La presencia de José Dos Santos entre sus colegas —y en la propia Unión de Periodistas de Cuba— fue elogiada en la mañana de este 25 de julio en la sede de la organización, a donde acudieron numerosos cercanos a la vida del periodista y apasionado del jazz. No faltaron allí anécdotas sobre las cualidades humanas del homenajeado, ni abrazos a Mary Azpiri (su esposa de medio siglo), a los hijos de ambos: Diana, Ernesto y David, y a la nieta Amalia.


Al hablar de la entrada de Dos Santos al periodismo, Martín Hatchun recordó que su iniciación fue en Prensa Latina, la Agencia Latinoamericana,  y calificó el desempeño de su amigo como el de un dirigente justo. En esa opinión convergió Pedro Rioseco, también procedente de PL y actual presidente del Grupo Asesor de la Upec. “Lo conocí en la década del ’80; siempre tuvimos una relación de afecto, cariño; fue un periodista brillante, un buen hombre, buen amigo.

“Me apoyé en Dos Santos para hacer la revista digital Visión. Fue el editor jefe y no había día en que no me mandara cuatro o cinco artículos; el último, dos días antes de fallecer. Tuve en él un líder a en la defensa de la causa de los periodistas. Será siempre un hermano para todos nosotros”.

Sobre las dos pasiones de su amigo —el periodismo y el jazz— Juana Carrasco, Premio Nacional de Periodismo José Martí por la Obra de la Vida, consiguió escribir una crónica. “He puesto música en respeto y afecto a ese hombrón que el destino ciego confinó en sus últimos años a una silla de ruedas: jazz, blues, filin… porque “la música es el hombre escapado de sí mismo”, también descripción de quien tenemos como Maestro primero de oficio y Patria”, leyó Juanita.

Dos jazzistas, Julio Montoro y Abel Hernández, conocidos y vecinos de Dos Santos, dedicaron un par de piezas al homenajeado. Para los amantes del jazz, dijo Montoro, Dos Santos es una cátedra.

María Grant, que desarrolló una etapa importante de su carrera periodística en PL, habló de “Dos”, como solía llamarle, en la época en que fue su jefe en la redacción nacional y luego como jefe de Información. “Él envió a muchas mujeres a corresponsalías y algunas vivimos dos guerras: en Rumanía y en Moscú, en aquellas que fueron tan apacibles y luego se convirtieron en verdaderos escenarios bélicos. Para que ustedes puedan conocer la naturaleza humana de Dos Santos, leo el contenido de la nota que nos envió el 18 de octubre de 1987:

“Querida MG: Con placer acabo de leer la carta que le enviaste a ML. Demuestra hasta que punto estabas madura ya para la aventura de asumir una oficina de PL. No haré de estas líneas una evaluación de tu trabajo porque no cuento con elementos formales ni me corresponde ni creo que hagan falta elogios para continuar tan acertadamente el desempeño de tu labor. Solo asúmelas como muestra de la satisfacción de tus amigos por saberte en el camino correcto. Abrázame a Guerra y Tonito. Saludos a Doina. Te aprecia JDS”.

Dos fue para mí —concluyó María— el paradigma de lo que yo quería ser como periodista. Tuve el honor de ser su amiga y amigas nuestras familias, incluso cuando vino para la Upec”.

Elizabeth Griñán, directora de televisión y documentalista, narró cómo conoció a Dos Santos, y cuánto aportó al jazz con sus investigaciones y publicaciones. “El programa A todo jazz surgió aquí en su oficina de la Upec”, dijo la realizadora.

“Fue un perfecto corresponsal de guerra”, agregó Lesmes la Rosa. “En Nicaragua recorrió montañas en mocasines; no pudimos conseguirle botas”. Recordó las contribuciones periodísticas de Dos Santos en aquel escenario y cómo con su binocular, que regaló a un combatiente, pudo divisarse una avanzada militar. “Hay algo más grande que su envoltura material, su ejemplo está en nuestros corazones”.

“A Pepín lo conocía en short y medias escarpines. No sabía mucho de su dimensión profesional. Siempre tenía una cámara a mano y dejaba una instantánea de cada una de nuestras visitas. Me encargaré de hacerlo en lo adelante”, dijo la hermana de Mary Azpiri.

“Nuestra presidencia llegó a la Upec en un momento difícil”, añadió Tubal Páez. Fidel dijo que no podíamos salir del periodo especial sin una prensa óptima. Aquel fue un congreso de 58 personas. Un día dije: Nosotros no podemos arreglar el mundo. Y Fidel me respondió: “Si nosotros no arreglamos el mundo quién va a arreglarlo”.

Dos Santos, agregó Tubal, era la mayor seriedad del equipo de aquella presidencia de la Upec. Fui testigo de su disfrute en un estudio de radio en Baracoa con un invitado. Recuerdo que llegó a la Upec con las manías de los viejos teletipos y un día entré a su oficina y me cayó en el zapato una tecla de su computadora.

“En lo personal me abrió una visión acerca de la música y sus vínculos con la cultura cubana. Él era organizado, custodió la memoria de la organización. Dedicamos muchas horas a conversar, discutir, tomar acuerdos. Conocimos nuestras familias. Me siento orgulloso, profundamente identificado con su vida. En los últimos años, conversábamos a través del teléfono”.

“En 1969 llegó a PL aquel joven alto y lo puse en la redacción de África y Medio Oriente. Desde entonces, tuvimos una amistad cercana. Dos Santos sumaba, no restaba. Gloria a Pepe”, dijo José Arias. Por su parte, Eladio, quien lo conoció en 1960, con 14 años, durante la Campaña de Alfabetización en el Escambray, destacó la resistencia que acompañó a Dos Santos durante toda su vida.

Hace pocos días —contó Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la UPEC—, mientras compartía en Matanzas con el joven director del periódico Girón, él dijo: la UPEC nos salvó. “Se refería a lo que la organización ha significado para esta generación de jóvenes que está todavía en los medios. Al escucharlo, me miraba a mí mismo en el Séptimo Congreso, yo era entonces presidente de la UPEC en Guantánamo. En ese congreso tuve la oportunidad de vivir aquellos días con Fidel, un momento extraordinario en la historia de la prensa cubana. Y puedo decir ahora que la UPEC nos salvó. Éramos muy jóvenes, teníamos cientos de inquietudes. Y esa UPEC que dirigía Tubal Dos Santos, Martín, Aixa, servía para darle luz al país y a los periodistas para defender al país.

Juana Carrasco: “José, Pepe, ya nos encontraremos, de nuevo, en algún mundo paralelo y será entre notas y acordes, probablemente suene un solo de trompeta de Roy Hardgrove, las electrizantes voces negras estadounidenses, las del sentimiento filin de nuestras cubanas… y nos haremos anécdotas del oficio que compartimos, el mejor y más bello del mundo”. Foto: Gonzo González.

“Ahora pensaba en que hay una generación de revolucionarios que no se jubila. Y Dos Santos, en su silla de ruedas, estaba montado como en un Rosinante. Cada semana recibía mensajes suyos con distintas preocupaciones, no solo profesionales sino también políticas, conminándonos a que nos metiéramos en uno u otro asunto. También señalando errores de nuestra prensa. Así me pasa con Tubal, que me envía artículos continuamente. Esta generación de Tubal, de Dos Santos, de mayoría en esta sala, nos ha dado luz, esperanza, fuerza para hacer todo lo posible por plantear propuestas para salvar y darle luz al país.

“Hay que hacer cosas nuevas y cosas que hay que rescatar. Todavía estamos en deuda con cosas que se hacían en la UPEC en otros momentos, pero no se nos olvidan las deudas que tenemos con esta generación. Pensar en la organización, la historia que hemos heredado. En esas luchas serán inspiración personas como Tubal, como Dos Santos, que un día nos ayudaron a salvarnos de nuestras propias incertidumbres. Esta es una celebración de la vida de Dos Santos, que es casi una aventura ¡Cuán integra moral y éticamente!”

Diana, la hija de Dos Santos, intentando sobreponerse al dolor por la reciente pérdida de su padre, consiguió decir que de él heredó muchas cosas, entre ellas la facilidad de palabras. “Gracias a todos por estar aquí, por decir cosas hermosas de mi papá, él fue el mejor papá del mundo. Donde esté, tiene que estar feliz y oyendo la música que escuchaba”.

Foto de Portada: En la imagen, Mary Azpiri Falcón, esposa de Dos Santos; sus hijos Diana, Ernesto y David; su nuera Ocirema Cruz y su nieta Amalia. Foto: Gonzo González.

 

 

 

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