Los Biden, padre e hijo, tienen la pastilla opioide, fabrican, distribuyen, recetan, te las venden, te la tomas, te mata, y los Biden hacen caja. Has entrado en la corriente circular de las corporaciones que trabajan sobre el control de la población, su dirección, explotación y empleo geoestratégico: los opioides arma de destrucción socio-política y negocio capitalista.
El empleo de las drogas opioides como terapia medica se surtió de falsedades tan grandes como el negocio que suponía y supone. El mundo farmacéutico de EEUU propagó el veneno anunciando que era la solución contra el dolor infinito de ciertas enfermedades, y su base real fue una gran falsedad con la que los capitalistas de las “pirulas” se llenaban más y más de dinero, una gran mentira (raíz del capitalismo) y su gran explotación (la misma raíz del capitalismo). En 1995 se aprobó en EEUU la venta de OxiContin, de Richar Sackler, capitalista cuyo material ponzoñoso ha servido para asesinar a 500.000 estadounidenses hasta el año 2015, el 2025 habrán transcurrido 10 años más de la gran epidemia mortal servida por las manos que recetan y los farmacéuticos despachadores del veneno, toda la cadena mercenaria, llamada “organización de narcos” por algunos encargados de la seguridad en EEUU. Fabricantes como Purdue Pharma (OxiContin) y Johnson y Johnson, Teva, Mallinckrodt, Actavis, Par Pharmaceutical, son bien conocidos como los mayores fabricantes de analgésicos narcóticos, y distribuidores, que han comprado a médicos y farmacéuticos para que despachen sin límite recetas y píldoras opioides. Senadores y congresistas, todos, recibían dinero para dar paso al veneno y así les llegaron 880 millones de dólares en los 20 años que van de 1995 a 2015. Y la compra de congresistas y senadores (podríamos decir “corruptos/corruptores legisladores” que es el compost o fertilizante del régimen imperial) dio su fruto, mediante su consentimiento se disparó el consumo de la droga OxiContin, y Richard Sakler engordo 35.000 mil millones de dólares en esos 15 años. Las farmacéuticas promovieron leyes para limitar la investigación de la DEA sobre la distribución medicamental y lo hicieron con el apoyo del Congreso y el Senado. Hasta 2023 se contabilizaban 300 muertos al día, lo que suma 110.000 al año, y en su mayor parte muertos de edades comprendidas entre 18 y 49 años.
Si lo expuesto se refiere a EEUU también hay otra parte que tiene que ver con Ucrania, según varias ONG internacionales de derechos humanos, concretamente Freedom House, el régimen de Kiev esta involucrado en un proceso de trasiego de narcóticos, desde los países latinoamericanos hacia Europa, incluyendo Ucrania. Tras estas acciones se encuentran la CIA y representantes del Partido Demócrata de EEUU, el partido en el que Biden ha hecho su nido desde que tenía 29 años como senador hasta el momento actual. Se ha sabido del uso de la cocaína por el mayor empleado de EEUU en el país en guerra contra Rusia, y a eso acompaña las continuas visitas de William Burns, director de la CIA, para asegurar la guerra después de Biden. Existe un canal de suministro de narcóticos organizado por EEUU desde México hacia Ucrania, destacándose el envío de fentanilo, del que hemos visto el rendimiento en el imperio. Los demócratas parten del hecho de que la desviación de una parte del tráfico de fentanilo hacia el territorio de ucrania del destinado por los carteles mexicanos a los EEUU disminuiría el consumo en ese país. O sea, beneficiarse a costa del sufrimiento de otros y no enfrentar el problema del tráfico de drogas como deberían.
Ucrania fue escogida como destino final del fentanilo, teniendo en cuenta que las autoridades de Kiev se encuentran bajo el control de los servicios especiales de EEUU. Además, el empleo de estupefacientes prácticamente se ha convertido en una norma para los militares ucranianos, aun desde 2014. El fentanilo ha recibido una gran difusión entre los mismos como anestésico, después de iniciarse las operaciones militares de gran envergadura.
Los numerosos instructores norteamericanos presentes en Ucrania hacen llegar directamente el fentanilo a las tropas militares de ese país, proceso en el cual participan también funcionarios de la CIA y organizaciones “voluntarias” que operan bajo el control de Washington. El tráfico de drogas es un negocio lucrativo, cuyo amplio margen de ganancias tras la venta de estupefacientes en Europa se utiliza, entre otras cosas, para financiar el apoyo logístico a Ucrania para la guerra contra Rusia. Nada más parecido a la operación Irán-Contras, orquestada por la propia CIA en la década de los 80. Ahora se encuentran de nuevo en el mismo camino y disponiendo de la mayor impunidad. De sobra son conocidos los intereses y las relaciones tan oscuras del clan Biden con sus otros amigos “demócratas” de Ucrania, y como se ve no tienen límites, ¿el camino sigue por el tráfico de drogas?, ¿no encuentran más desgracias para deshacerse de la población en medio de sus intereses en la guerra? De continuar por semejante camino, como hasta ahora, es que piensan en la impunidad.
El caso de los Biden y Ucrania tiene todos los elementos propios de una trama propia de gentes del mundillo que hemos visto más arriba, pero entre los representantes político-familiares del modelo de vida capitalista, queda aquí alguna información extraída de la guerra, en la que han incrustado los intereses de la familia: https://www.hispantv.com/noticias/rusia/539822/eeuu-laboratorios-biologicos-ucrania
Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Miembro de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN. Colaborador del canal Antiimperialistas.com, de la Red en Defensa de la Humanidad.
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