Ana Hurtado - Original en Cubadebate / Cubainformación
Ernesto creció en Víbora Park, perteneciente al municipio Arroyo Naranjo, y más de cincuenta años después sigue allí, pero no está solo. No solamente ha dado cobijo a uno de los proyectos artesanales más importantes del país, sino que ha creado una comunidad de trabajo a la que también podríamos denominar familia. Allí, en Arroyo, tiene un taller en el que se producen los humidores más emblemáticos y significativos de los últimos tiempos en el mundo, y están hechos por ellos; por manos y corazones cubanos. De pura cepa.
Esta es una historia de gente que construye un país, que se levanta cada día, pese a las diferentes adversidades. Es la historia de una Cuba que resiste y avanza por un pueblo que no entiende de derrota, y que jamás pierde la fe.
Fue en la década del noventa cuando Ernesto Aguilera, un joven creador, fue a parar a una feria de artesanías donde descubrió la importancia que tenía la planta del tabaco en su país, y comenzó a soñar.
Empezó a observar a la gente en la calle fumando, sobre todo a mujeres en todas las escalas en la zona de La Palma; tabaco que era de la bodega. La mayoría de la gente, incluso él mismo por aquel entonces, no sabía lo que era el tabaco premium.
Y esos sueños queriendo tomar forma, le hicieron comprarse una sierra y entrar en contacto con algo que no lo abandonaría nunca más: la madera.
La madera siempre está viva, torciéndose, creciendo. Es como una novia a la que siempre estás conociendo. Y la que él trabaja en sus piezas es la antigua; material muy estable que se mueve, se contrae e incluso se dilata. Y de ella se nutre Cuba para generar sus artesanías. Es enfrentándose a la esencia de este regalo de la naturaleza que Ernesto busca la belleza y crece en su mente la idea de hacer humidores exclusivos.
Para quien no sepa lo que es un humidor, se trata de una pieza de madera preparada para albergar en su interior puros y tabacos. Los hay desde sencillos y simples hasta auténticas obras de arte. Siempre se ha visto como un mueble útil y no tanto en sus orígenes como una obra de arte.
Y es en el corazón del barrio de este cubano, donde, en un lugar recóndito, se encuentra un taller productor y exportador de humidores al mundo, que ni los propios transeúntes que le pasan por delante pueden llegar a imaginar las ideas y esperanzas que allí dentro toman forma.
Humidores Habana, nombre que asume el proyecto, empezó con pocas personas. Ernesto comenzó a estudiar la historia del tabaco y de su país y una pregunta pasaba por su cabeza, ¿Si Cuba es la mejor tierra del tabaco del mundo, por qué no hacer en Cuba los mejores humidores del mundo?
El tabaco se empezó a comercializar en el país con Celia Sánchez bajo la marca Cohiba y hay una historia de piezas de humidores bellas y coleccionables, incluso de antes de la Revolución. Por lo tanto, qué mejor continuidad a la cultura de esta tierra que llevar su nombre en alto en este sector.
Crea por tanto, el taller. Y le da trabajo a la gente del barrio. Incluso buscaba a jóvenes en la calle y les sacaba de la marginalidad. En el taller enseñaron al pueblo un oficio e incluso en una época tuvieron una escuela con un curso de tres meses teóricos y tres prácticos que enseñaba a las personas a cumplir metas: “Caminar e ir llegando”. El aporte a la comunidad, la responsabilidad social de no olvidarte jamás de tu gente.
Por el taller han pasado todo tipo de personas: pastores, “abakuás”, judíos, de diferentes geografías de Cuba, gente en reinserción social… Gente que se ha convertido en mejor persona con los valores del trabajo, la dedicación y el esfuerzo.
Jóvenes y no tan jóvenes que a pesar de las incomprensiones de la vida, tienen por primera vez un reconocimiento social, aprendiendo a respetar y ser respetados. El apoyo y la consideración. Sentirte importante y útil influye en tu vida. Yo diría que hasta llega a cambiártela.
De la mano de algo que ha sostenido siempre a este pueblo, ya incluso antes de aquellas brillantes palabras a los intelectuales que pronunció Fidel. Porque la cultura del tabaco, por ejemplo, proviene de hace siglos. El enaltecimiento de la misma y su conservación es lo que diferencia a un pueblo culto y libre de otro que ha perdido la memoria y que ha permitido ser colonizado culturalmente.
Este año, en el Festival del Habano, Humidores Habana ha presentado a la subasta del evento una pieza majestuosa, dedicada a Behike, un chamán o brujo taíno autóctono de la zona. El Behike era una de las figuras más importantes de la tribu, después del cacique. Catalizaba el mundo espiritual, el universo de la vida y la naturaleza. Era el guía religioso y emocional de los suyos.
Y este mueble representa el ritual del Behike con una capacidad para cuatrocientos puros. Ha sido diseñado a mano e incluye en su morfología la tecnología. Recuerda la solidez del Cohiba con los colores negro, blanco y dorado.
Los artesanos dirigidos por Ernesto han trabajado con nácar real y enchapes de madera preciosa oscura para el alto contraste con los cubos dorados acabados en oro de veinticuatro quilates y con el nácar. Han tenido en el proceso de creación participación española, que ha aportado insumos al proceso creativo en el menor tiempo posible. Está hecho con la técnica de marquetería, muy empleada en la ebanistería, montando fibras de madera para conformar una figura. Cuenta con espacios íntimos y varios secreteres junto a manualidades en el interior que parten de una fantasía, pero que derivan en la esencia: la vega, y lo que emana de ella: el tabaco.
El Behike Cohiba es el único tabaco que lleva medio tiempo; refiriéndose a unas hojas pequeñas que se dan en la parte superior de la planta del tabaco, aunque no a todas le brotan. Es por ello que también esta pieza cuenta con la representación de dos hojas en el centro que recuerdan que sin ellas no existiría el Behike. Todo se funde en una combinación de mística, detalle y cultura taína.
Este año, la subasta ha generado 16,25 millones de euros y la pieza de Humidores Habana, Cohiba Behike 15 aniversario fue la más alta de la subasta, habiendo sido obtenida por 4.600.000 euros.
Se les va a muchos dentro de la subasta una mirada al cielo recordando a Fidel, que fue el ideólogo de este sistema para obtener financiamiento para el sistema de salud público del país, que no puede desarrollarse con un flujo normal debido al férreo bloqueo que enfrenta la isla desde hace más de sesenta años. Aún así, habiendo producido dos vacunas y tres candidatos vacunales en tiempos de la pandemia que asoló el planeta, se demuestra que detrás de la salud cubana hay empeño, dedicación, investigación, sacrificio y mil inventivas para su desarrollo. Este hecho es uno de ellos.
Es por ello que Ernesto, con el paso de los años, empezó a explorar formas productivas y a aprender en el camino. Creando un equipo de trabajo sólido como sistema de producción infalible. Cuando le preguntas, él humildemente contesta: “se trata de hacer las cosas bien para que le entre dinero a nuestro país; somos el producto de un continuo aprendizaje de muchos que hicieron antes”. Y con esa máxima se ha convertido en el mayor exportador de Cuba del Fondo de Bienes Culturales. Haciendo grande la cultura cubana dentro y fuera del país, esa que jamás podrá ser arrebatada; la que viene intrínseca con el ADN de este pueblo.
Humidores Habana, gran ganador de la subasta de la edición XXV del Festival del Habano, es un colectivo que exporta y ayuda a la economía, hecho al que convoca la dirección de la Revolución. Y es por eso que a trabajadores como ellos, como tantos artesanos que hay a lo largo y ancho de la isla, hay que ayudarles. Las instituciones deben identificar estos colectivos y apoyarlos dándoles facilidades y brindándoles ayuda sabiendo que actualmente están ingresando divisas al país de una manera muy digna. Podrían estar enriqueciéndose con su talento fuera del país. Pero hay gente que apuesta, da trabajo a su comunidad, se queda en Cuba, confía y nunca pierde la fe. A Ernesto esto se lo enseñó su padre.
Entorpecer el caminar de estas personas sería un acto contrarrevolucionario.
Porque lo primero, lo indiscutiblemente primordial que hay que salvar, es y seguirá siendo la cultura.
A la memoria de José Ernesto Aguilera Besteiro.
Foto: Cortesía de la autora.
Foto: Cortesía de la autora.
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