Pedro Jorge Velázquez / El Necio - Original publicado en Diario Red


Varios países del Caribe han encontrado en Beijing una alternativa a la tradicional dependencia de Estados Unidos; mientras Guyana, con sus recientes descubrimientos de petróleo, se ha convertido en un punto estratégico codiciado por múltiples actores poderosos del escenario internacional.

Foto de la Oficina de Marco Rubio a su llegada a Jamaica

Foto de la Oficina de Marco Rubio a su llegada a Jamaica

Anda el señor Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados Unidos, por tierras del Caribe: un movimiento que busca contrarrestar la influencia de potencias como China, contener la presencia petrolera de Venezuela en la región y cortar de raíz las misiones médicas cubanas. Pero ¿cómo intenta lograr todo esto?

Aunque escasean las declaraciones oficiales que detallen los objetivos exactos de esta gira, el contexto geopolítico y el historial de Rubio permiten inferir que se trata de un nuevo capítulo en la larga historia de intervencionismo estadounidense en la región.

Esta maniobra no solo amenaza la autodeterminación de los pueblos caribeños y latinoamericanos, sino que también refleja la desesperación de una hegemonía en declive frente al ascenso de alternativas como los BRICS y el liderazgo de China llegando a América Latina con fuerte paso.

Ninguna tierra es menor trascendencia en este escenario. El Caribe también está en disputa: es un territorio de riquezas minerales y bellezas naturales, el cual, geopolíticamente, lleva mucho tiempo integrado a Cuba y a Venezuela en mecanismos como Caricom, Petrocaribe, el Alba-tcp y otros. ¿Qué le preocupa a Washington?

Marco Rubio, quien fuera senador republicano por Florida y figura prominente en la política exterior de Estados Unidos, ha sido un crítico cuasi enfermizo con los gobiernos de izquierda en América Latina: obsesionado toda su carrera política con derribar al gobierno de La Habana, producto de los lazos sanguíneos que le atan a la nostalgia de una Cuba pre-revolucionaria.

Su actual gira por el Caribe incluye paradas en Jamaica, Guyana y Surinam, además de reuniones con varios líderes de la región. Pero Rubio no está en el área para una confraternidad bilateral. Sería muy iluso creer que a Washington le importa hoy el desarrollo económico del Caribe cuando ha sido una región desatendida y explotada históricamente, desde la colonización que aún mantienen sobre Puerto Rico hasta la falta de atención a Haití –excepto cuando busca intervenir– en su crisis permanente.

Pero en el Caribe hay muchos actores. Y nuevos actores. Se ordenan las perspectivas políticas sobre el tablero y la oportunidad de aliarse a la –aún primera– potencia económica del mundo es algo que algunos mandatarios firmarían con los ojos cerrados. Por eso Marco Rubio sabe que no necesita al Caribe completo, solo dividirlo y vencerlo: vieja estrategia, pero que mantiene efectividad.

Sería muy iluso creer que a Washington le importa hoy el desarrollo económico del Caribe cuando ha sido una región desatendida y explotada históricamente

El trasfondo de estas visitas debe ponerse en clave geopolítica, por mucho que Washington la justifique con clichés tradicionales como "seguridad regional y atención al crimen transnacional". Hay más, mucho más, tras bambalinas.

El Caribe de los deseos

El Caribe también ha sido históricamente un "patio trasero" para Washington, un espacio donde Estados Unidos ha ejercido su dominio mediante intervenciones militares, presiones económicas y apoyo a regímenes títeres, como la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba y la de Rafael Trujillo en República Dominicana.

En las últimas décadas, sin embargo, la región ha visto un cambio económico. China ha emergido como un socio clave, invirtiendo más de 7 mil millones de dólares en proyectos de infraestructura en el Caribe entre 2005 y 2020, según datos del American Enterprise Institute (AEI).

Varios países del Caribe han encontrado en Beijing una alternativa a la tradicional dependencia de Estados Unidos; mientras Guyana, con sus recientes descubrimientos de petróleo, se ha convertido en un punto estratégico codiciado por múltiples actores poderosos del escenario internacional

Por ejemplo, en Jamaica, China ha puesto importantes inversiones en puertos y carreteras (como la autopista North-South Highway); en las Bahamas, el desarrollo del megaproyecto Baha Mar (incluyendo hoteles e infraestructura turística); en República Dominicana en financiamiento de centrales eléctricas y carreteras; en Cuba, la modernización del puerto de Santiago de Cuba y proyectos de energía fotovoltaica para contrarrestar la crisis.

Varios países del Caribe han encontrado en Beijing una alternativa a la tradicional dependencia de Estados Unidos; mientras Guyana, con sus recientes descubrimientos de petróleo, se ha convertido en un punto estratégico codiciado por múltiples actores poderosos del escenario internacional.

Ya en 2023 un artículo de The Guardian señalaba que Estados Unidos buscaba intensificar su "diplomacia" en el Caribe ante el creciente peso de China, destacando reuniones de alto nivel con líderes regionales.

Paralelamente, Venezuela ha desempeñado un rol crucial en la integración regional a través de iniciativas como Petrocaribe, que hasta 2019 proporcionó petróleo subsidiado a más de una docena de naciones caribeñas, fortaleciendo su autonomía frente a las presiones de Washington.

Este liderazgo venezolano, junto con la resistencia de Cuba al bloqueo estadounidense, representa un desafío directo a la hegemonía yanqui. La gira de Rubio, en este sentido, puede leerse como una reacción a estas integraciones fortalecidas, un intento de reafirmar el control estadounidense en un momento en que su influencia se erosiona.

Aunque los detalles de las conversaciones de Rubio con los líderes caribeños no han sido revelados, el perfil del senador ofrece pistas sobre sus intenciones. Rubio ha abogado consistentemente por sanciones contra Venezuela y Cuba, y en 2019 fue uno de los arquitectos del fallido intento de imponer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

Su presencia en el Caribe, por tanto, es una maniobra para presionar a los países de la región a alinearse con la agenda antivenezolana y anticubana de Washington.

La visita de Rubio encaja en esta estrategia, pero también podría tener un componente provocador hacia Venezuela. Guyana, por ejemplo, comparte una frontera disputada con Venezuela en la región del Esequibo, un conflicto territorial histórico que Washington ha buscado explotar para debilitar a Caracas.

Reforzar la relación con Guyana en este contexto no solo fortalece la posición estadounidense en el tablero energético —dada la explotación petrolera de ExxonMobil en aguas y tierras guyanesas—, sino que sirve para sustituir el petróleo que llegaba desde Venezuela, tras la cancelación de la licencia que le permitía a la transnacional Chevron comprar e importar a EE.UU. petróleo venezolano.

Por lo cual, Guyana –el país del mundo de más crecimiento económico en 2024– es la «guinda del pastel» y por eso Trump, a través de Rubio, también envía un mensaje intimidatorio a Nicolás Maduro.

«Sería un enorme error y un día muy malo para el régimen venezolano si atacara a Guyana o a ExxonMobil. Sería un día muy malo, una semana muy mala para ellos, y no terminaría bien", declaró en la rueda de prensa convocada en Georgetown junto a Irfaan Ali, presidente de Guyana.

Además, la mención del «crimen transnacional» como posible tema de discusión no debe tomarse a la ligera. Estados Unidos ha utilizado históricamente el discurso de la seguridad para justificar intervenciones en América Latina, desde la invasión de Panamá en 1989 hasta las operaciones antidrogas en Colombia; y tampoco es muy distinto a la retórica que usa en el presente para con México.

Guyana –el país del mundo de más crecimiento económico en 2024– es la «guinda del pastel» y por eso Trump, a través de Rubio, también envía un mensaje intimidatorio a Nicolás Maduro.

En el Caribe, donde el narcotráfico es un desafío real, este argumento podría servir como pretexto para aumentar la presencia militar o de inteligencia estadounidense, erosionando aún más la soberanía de estos países.

Cooperación médica cubana: la espina clavada

La gira de Rubio no es un evento aislado, sino parte de un patrón de injerencia que pone en riesgo la autodeterminación del Caribe en su derecho inalienable de elegir sus alianzas, sus modelos económicos y su destino sin la tutela de potencias extranjeras.

Es por eso que Marco Rubio ha buscado también cortar las alianzas en materia de cooperación médica entre los países del Caribe y el gobierno de La Habana; sin tener en cuenta que estos acuerdos son vitales para la cobertura sanitaria de los caribeños y las caribeñas. Pero claro, contra Cuba «todo vale».

Marco Rubio ha hecho hincapié en su ataque a las misiones médicas cubanas. Ha calificado estas misiones como una "práctica atroz", denunciando que los médicos cubanos operan "bajo condiciones de explotación laboral" y que son una "forma de esclavitud moderna", argumentos con los que intenta convencer al Caribe de finalizar estos acuerdos.

Rubio argumenta que este modelo beneficia económicamente al gobierno de La Habana mientras somete a los profesionales de la salud a un sistema de trabajo forzado, y ha defendido medidas como restricciones de visas a funcionarios vinculados con estos programas, una política que comenzó a implementarse justamente en febrero de este 2025.

Los líderes y países del Caribe han reaccionado ya rechazando las acusaciones de Rubio. El primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, destacó que los médicos cubanos son fundamentales para cubrir el déficit sanitario de su país y afirmó que su gobierno los trata conforme a las leyes laborales locales, negando cualquier explotación.

Marco Rubio ha buscado también cortar las alianzas en materia de cooperación médica entre los países del Caribe y el gobierno de La Habana; sin tener en cuenta que estos acuerdos son vitales para la cobertura sanitaria de los caribeños y las caribeñas.

Otros líderes de la Comunidad del Caribe (Caricom), como Ralph Gonsalves de San Vicente y las Granadinas, han cuestionado las sanciones estadounidenses, argumentando que la cooperación médica con Cuba es legal y vital, y han reafirmado su soberanía para mantener estos acuerdos. Cabe aclarar que toda esta comunidad condena el Bloqueo económico y financiero que impone EE.UU. hace más de 60 años a la mayor de las Antillas.

Esta postura refleja una tensión/contradicción en materia de intereses: ubicada entre la presión injerencista de Estados Unidos y la cooperación médica ofrecida por Cuba; y en esta balanza, varios mandatarios han defendido la prioridad de la salud de sus poblaciones, como no podía –ni debería– ser de otro modo.

La amenaza perenne

La gira de Rubio por el Caribe es un recordatorio de que la hegemonía estadounidense no tolera competidores. China, con su enfoque de cooperación sin condiciones políticas, ofrece a los países caribeños una vía para diversificar sus relaciones internacionales.

Cuba y Venezuela, a pesar de las sanciones y el aislamiento, han demostrado que es posible resistir y apoyar a otras naciones del área, algo que la obsesión encarnada de Washington no tolera y se traducirá en redoblar la presión para mantener a la región bajo su órbita.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), revitalizada en los últimos años por el trabajo de Honduras, ofrece un espacio para coordinar varias estrategias soberanas donde claramente tiene peso la comunidad del Caribe.

Esta dinámica tiene implicaciones profundas. Si países como Jamaica, Guyana y Surinam ceden a las demandas de Estados Unidos, corren el riesgo de convertirse en peones en una guerra fría renovada, sacrificando su independencia por promesas de inversión o seguridad, y recogiendo el desamparo y la extorsión que siempre –y solo– ha demostrado ofrecer Washington.

El otro camino, más difícil, es el de la unidad caribeña y latinoamericana en defensa de la autodeterminación. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), revitalizada en los últimos años por el trabajo de Honduras, ofrece un espacio para coordinar varias estrategias soberanas donde claramente tiene peso la comunidad del Caribe.

Es imperativo que los países caribeños vean con recelo cualquier intento de Washington por imponer su agenda. No llegan como socios, llegan como mayorales. Y ante eso, solo debe ser un objetivo común la necesidad de emanciparse de la sombra estadounidense y construir un futuro autónomo, si algún día queremos lograr la tan ansiada y necesaria soberanía latinoamericana y caribeña.

La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación.

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