Artur González / Heraldo Cubano.- Aunque parezca increíble, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos le exigió al gobierno presidido por Joe Biden, eliminar a Cuba de la arbitraria lista de países patrocinadores del terrorismo e iniciar el camino del entendimiento mutuo, algo que no hacen los Obispos Católicos de Cuba, país víctima de esa criminal guerra económica, comercial y financiera que desde hace 65 años pretende matar por hambre y enfermedades a su pueblo.


Una carta del obispo Elías Zaidan, presidente del Comité de Justicia y Paz de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, dirigida a Antony Blinken, secretario de Estado, el pasado 9 de julio del 2024, expresa la posición histórica de los obispos estadounidenses, similar a la mantenida por la Santa Sede y la comunidad internacional, reclamando además el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero iniciado por el presidente Dwight Eisenhower y sostenida por todos los presidentes yanquis hasta la actualidad, a pesar del llamado de la casi totalidad de los estados que integran las Naciones Unidas, en votación abierta todos los años.

En valiente postura, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos le recordó al secretario de Estado que, en el 2021 cuando el entonces presidente de Donald Trump incluyó nuevamente a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, ellos expresaron su profundo desacuerdo y recalcaron la posición “de larga data a favor de una fuerte cooperación bilateral para el bien de los pueblos estadounidense y cubano”.

Sin embargo, esta digna actitud asumida por los Obispos Católicos del país que hace hasta lo imposible por asfixiar a los cubanos, es muy diferente a la asumida por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, la que jamás ha condenado esa política criminal y adopta posiciones similares a las de los mafiosos terroristas de Miami, a pesar de tener las experiencias de los actos cometidos contra el pueblo de Cuba desde 1960,  cuando fue explotado el buque francés La Coubre en la bahía habanera, donde perdieron la vida más de 100 seres humanos; los incendios provocados en los más importantes centros comerciales de la Isla; escuelas; industrias y la introducción de enfermedades y plagas que trajeron dolor y luto a las familias cubanas.

Lo anteriormente señalado no es propaganda comunista, es la realidad expuesta en un documento secreto elaborado por el coronel Jack Hawkins, jefe de la sección de personal paramilitar en el centro de operaciones de la Fuerza de Tarea de la CIA, en la denominada Operación Cubana, donde señala sin pudor:

Durante el período comprendido entre octubre de 1960 y el 15 de abril de 1961, se perpetraron alrededor de 110 atentados dinamiteros contra objetivos políticos y económicos, se colocaron más de 200 bombas. Se descarrilaron 6 trenes, se dejó inactiva la refinería de Santiago de Cuba durante una semana, como resultado de un ataque sorpresivo desde el mar.  Se provocaron más de 150 incendios contra centros estatales y privados, incluyendo 21 viviendas de comunistas y 800 incendios en plantaciones de caña”.

“Estas operaciones lograron un éxito considerable. Las embarcaciones que prestaban servicio de Miami a Cuba entregaron más de 40 toneladas de armas, explosivos y equipos militares e infiltraron y sacaron a un gran número de personal. Algunas de las armas entregadas se utilizaron para pertrechar parcialmente a 400 guerrilleros [léase: bandidos] que operaron durante un tiempo considerable en el Escambray, (zona montañosa) de la provincia Las Villas. La mayoría de los sabotajes perpetrados en La Habana y otros lugares se realizaron con materiales suministrados de esta manera”.

Aquellos supuestos “guerrilleros” fueron abastecidos por Estados Unidos para crear una oposición a la Revolución y como soporte a la fracasada invasión por Bahía de Cochinos, los cuales asesinaron a 214 seres humanos entre ellos 13 niños, 8 ancianos 9 maestros voluntarios y brigadistas de la campaña de alfabetización, 63 campesinos, 8 obreros, 6 administradores de granjas agropecuarias y otros trabajadores y vecinos de las montañas.

Siempre el silencio de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, en vez de condenar tales hechos. No se puede olvidar su participación directa en la execrable Operación Peter Pan, organizada por la CIA para sembrar el pánico en las familias cubanas, donde fueron enviados a Estados Unidos 14,038 menores de edad sin sus padres. 

Hoy un grupo de sacerdotes y monjas financiados desde Estados Unidos, se dedican a escribir falsedades en las redes sociales en contra de la Revolución y hacen campañas similares a las que desde Miami realizan los terroristas anticubanos, incitando desórdenes públicos para desestabilizar el orden interno.

Algunos de ellos reciben financiamiento de la USAID y del Instituto Republicano Internacional (IRI), organización del partido republicano, cuyo objetivo público es promover la “democracia”, con programas específicos contra Cuba desde 1993, para llevar a cabo la denominada “transición”, o sea el derrocamiento del sistema socialista.

El IRI ofrece becas a jóvenes para fabricar líderes contrarrevolucionarios, con dinero aportado por la USAID del fondo millonario que anualmente aprueba el Congreso yanqui para la subversión en Cuba.

Vergüenza debe sentir la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba por no adoptar una conducta similar a su homóloga estadounidense y no explicarle a su feligresía las razones para mantener una posición contemplativa ante las sanciones yanquis contra el pueblo de la Isla.

Los obispos cubanos solo levantan la voz para culpar al gobierno cubano de las penurias, sin reconocer la madeja de leyes que durante más de medio siglo han aprobado todos los presidentes de Estados Unidos, desde la  Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, que inició la guerra económica el 19 de octubre de 1960 y debe ser prorrogada anualmente antes del 14 de septiembre por el presidente de turno, seguida por Ley de Cooperación Internacional de 1961, el declarado Embargo en 1962, las Regulaciones al Control de los Activos Cubanos de 1963, la Ley para la Democracia en Cuba de 1992, conocida como Ley Torricelli, la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas de 1996, llamada Ley Helms-Burton, la Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio de 2000, hasta la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo en 2019.

Ante tanta saña yanqui para estrangular la economía de la Isla, el silencio cómplice de los obispos católicos cubanos los delata, algo que debería llamarlos a la reflexión y adoptar una posición más acorde con los principios de Dios, de defender al prójimo de toda injusticia.

Razón tiene José Martí cuando dijo:

“La vergüenza se ha de poner de moda”

 

 

 

La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación

La Columna
Artur González / Heraldo Cubano.- Aunque parezca increíble, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos le exigió al gobierno presidido por Joe Biden, eliminar a Cuba de la arbitraria lista de países patro...
Artur González / Heraldo Cubano.- Nadie con sentido común y ética puede aceptar que se apruebe como candidato presidencial de una nación, a una persona convertida en delincuente y sancionada por graves delitos, pero la cos...
Artur González / Heraldo Cubano.- En los inicios de los años 60 del siglo XX, la política de Estados Unidos para derrocar a la Revolución trataba de ocultar las medidas más sucias, como fueron los proyectos de asesi...
Lo último
La Columna
Cuba y Venezuela
Gerardo Moyá Noguera*.- Cuba y Venezuela, como otros países del cono sur, están y estarán siempre en el punto de mira del imperio/EEUU y sus lacayos europeos. No consienten que el socialismo avance como el agua en  es...
La Revista