Javier Francisco Domínguez - La Otra Versión / Cubainformación.- A solo horas de la juramentación de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela es oportuno hacerse la pregunta que da título a este trabajo y cuya respuesta deja muchas lecciones en mundo comunicacionalmente globalizado. 

El día antes de la juramentación la derecha extrema había convocado a unas manifestaciones y ante el rotundo fracaso de la convocatoria se decidió llamar la atención con el plan B.

Con el apoyo de los medios de prensa más influyentes del mundo que al igual que la extrema derecha responden a los intereses de EE.UU  se intentó hacer ver que el «régimen de Maduro» había detenido a la líder opositora María Corina Machado.

Con una sincronización casi perfecta los medios de prensa internacionales se hacían eco de ese show al cual se sumaron algunos influencers y YouTubers repitiendo la  misma versión y las mismas palabras: secuestro, detención,  dictadura…

Con lo que no contaba el fascismo internacional era con que las fuerzas Chavistas ya estaban alertadas de que se orquestaba un falso positivo que incluía hasta el asesinato de algunos miembros de los manifestantes para culpar al gobierno.

Afortunadamente la sangre no corrió y la comunicación popular, ya alertada, pudo hacer frente a la noticia falsa de la supuesta detención de Corina, desmintiendo en pocos minutos la versión que se intentaba imponer. 

Los fascistas tampoco tuvieron en cuenta que Chacao, estado de Miranda, donde supuestamente se detuvo a Corina estaba lleno de periodistas que reflejaron la baja convocatoria de la manifestación y del secuestro que hace referencia el ultraderechista Comando Venezuela no se muestra ni una sola prueba.

Lo ocurrido este 9 de enero deja muchas enseñanzas. El gran poder de la extrema derecha mundial tiene al servicio de sus intereses a la «Gran Prensa Internacional» la cual se desapega de la más elemental norma ética y de la verdad cuando de responder a determinados intereses se trata.

El poder comunal en materia comunicacional tiene un alcance incalculable. Cada comunidad debe identificar a sus líderes y debe hacer de ellos un referente en materia de información y verdad. Ese es el camino.  

La manifestación ultraderechista fue un rotundo fracaso.

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