Artur González / Heraldo Cubano.- Si algo deben tener las personas y más los políticos, es principios éticos y saber defender a toda costa los valores en los que creen. Eso hace que sus electores den credibilidad a sus proyectos y decidan que son las personas capaces de garantizar un progreso económico y social para todos. Sin embrago, el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, demuestra total carencia de tales principios, pues solo lo mueven su ambición de poder, situación muy peligrosa para un político.
En sus primeros días a cargo de la secretaría de Estado, Rubio evidencia que no tiene la capacidad y experiencia necesarias para enfrentarse a los complejos problemas políticos mundiales que pretende liderar el presidente de Estados Unidos, y se evidenció en la primera reunión sostenida en Arabia Saudita con el canciller ruso, Sergei Lavrov, hombre extremadamente capaz, donde sus expresiones extraverbales reflejaron temor e inseguridad para entablar un debate que no estaba a su altura, pues su carrera política ha estado únicamente dirigida a proponer desde el Senado medidas contra Cuba, sin tener que tomar decisiones agudas.
Al aceptar la secretaría de Estado, Marco Rubio se ha envuelto en una constante contradicción con la línea política que durante años defendió desde su asiento en el Senado, olvidándose de todo lo expresado, como es el caso de exponer ahora las “increíbles oportunidades de asociarse con Vladimir Putin, para alcanzar un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra con Ucrania”, cuando hasta hace pocas semanas afirmaba que el líder ruso era “un criminal de guerra y enemigo de la humanidad”.
El giro dado hacia Rusia es tan brutal que declaró: “las oportunidades extraordinarias, las oportunidades increíbles que existen para asociarse con los rusos geopolíticamente, en cuestiones de interés común e incluso económicamente”.
¿Se puede confiar en un político con tanta ausencia de ética y valores?
Los que dieron su voto a Marco Rubio para ser senador e incluso los mismos negociadores rusos, no pueden tener confianza en un hombre que, en el año 2022, patrocinó en el Senado varios proyectos de ley que apoyaban a Ucrania y pretendían sancionar a Rusia, bajo la justificación de que “el mundo se convertirá en un lugar muy aterrador si permitimos que matones como Putin, invadan naciones soberanas sin consecuencias graves”.
A esos argumentos añadió: “Debemos ser claros e inflexibles en nuestro apoyo a la lucha del pueblo ucraniano contra un tirano despiadado”, y calificó las acciones de Rusia como un acto “terrorista”.
Recordemos que antes del conflicto militar con Ucrania, Rubio trató de sancionar a Vladimir Putin y a otros funcionarios rusos y, de conjunto con otros senadores yanquis, presentó la Ley del No Reconocimiento de la Anexión Rusa del Territorio Ucraniano, y otros proyectos de leyes para prohibir las importaciones de productos agrícolas rusos y las inversiones estadounidenses en valores rusos.
Igualmente, se sumó a una resolución bipartidista que solicitó investigar a Vladimir Putin por crímenes de guerra y es el autor del proyecto de ley que rebautizó la calle en Washington donde se encuentra la embajada rusa, con el nombre como “Plaza Boris Nemtsov”, en honor al fallecido opositor ruso.
Resulta vergonzoso para un país como Estados Unidos tener un secretario de Estado con tales inconsistencias políticas y de principios, porque mañana pudiera exponer posiciones contrarias a las que hoy defiende a capa y espada, olvidándose de las que tenía.
Donald Trump conoce perfectamente las debilidades y falta de principios de Rubio, lo que hace versionar que pudiera estar debilitando su imagen para más tarde dejarlo fuera del escenario político.
Quizás por eso decidió nombrar enviados especiales a las negociaciones más importantes y peliagudas, como fue la reunión con Venezuela, al encargar Richard Grennel como enviado especial para negociar un acuerdo con el presidente Nicolás Maduro, a fin de que aceptara más venezolanos deportados, a pesar de que Maduro es buscado por cargos de narcoterrorismo y su elección no es reconocida por la Casa Blanca.
Ante esta acción, el flamante secretario de Estado no dijo una sola palabra, a diferencia del año 2022 cuando funcionarios del régimen de Joe Biden viajaron a Caracas y se reunieron con Maduro para acordar la reanudación de las importaciones del petróleo venezolano, donde el entonces senador Rubio calificó aquella decisión “como una traición” a la oposición venezolana.
Otra prueba de la falta de principios de Marco Rubio, está en haber acatado con total servilismo, la orden de congelamiento del dinero asignado a los programas subversivos de USAID, que por años mantuvieron a la contrarrevolución fabricada contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como el despido masivo de sus empleados.
Para arrastrarlo más al lodo, Trump, bajo el asesoramiento de Elon Musk, lo nombró director interino de USAID, con el objetivo de que asumiera los cambios suscitados en dicha entidad federal.
La débil posición de Marco Rubio ante el corte del financiamiento a los programas subversivos, generó serios disgustos en la masa de sus votantes en el estado de Florida, quienes de inmediato declararon: ¿Cómo es posible que el Departamento de Estado cancele esos contratos y Rubio lo permita?
Al parecer los apasionados argumentos en defensa de la democracia y los derechos humanos de Marco Rubio en su etapa de Senador, quedarán solamente para atacar a Cuba, tema que le posibilitó ganar los votos necesarios para llegar al Congreso, porque para el resto de las problemáticas tendrá que cumplir disciplinante las órdenes autoritarias del presidente Trump, si quiere mantenerse en su puesto por algún tiempo, indigna actitud que pone en evidencia su falta de ética y principios.
Mientras tanto, el pueblo cubano resiste unido las políticas criminales de Estados Unidos y su pretensión por matar de hambre y enfermedades a todo un país, el que hace galas de dignidad y vergüenza para mantener su soberanía e independencia.
Sabio José Martí cuando expresó:
“Honor y dignidad se truecan por dinero”
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