Artur González / Heraldo Cubano.- Elon Musk, jefe del estrenado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Estados Unidos, acaba de calificar a la USAID como una organización criminal, algo que Cuba lleva años denunciando por ser la organización responsable de financiar múltiples acciones subversivas para derrocar a la Revolución.


Creada en 1961 por el presidente John F. Kennedy, a partir del proyecto de la Ley de Asistencia Exterior, la USAID mantuvo la fachada de ser “el órgano encargado de asistir financieramente a los países que sufren desastres, para ayudarlos a salir de la pobreza e iniciar reformas democráticas”.

Sin embargo, el objetivo real fue la contención del comunismo, siguiendo la doctrina de la política exterior de Estados Unidos, a partir de la lucha ideológica contra la Unión Soviética, principalmente por su influencia en los países de Europa del Este.

A partir de su creación, esta organización asumió tareas que desarrollaba la CIA de forma encubierta y un ejemplo es la conocida Alianza para el Progreso, primer intento para aislar a la Revolución cubana, minimizar su influencia en América Latina y satanizarla en el marco de los países integrados a la OEA. Los fondos que recibió la USAID fueron empleados para sustentar los órganos represivos contra los movimientos de izquierda en la región y no para el desarrollo económico en Latinoamérica.

En África, la USAID concentró su trabajo en los países que luchaban por salir del colonialismo y reprimir los movimientos que aspiraban a alcanzar su independencia.

La CIA ofreció entrenamiento a muchos funcionarios de la USAID, elemento recogido en un documento desclasificado, donde el jefe de la división de Servicios Técnicos de la CIA, afirma que su división proporcionó instructores a la USAID para un curso de Técnicas de Investigación contra terrorismo.   

Un manual del Ejército estadounidense de Guerra No Convencional de las Fuerzas Especiales de 2008, la califica a la USAID de ser:

“Un medio de aplicar el poder económico para persuadir a adversarios, aliados y sustitutos, para que modifiquen su comportamiento en apoyo de los esfuerzos de guerra no convencional de Estados Unidos.

En 1995 el presidente William Clinton ordenó a la USAID crear un programa para Cuba, con un financiamiento multimillonario para subvertir el orden interno en la Isla.

Elon Musk y Donald Trump, como hombres de negocios, solo analizan las ganancias financieras y han sacado cuentas del enorme gasto que representa la USAID, pero sin resultados en Cuba, Venezuela y Nicaragua, países que se mantienen en pie de lucha resistiendo la guerra económica e ideológica diseñada desde Estados Unidos. Las grandes sumas del dinero asignado a esa entidad, han ido a parar a los bolsillos de algunos funcionarios y solo algunas migajas llegaron a los opositores fabricados por la CIA.

Esa es la razón de las recientes declaraciones a la prensa de Donald Trump, cuando aseguró: “La USAID ha sido dirigida por un grupo de lunáticos radicales y tomaré una decisión sobre el futuro de la agencia después de echarlos fuera”.

El pasado 3 de febrero 2025 designó al secretario de Estado, Marco Rubio, como administrador interino de USAID, aunque este sabía perfectamente que dicha organización solo malgastaba el presupuesto sin resultados y para congraciarse con Trump declaró: “Ahora está más que claro que partes significativas de la financiación de la USAID no estaban alineadas con los intereses nacionales centrales de Estados Unidos”.

Otro fracaso palpable de la USAID está en Ucrania, pues según datos oficiales de esa agencia, desde el 24 de febrero de 2022, proporcionó al Gobierno de Ucrania 2,600 millones de dólares en ayuda humanitaria; 5,000 millones de dólares en ayuda al desarrollo y más de 30,000 millones de dólares en apoyo presupuestario directo, dinero que ha llenado las bolsas de Zelenski y su camarilla, quien de actor cómico saltó a ser uno de los hombres más ricos de su país, gracias al dinero enviado por Estados Unidos y la Unión Europea, el tráfico de armas y otros negocios a partir de la guerra contra Rusia.

Elon Musk, ajeno hasta ahora de la política, comprendió rápidamente que la USAID es un barril sin fondo por donde Estados Unidos pierde millones de dólares, solo con el propósito de derrocar gobiernos no aceptables para Washington, sin control de a dónde van a parar esos millones, de ahí que expresó el 2 de febrero en la red social X: “La USAID es una agencia criminal. Es hora de que muera” y añadió: “¿Sabías que la USAID, usando tus dólares de impuestos, financió la investigación de armas biológicas, incluido el COVID-19, que mató a millones de personas?”.

Peligrosa posición de este empresario al atacar directamente a una organización manejada por la CIA, lo que pudiera provocar a sus directivos y terminar como el presidente John F. Kennedy.

Desde 1995 con el presupuesto asignado a la USAID, la CIA y el Departamento de Estado han ejecutado decenas de proyectos subversivos destinados a derroca a la Revolución cubana, resultando ser uno de los financiamientos principales para mantener a la contrarrevolución fabricada por la CIA, con un gasto que sobrepasó los 350 millones de dólares en casi treinta años, sin obtener resultados.

Igualmente, la USAID envió a la llamada “oposición interna” un numeroso conjunto de equipos técnicos, entre ellos medios de impresión digital, cómputo y telecomunicaciones, equipos de fax, videos, alimentos y literatura contrarrevolucionaria, para conformar una poderosa ofensiva dirigida a tratar de elevar el nivel de las acciones contrarrevolucionarias al interior del país y alcanzar el anhelado sueño de desestabilizar el gobierno revolucionario.

Con el dinero de la USAID se le pagó a un equipo de hackers para diseñar el Twitter denominado Zunzuneo, destinado a los jóvenes cubanos mediante el envío de mensajes, con la pretensión de exhortarlos a movilizarse contra el Gobierno.

Marco Rubio, actual secretario de Estado, no debe olvidar su participación en un evento celebrado en 2012 por la Fundación Heritage de Estados Unidos y Google Ideas, en el cual se elaboró un informe para el gobierno norteamericano, recomendando la creación de una red WIFI remota para posibilitar el acceso a Internet de los cubanos. Marco Rubio, participante en el mismo, aseguró:

“El sistema totalitario cubano podría derrumbarse, si todos los cubanos tuvieran libre acceso a Internet, pues Cuba seguiría la misma suerte de aquellos países que pasaron la Primavera Árabe”, sistema que sería costeado con los fondos de la USAID.

“Las asignaciones para “Zunzuneo” son públicas, el dinero invertido se discutió en el Congreso y la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO) y en 2013 revisó el programa en detalle, llegando a la conclusión de que estaba implementado con apego a las leyes de Estados Unidos y bajo apropiados controles de supervisión”.

Los gastos del Programa “Zunzuneo” ascendieron a 1,6 millones de dólares y para ocultar que era contra Cuba, declararon públicamente que estaban asignados a un proyecto no especificado en Pakistán.

Desde 1996 hasta el 2014 el Programa Cuba de la USAID ha gastado cerca de 225 millones de dólares.

De acuerdo con otra información, igualmente publicada en el 2014 por el diario The New York Times, el Departamento de Estado proporcionó 2,8 millones de dólares a un equipo de hackers y activistas comunitarios especialistas en programación de software, para desarrollar un sistema de redes que permitiera a personas afines a los intereses de Washington, comunicarse por Internet sin interferencias de sus gobiernos.

Matt Herrick, portavoz de la USAID, reconoció a The New York Times, que esa agencia entregó una subvención por tres años a la New America Foundation, ascendente a 4,3 millones para hacer la plataforma disponible en Cuba.

El software diseñado fue denominado “Commotion”, y consistía en lograr una amplia conexión inalámbrica Wifi.

Ese software fue diseñado para relacionar varios enrutadores Wifi en una red ilegal, sin autorización ni pago a los servicios a empresas de telecomunicaciones cubanas, con el marcado propósito de evadir su control.

Entre los años 2004 y 2006, la USAID repartió cerca de 35 millones dólares para proyectos subversivos contra Cuba, muchos de ellos vinculados directamente al tema de la informática y las comunicaciones.

Durante la Asamblea de la USAID con diferentes ONG, celebrada en Washington el mes de mayo 2008, se discutió la necesidad de distribuir 45,7 millones de dólares asignados por el presidente George W. Bush, para la subversión contra Cuba y se expusieron elementos del nuevo Plan para desestabilizar el orden interno.

El director de la USAID para América Latina, José Cárdenas, explicó la necesidad de introducir en la Isla celulares, equipos modernos de comunicación, computación y software, con el empleo de emisarios no estadounidenses, lo que fue respaldado por el jefe del Buró de Industria y Seguridad del Departamento de Estado, Anthony Christino III.

La aprobación de esas medidas dio inicio a una carrera desenfrenada para atraer a la juventud cubana hacia sus proyectos subversivos, a través de Internet, con el propósito de promover desórdenes sociales al estilo de las llamadas “Revoluciones de Colores”.

Son muchos los analistas políticos que coinciden en que la USAID ha sido el principal financista para la desestabilización a cualquier nación ambicionada por los intereses yanquis y utilizada por la CIA como pantalla para ejecutar sus planes, incluso de reclutamiento de personas de su interés.

En el año 2000, la USAID adoptó una nueva estructura interna como agencia del Departamento de Estado, y reorganizó nuevas oficinas de trabajo, como “Democracia y Gobernabilidad”, “Conflictos”, “Iniciativas hacia una transición”, que potenciaron su capacidad operacional y brindó nuevas posibilidades a la CIA para sus acciones encubiertas.

La TV cubana denunció que en el año 2000 se produjeron visitas “privadas” de altos funcionarios estadounidenses, entre ellos David Mutchler, principal asesor para Cuba de la USAID y John Brademas, alto funcionario de la National Endowment for Democracy (NED), para evaluar en el terreno la situación de Cuba, coordinar con los principales cabecillas contrarrevolucionarios y valorar la capacidad real que tenía la Sección de Intereses Norteamericanos (SINA) y su estación local de la CIA en La Habana, para apoyar los planes aprobados.

Solo entre los años fiscales 2001 y 2006, la USAID asignó contra Cuba 61 millones de dólares, para 142 proyectos y actividades. 

Estos cuantiosos fondos continuaban sufragando públicamente la “quinta columna” contrarrevolucionaria interna. La USAID alentó la entrada ilegal a Cuba de miles de radios portátiles de onda corta para estimular la audición de Radio Martí.

Solo en el año 2005, la SINA reconoció públicamente haber distribuido internamente 4,900 de estos pequeños receptores, decenas de equipos de video, medios computarizados, miles de discos compactos, más de 100 mil libros y un millón de panfletos y literatura de carácter contrarrevolucionaria, recibidos por la valija diplomática.

Entre los años 2007 y 2013 la USAID dispuso de 120,639,795 dólares para ejecutar 316 proyectos del Programa Cuba y por primera vez Estados Unidos habló de promover una “Primavera Cubana”, al estilo de los sucesos que tenían lugar en el Medio Oriente.

Sucesivas operaciones encubiertas contra Cuba en el área de las telecomunicaciones, saldrían a la luz pública en esos años, dando lugar a escándalos internacionales entre ellos el caso del estadounidense Allan Gross, subcontratista de la USAID que arribó a Cuba en marzo de 2009, e introdujo ilegalmente sofisticados medios de telecomunicaciones para crear redes internas, independientes de las empresas cubanas y promover acciones desestabilizadoras.

Mucho dinero ha sido malgastado por la USAID contra Cuba, pues entre 1997 y 2018, el Programa Cuba de la USAID aprobó unos 900 proyectos y actividades de un amplio carácter subversivo y contrarrevolucionario, pero todos fracasados. 

Los programas USAID-NED contra Cuba y América Latina fueron presentados como: “Educación Cívica”, “Estado de Derecho”, “Ideas y valores democráticos”, “Derechos Humanos”, “Libertad de información”, “Libertad de asociación”, “Fortalecimiento de Organizaciones No Gubernamentales (ONG)”, “Sociedad civil”, “Procesos Políticos”,“Apoyo a los derechos humanos de los trabajadores médicos cubanos”,entre otros.

Esos programas, estuvieron encaminados a subvertir ideas, crear valores negativos e instigar la actividad contrarrevolucionaria interna entre los jóvenes de la Isla, sin alcanzar una sola victoria.

Razón la de José Martí al afirmar:

“Las verdades reales son los hechos”

 

 

 

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