Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Max Edgardo Lesnick Menéndez nació en Cuba por los años convulsos de la década de 1930, tiempos en que el país transitó hacia una república diferente, donde jóvenes luchadores y progresistas, la mayoría egresados de la Universidad de La Habana, acababan de presenciar la huida del primer dictador de la nación. Fueron esos jóvenes en su mayoría, quienes ocuparon los cargos de gobierno y abarcaron la opinión pública.


Machado había sido el quinto presidente constitucional, pero al final de su período, violó la constitución y se proclamó de nuevo presidente.

La vida de Max, como su nacimiento estuvo ligada durante toda su existencia a la vida política del país, llegando a ser presidente de la Juventud del Partido del Pueblo Cubano, conocido como Partido Ortodoxo, el más nombrado partido político de la era republicana de Cuba. Cuando el golpe de estado de Batista en el año 1952, era secretario de Propaganda del Partido y ya en 1957 ocupó el cargo de presidente de la Juventud Ortodoxa.

A partir del momento del golpe y en lo adelante su vida política se convirtió en una montaña rusa que culmina en estos días con su muerte a los 94 años de edad.

Max y yo nos conocimos en el año 1993. Frecuentaba su oficina de la Revista Rèplica que ya en esos años cerraba sus puertas, víctima de las conspiraciones y atentados terroristas de los sectores conservadores, particularmente dirigida por la fuerza política que los continuadores de Fulgencio Batista obtuvieron en el condado Miami-Dade en el estado de Florida. Ese fue el estado al cual llegaron la inmensa mayoría de los criminales, testaferros y cómplices de la dictadura, cuando la fuerza del pueblo, alentada además por la lucha armada que se gestó en las montañas del país, derrocaron un ejército de más de sesenta mil hombres y el dictador huyó con sus acólitos y sus fardos cargados de dinero. Esas personas no sólo fueron las primeras en llegar sino, además debutaron en la ciudad de Miami con  dinero robado al fisco de la nación.

Durante los 33 años de relaciones siempre vi un hombre cuya fijación en los asuntos cubanos no le daban margen para otros menesteres que no estuviesen relacionados. Todo cuánto ocurría a su alrededor terminaba finalmente enfocándose en la problemática cubana.

Confesaba que se había ido de Cuba porque los comunistas (refiriéndose a los dirigentes del partido socialista anterior al triunfo liderado por Fidel Castro), habían copado todos los rincones sensibles del estado al momento del triunfo insurreccional y su vida corría peligro, a pesar de la íntima amistad que había llegado a tener en el pasado con el líder cubano.

Era un hombre ecuménico. No podemos decir que tenía una ideología en particular, aunque se inclinaba totalmente hacia las corrientes socialistas y en gran medida a muchas de las observaciones y conclusiones de Karl Marx, lo cual no negaba. Aun así, no se identificaba en lo absoluto con los partidos o movimientos políticos que, extrapolando las ideas del gran teórico y economista, crearon en muchos casos templos y capillas, que privaron a sus ponencias de un desarrollo libre de prejuicios.

En su entendimiento cabían todas las opiniones, las cuales debatía con inteligencia y ecuanimidad. Por su casa vimos desfilar gente de todas las tendencias y tuvo amigos de los más disímiles pensamientos a quienes respetaba y con quienes compartía separando el pensar del marco de las relaciones personales. Y a pesar de aquello fue siempre claro en defender públicamente, ante cualquier auditorio, la soberanía de Cuba, a la cual quiso con tanta fuerza que sesenta y cinco años residiendo en Estados Unidos de América no bastaron para que se acogiera a la ciudadanía de ese país, aun cuando hacerlo no significaba renunciar a la suya.

Max fue uno de los luchadores más efectivos en contra del Bloqueo estadounidense a Cuba que tuvo la ciudad de Miami. No porque fuese el más aguerrido, el de mayor tiempo en las calles, sino por su nivel social dentro del medio de Miami. Su capacidad como periodista y su carisma como persona, un ser accesible para todos y presto a escucharlo todo, le permitió levantar una revista que hizo historia en los anales de esa ciudad. Y en contra de muchos pronósticos, y del poder inmenso de los seguidores y defensores de Batista, que casi se habían adueñado del medio, logró imponer el medio infirmativo. Fue un medio próspero que le otorgó beneficios económicos y le permitió ingresar al medio social a pesar de sus ideas progresistas y sus concepciones sobre la insurrección armada en contra de la dictadura de Batista y sus criterios sobre la revolución cubana.

La efectividad dentro de un medio está en dependencia del acceso a los factores pudientes y representativos que lo administran y dirigen. Y Max llegó a tener esa importancia y de ahí que tanto lo odiara la derecha más conservadora, porque precisamente esa derecha es la que conserva el mando del condado en Miami-Dade.

De las personas que he conocido en esta lucha a favor del respeto a la soberanía de Cuba, y en contra de las políticas injerencistas de Washington en los asuntos internos de otros países, fue Max  quien más posibilidades llegó a poseer para llevar a cabo un movimiento que mantuviese vivo el entusiasmo y la movilización a favor de las mejores relaciones estadounidenses-cubanas de la década del noventa, las cuales se iniciaron principalmente con la fundación de una radio alternativa dirigida por Francisco González Aruca y unos meses después, Nicolás Ríos. Dos personas sin vinculación ideológica con el gobierno cubano y que a su vez habían adquirido importancia dentro del medio social y político de Miami, aunque por vías diferentes y personalidades distintas a la de Max Lesnick.

Tuvo ideas ambiciosas que echó a andar, pero fueron esos mismos criterios ecuménicos, de tolerancia y aceptación de criterios ajenos, los que complicaron sus proyectos y no logró unir a las personas más representativas del entorno, sumarlos para formar un verdadero frente político que pudiera acceder a Washington de modo eficaz y no sólo con simples visitas al Congreso que en realidad las administraciones aceptan por defecto. Un simple cumplimiento automático que a los protagonistas sirve de propaganda, pero no brinda solución a la problemática planteada. El proyecto de Max era más ambicioso y su propósito era unir a un apretado y numeroso grupo de gente perteneciente a la llamada “clase viva” del estado de Florida, de los muchos que, a pesar de ser conservadores, se oponen al Embargo-Bloqueo y junto a ellos proponer políticas inteligentes de entendimiento entre Washington y La Habana.

Tuve el honor de fundar junto con él Radio Miami, cuyo nombre transformamos desde hace un tiempo, a petición del propio Max, en Radio Miami Today.

Radio Miami fue el último medio representativo de la radio alternativa cuando por diversos motivos se acabaron los recursos que las financiaban. Poco tiempo después surgió La Noche se Mueve, la cual también hacía presentaciones en vivo en la radio 1450 am, con un estilo combativo y desafiante que contribuyó a mover el debate en pequeños sectores de la población.

Radio Miami es un legado que queda de las luchas de Max Lesnick. Y digo un legado porque entre aquellos méritos no mencionados aún, debo decir que Max contribuía con su peculio al sostenimiento de la radio, así como había ideado utilizar los fondos originales destinados a pagar la emisora en vivo, para fundar primero y sostener después aquella organización que bautizara con el nombre de Alianza Martiana. El alquiler del local donde se fundó la Alianza Martiana, originalmente fue sufragado con el dinero de Max, con el propósito de que en ese local pudieran reunirse todas las personas que lo desearan, teniendo sólo como premisa que estuviesen en contra del Bloqueo estadounidense a Cuba. Luego pasó a ser la Alianza y sus gastos fueron asumidos con los fondos de Radio Miami.

De todas las personas que he conocido, sólo Max Lesnick se ha tomado tan en serio las labores que realizaba, que utilizaba parte de su peculio personal para subvencionar los gastos relacionados. Cuando existían donantes eran bienvenidos pero sus objetivos, su lucha, sus propósitos no podían detenerse mientras dispusiera de un centavo. Y me consta que poco a poco fue drenando sus ahorros en función de su lucha. Porque Max llegó a tener medios económicos, pero no llegó nunca a ser rico. Y en los últimos años de su vida puso a la disposición de esos objetivos los últimos recursos que le restaban.

Sólo otra persona empleó grandes cantidades del dinero devengado con un negocio de viajes a Cuba, Francisco González Aruca, para financiar un programa orientado a las mismas faenas que abarcaron por entero la vida de Max Edagardo Lesnick Menéndez.

Fue un hombre de gran humor y durante mucho tiempo asistían a su casa los amigos de uno y otro pensamiento, y recuerdo que se servían de una gran olla de picadillos y un inmenso caldero de arroz cocinados en la cocina de su casa por su señora inseparable en estas luchas, Miriam, siempre dispuestos para el visitante. Así de simple.

Enemigos tuvo muchos, muestra de que sus ideas eran de inquebrantable firmeza, lo cual no contradecía en absoluto sus tolerantes modales. Tenía un carácter jovial y era tan ocurrente que muchas veces pecaba de exagerado, hasta el punto de creer que algunas ocurrencias de hechos trascendentes eran producto de su imaginación e influencia. Pero nunca lo hizo con malas intenciones, al contrario, siempre con el mismo propósito: que la soberanía de Cuba fuese respetada y que Estados Unidos de América no se inmiscuya en los asuntos internos de un país, cuyo gobierno critica fervientemente a Washington, pero nunca ha elaborado política o acción alguna para perjudicar el territorio donde naciera el primer sistema democrático, con sus aciertos y errores, y al cual Cuba respeta y sólo le pide ser tratada con las mismas reglas.

Quienes lo quisimos, respetamos y admiramos su sentido del humor, su lealtad a los principios de respeto a la opinión y defensa de su país, no le deseamos que descanse en paz. Queremos que siga andando, como quijote en la pradera de su Cuba adorada, defendiendo con su lanza sus fronteras territoriales. Que no descanse en paz y siga luchando para estímulo de quienes lo sobrevivimos y los que aún están por llegar.

 

 

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Martianos-Hermes-Cubainformación

Estos textos pueden ser reproducidos libremente siempre que sea con fines no comerciales y cite la fuente

 

 

 

La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación

La Columna
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Max Edgardo Lesnick Menéndez nació en Cuba por los años convulsos de la década de 1930, tiempos en que el país tra...
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- El comienzo de año es una buena fecha para saludar, a nombre del colectivo de Radio Miami Today, a todas las amistades y en nuestro caso como medio...
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Las guerras civiles se inician de a poquito. No es del día a la mañana que multitudinarias facciones se enfrentan violentamente en todo un t...
Lo último
La Columna
La muerte de Max, por Lazaro Fariñas
Por Lazaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos.- digital@juventudrebelde.cu.- COMENTARIOS DESDE MIAMI.-  Texto tomado de Juventud Rebelde.- Tendría yo siete u ocho años cuando por primera vez oí...
La Revista