Artur González / Heraldo Cubano.- ¿Será que la escasez de talento en los actuales jefes de la CIA, los obligue a copiar los planes viejos que ejecutaron contra Cuba en las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, para aplicarlo ahora contra Venezuela?


Todo hace pensar que es así, porque lo que hoy sucede en Venezuela es casi una copia exacta de lo que los yanquis y sus aliados hicieron contra la Revolución cubana para tratar de derrocarla, pero deben tener presente que aquellos planes fracasaron de forma estruendosa y no pudieron alcanzar sus objetivos.

El más reciente intento para dar un golpe de Estado en Venezuela fueron las elecciones del pasado 28 de julio 2024, en las que Estados Unidos y sus aliados lo apostaron todo a Edmundo González Urrutia, añejo agente de la CIA, que pusieron como pantalla de la verdadera candidata de los yanquis, María Corina Machado, inhabilitada por delitos cometidos, pero les salió mal la jugarreta. Por tanto, apostaron por el plan B consistente en ejecutar actos de sabotaje para sembrar el terror y desestabilizar el orden interno.

Ese plan B tampoco les dio resultados y al igual que hicieron años antes otros líderes opositores como Leopoldo López, prófugo de la justicia venezolana por la comisión de varios delitos graves, buscaron apoyo en España para evadir la justicia, lo mismo que hicieron contrarrevolucionarios cubanos al ser excarcelados y el actor Yúnior García en el 2021, a quien la embajada española le facilitó un visado de inmediato, después de fracasar su convocatoria para movilizar al pueblo bajo el grupúsculo Archipiélago.

En el caso de Cuba, los servicios de inteligencia de España participaron junto a la CIA en acciones de espionaje contra la Revolución, como fue el caso del diplomático español acreditado en La Habana, Jaime Caldevila García del Valle. Dicho oficial estableció una red de colaboradores para obtener informaciones sobre Cuba y además trabajó para la CIA a finales del año 1959, de acuerdo a informaciones aportadas por el oficial CIA John Maples Spiritto, quien trabajó en la Isla bajo cobertura no diplomática.

Spiritto aseguró que le trasladó varios colaboradores para que fueran atendidos por el oficial español y utilizó la valija diplomática de la misión española para enviar informaciones a la CIA.

Caldevila García del Valle como miembro del Servicio Español, atendía a los hijos de españoles y a miembros de la colonia asentada en la Isla, además contactaba con militares cubanos descendientes de españoles en cargos importantes en las fuerzas armadas.  Carmen Jiménez Gómez, española residente en Cuba, también realizaba actividades para el Servicio Español, bajo las órdenes de Caldevila.

Por tanto, no es novedosa la actuación de los españoles y se refleja también en Venezuela. Es por eso que después del fracaso del candidato pantalla Edmundo González, la embajada española lo acogió como “asilado” y al llegar a Madrid fue recibido por el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, “a título privado”, en el palacio de La Moncloa. Seguidamente lo recibieron el expresidente del Gobierno español Felipe González, viejo agente de la CIA, quien lo reconoce como presidente electo de Venezuela y el expresidente del Gobierno español Mariano Rajoy, del partido conservador PP, personaje pro yanqui hasta la médula.

Tendrán mala memoria estos españoles que no recuerdan que la CIA a través de la USAID y la NED entregaron entre las dos, (según informaciones publicadas hasta 2012), no menos de 17 millones de dólares a la ONG Súmate, dirigida por María Corina Machado, la cual se encargaría de recoger las firmas para solicitar un referéndum revocatorio, ganado por el chavismo en 2004.

Parte ese dinero fue destinado a entrenar a figuras del sector universitario, como potenciales agentes insurreccionales en la incursión al golpe suave de 2007, con la imagen de “rebelión estudiantil” como cobertura civil y también estaba destinado a formar unos años después, dirigentes para los partidos antichavistas Primero Justicia y Voluntad Popular.

Con total desfachatez, Pedro Sánchez le aseguró a Edmundo González que España “va a seguir trabajando en favor de la democracia, el diálogo y los derechos fundamentales del pueblo venezolano”.

¿Aceptaría el gobierno español y Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, que Venezuela acogiera como asilados políticos a los 12 líderes y funcionarios catalanes, que el 1 de octubre de 2017 ganaron por mayoría en referéndum público la autodeterminación de una República catalana?

Los gobernantes españoles que ahora declaran a toda voz, que el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela es “dictatorial, autoritario y ejecuta detenciones arbitrarias”, razones de Edmundo González para  “huir” del país, y las “mil limitaciones a las que están sometidos los partidos políticos venezolana”, parece que olvidaron que a los catalanes que ganaron las elecciones en el 2017, los sancionaron por rebelión, sedición y malversación, a condenas de hasta 25 años de prisión, entre ellos Carles Puigdemont, el ex presidente catalán que tuvo que huir a Bélgica.

Los catalanes fueron tratados como delincuentes y no como presos políticos.

Carmen Forcadell, de 64 años, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y después del Parlamento catalán, recibió una sanción de 11 años y 6 meses de prisión por sedición, acusada de ser “promotora” de la rebelión. Fue juzgada injustamente por rebelión solo por su trayectoria política y no por sus actos.

Oriol Junqueras, líder del partido Izquierda Republicana de Cataluña, fue condenado a 13 años de prisión por sedición y malversación de fondos públicos.

Jordi Sánchez, de 55 años y presidente de la ANC, lo condenaron a 9 años de prisión por sedición. Jordi Cuixart, de 44 años, presidente de la asociación separatista, Omnium Cultural, a 8 años de prisión por haber convocado una manifestación frente a una dependencia del gobierno catalán, e impedir la salida de funcionarios y agentes del orden. Por ser líderes de ANC y Omnium Cultural, la Fiscalía los calificó como “reyes y señores del orden cívico de Barcelona”, a pesar de que ambos basaron su actuación en el derecho de protesta vigente en la Constitución.

Los demás fueron sancionados por sedición a 12 años, 11 y 10 años y 6 meses de prisión. Todos eran ministros o miembros del parlamento catalán, pero España acusa a Maduro de “dictador y limitar la actuación de los partidos políticos”.

Con las pruebas legales que existen contra Juan Guaidó, María Corina, Capriles y el propio Edmundo, sí el Tribunal Supremo de Venezuela hace lo mismo que España contra los catalanes, las tropas del Comando Sur de Estados Unidos, en solo horas invaden el país en “defensa de los derechos humanos”.

Diosdado Cabello, ministro de Interior, Justicia y Paz de Venezuela, acaba de denunciar ante el mundo un complot para desestabilizar su país, en el cual fueron detenidos varios estadounidenses, incluso uno de ellos miembro del ejército, más dos ciudadanos españoles y uno checo. Se incautaron 400 fusiles y municiones, todas de origen yanqui

Por supuesto, la negación plausible salió de inmediato en las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado, quien afirmó: “cualquier afirmación de implicación de Estados Unidos en un complot para derrocar a Nicolás Maduro es categóricamente falsa”, y añadió: “Estados Unidos sigue apoyando una solución democrática a la crisis política en Venezuela”.

Si no fuera tan grave la situación causaría risas, porque eso mismo dijo el embajador yanqui ante la ONU, cuando Cuba acusó a Estados Unidos por el bombardeo el 15 de abril de 1961 a varios aeropuertos civiles y militares de la Isla, como preludio a la invasión mercenaria organizada por la CIA dos días después.

Similar actitud de rechazo asumió España, al conocer de la detención de dos españoles y ser acusada de fomentar, de conjunto con Washington, un plan para desestabilizar el gobierno de Caracas, como si olvidaran el intento de Golpe de Estado promovido hace unos años por ambos países con el llamado “Pedro el Breve” y todo el apoyo moral y material que le brindan a los líderes de la oposición, incluida María Corina, a pesar de sus actos terroristas comprobados.

Un plan de acciones encubiertas de la CIA contra Cuba de agosto de 1962, (Biblioteca Kennedy, archivos de Seguridad Nacional, memorandos y reuniones. Grupo Especial Ampliado 8/62, muy secreto sensible), recoge un grupo de tareas muy similares a las aplicadas hoy contra Venezuela, entre ellas:

-La resistencia pasiva puede pasar a activa por medio de una propaganda provocativa y agresiva.

-Ayudar y apoyar al Departamento de Estado en cualquier acción factible para desarrollar un apoyo activo de la OEA y de países latinoamericanos en pro del derrocamiento de Castro.

-Inducir a la población a que se comprometa con acciones militantes tales como manifestaciones, reducción de la productividad, paros laborales y sabotajes.

-Dirigir los sabotajes a las grandes industrias e instalaciones públicas con atención prioritaria al transporte, las comunicaciones, las plantas eléctricas y otras instalaciones.

-Desacreditar al régimen internamente, en el hemisferio y en todas partes.

-Proporcionar la máxima cobertura de inteligencia.

-Conformar grupos de ataque comando.

-Células de resistencia urbana.

-Infiltración y exfiltración de personas.

Ya no es fácil seguir engañando al mundo con negaciones y declaraciones amañadas, la realidad es una sola: Estados Unidos y sus aliados no permiten la libertad de pensamiento y menos si se oponen a sus regímenes.

Preciso fue José Martí al afirmar:

“La libertad cuesta muy cara y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”

 

 

 

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