobierno les quitaría a sus hijos, logrando sacar de Cuba a 14, 038 niños menores de edad sin sus padres.

El 18 de enero de 1962, el General de Brigada E. S. Lansdale, entregó a las más altas autoridades del gobierno de Estados Unidos y al Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, el primer Proyecto de la Operación Mangosta contra Cuba, el cual apunta en el acápite K:

“Tanto el Departamento de Estado como la CIA, continúan explorando sus capacidades para montar operaciones especiales dentro de Cuba, centradas sobre elementos activos de la población, específicamente operaciones a través de la Iglesia para llegar a las mujeres y sus familiares, así como mediante los contactos laborales para alcanzar a los trabajadores”.

El gobierno yanqui junto con la CIA, trabaja sin descanso para manipular a los creyentes cubanos con el apoyo de algunas religiones, pero de eso no habla Antony Blinken.

Otra prueba irrefutable de esto es el Informe de la Comisión para la Ayuda a una Cuba Libre, aprobado el 07 de mayo del 2004 por el presidente George W. Bush, el cual dedica un capítulo a la religión para acelerar la “Transición cubana”, donde se dice:

“Las organizaciones religiosas, incluida la Iglesia Católica y ciertas denominaciones protestantes auténticamente independientes, presentan el más rápido crecimiento y las alternativas potencialmente más fuertes al Estado cubano, al proporcionar servicios básicos e información al pueblo”.

El Informe sobre Libertad Religiosa correspondiente al año 2023, presentado recientemente por el secretario de Estado, denunció la situación en Cuba, donde “las leyes son adversas a los creyentes y sus actividades de fe, hay líderes religiosos en prisión y se discrimina a grupos no registrados oficialmente”.

Eso es falso y manipulado, oculta la actividad subversiva, alejada de la religión, que han ejecutado algunas personas bajo orientaciones impartidas y financiamiento recibido desde Estados Unidos, para fomentar acciones contra la Revolución.

Por todos los antecedentes expuestos, el Estado cubano se ha visto obligado a defenderse y aprobar leyes para sancionar a quienes, escudados en una supuesta actividad religiosa, pretendan alterar el orden constitucional y la estabilidad del país, situación que omite premeditadamente el Informe del Departamento de Estado yanqui, sobre la Libertad Religiosa, por ser junto a la CIA los ejecutores históricos de esas actividades contra la Revolución.

Razón la de José Martí cuando afirmó:

“A la maldad se le castiga con dejar que se enseñe”.

 

 

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