Geraldina Colotti - Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina / Cubainformación.- El Poliedro de Caracas, una gigantesca estructura con capacidad para 20.000 personas, está abarrotado. En las gradas del recinto abovedado ondean las banderas de todos los sectores que animan al chavismo, y que dieron la tercera victoria electoral a Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. Es una maqueta del estado de ánimo que reina en el país en vísperas de la investidura del presidente para un tercer mandato.
El ambiente es alegre y festivo, los “músculos” están relajados pero listos para la acción. Está por comenzar el programa Con el mazo dando, conducido por una figura histórica del chavismo, el capitán Diosdado Cabello. Un fenómeno mediático deslumbrante y original, que catapulta a los espectadores al centro de la arena política, convirtiéndolos en protagonistas de los hechos. La democracia “participativa y protagónica” es de hecho el valor de la Revolución Bolivariana, un experimento único en el panorama post-siglo XX, que busca mantener en alto la bandera del socialismo en el siglo XXI.
En todos estos años, sus detractores no han conseguido desalojarlo ni construir una alternativa: ni a la extrema derecha, ni a una presunta “izquierda”, tan declamatoria como incoherente, capaz sólo de actuar como apoyo a la oligarquía a sueldo de Washington. La extrema derecha ha intentado por todos los medios derribar al gobierno bolivariano, utilizando todas las cuerdas de su arco, desde intentos de golpes de Estado, atentados, a violencia prolongada, a reiterados artificios parainstitucionales apoyados desde el exterior, con sólo un objetivo en mente: engordar las billeteras de sus campeones de la “democracia”, vaciando los bolsillos de los venezolanos y estafando también a los sectores reaccionarios de Washington, deslumbrados ante la posibilidad de tener en sus manos los inmensos recursos del país.
Y así, a la espera de Trump, que asume el cargo el 20 de enero, los padrinos de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, quienes se proclamaron ganadores de las elecciones con el mantra de “las actas escondidas”, intentan jugar su últimas cartas: a golpes de nuevas “sanciones” y recompensas multimillonarias sobre las cabezas de dirigentes chavistas, pertenecientes a los cinco poderes de la república.
La Unión Europea y su “centro-izquierda”, como siempre, vergonzosamente, siguen. Los nombramientos de Trump respecto a América Latina prometen una continuación de la línea dura, pero muchos se preguntan si el magnate pretende dejarse engañar nuevamente por la pandilla de “autoproclamados”, que huyeron con el botín sin producir los resultados prometidos, y siempre están dispuestos apuñalarse unos a otros para embolsarse la mayor parte del dinero.
Una característica que también es muy evidente en esta nueva etapa en la que han tratado de convertir a Urrutia de un anciano afincado en la “pequeña Miami” española en un caballero con muchas manchas y muchos miedos, dispuesto a precipitarse al país para tomar posesión en lugar de Nicolás Maduro. ¿Cómo? Ciertamente con el apoyo de la Internacional Fascista, creada con la Carta de Madrid en 2020, y a la que también pertenecen varios expresidentes latinoamericanos. Seguramente con el apoyo financiero y mediático de los sectores más enfurecidos contra el socialismo en todas sus formas, que tienen su base en Europa y Estados Unidos.
Y también con el torpe y rampante apoyo de esa parte de los ex chavistas que acusan a Maduro de haberse vuelto “neoliberal”, pero apoyan el ultraliberalismo de Machado y sus aliados al estilo Milei en Argentina. Todo el mundo está dispuesto a desatar a las ONG y a los “defensores de derechos humanos” cuando son sorprendidos in fraganti y puestos en ridiculo en el programa de Diosdado, quien también es Ministro del Interior, Justicia y Paz.
En el Poliedro, el capitán mostró un engorroso documento legal, ponderado por un abogada ex chavista que luchaba por darle alguna forma de legitimidad a una segunda autoproclamación, la de Urrutia: quien, a falta de apoyo en el país –la Fanb está leja de esta adventura – debía prestar juramento en alguna embajada venezolana en el exterior, controlada por la extrema derecha.
Es una lástima que la Constitución bolivariana obligue al nuevo presidente a prestar juramento ante el Parlamento, y no en el salón de un hotel, como hicieron los compinches de Guaidó con el beneplácito de las “más antiguas democracias occidentales”.
Es una lástima que, con gran decepción de los medios de comunicación internacionales, el pueblo no se haya dejado engañar por el nuevo espectáculo de los golpistas, que envían a sus hijos al extranjero a las universidades estadounidenses más exclusivas, pero esperan que los hijos de el pueblo van y devastan y matan por orden de aquel que le quita el pan.
Las diversas marchas convocadas por la oposición para impedir la toma de posesión de Maduro estuvieron casi desiertas. Entonces, Machado recurrió a los medios internacionales con su acompañamiento de escenas dramáticas y noticias falsas.
Los proyectos, sin embargo, fueron rápidamente desmantelados tanto por la inteligencia popular, por la “guerrilla comunicativa”, como por el humor punzante de Diosdado en un programa posterior. Para dar publicidad a su aparición en un mitin de la oposición, Machado inventó la historia de haber sido detenida y luego liberada por la policía bolivariana y de haber perdido una “carterita azul” durante el altercado. La protesta internacional comenzó de inmediato, con muchos ex presidentes (como el “muy democrático” paraco colombiano, Álvaro Uribe) acudiendo a las fronteras venezolanas para pedir la invasión del país.
Una operación inmediatamente desmentida por videos que mostraban otra realidad. Mientras tanto, las redes sociales hicieron viral “la carterita azul”. Como lo han demostrado los debates en las mesas de trabajo del III Congreso Internacional de Comunicación (organizado en la sede de LAUICOM, la universidad que dirige la rectora Tania Díaz), además de la guerra de clases y los intentos mercenarios de la extrema derecha, es necesario oponerse a la guerra cognitiva. Con proyectos reales, capaces de movilizar gente real: aquí alrededor del “Libro Azul” de Hugo Chávez y no del “azul” de una “carterita-meme” para uso y consumo de Washington, y de la desestabilización del país.
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