Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce.- El fraude electoral en Ecuador se planificó y estructuró desde mucho antes de celebrarse el balotaje de este 13 de abril entre la candidata Luisa González del movimiento Revolución Ciudadana y el ultraderechista Daniel Noboa de Acción Democrática Nacional.
Pese a que todas las encuestas, incluso la Corpmontpubli, avalada por el Consejo Nacional Electoral daba la victoria a González, el cómputo final declaró a Noboa como ganador por 55,65 % a favor contra 44,35 % para su contrincante, un por ciento completamente inverosímil cuando hasta el movimiento indígena Pachakuti le había ofrecido el apoyo a la candidata progresista.
Entre las anomalías que presentó González por el “fraudulento proceso” se hallan, el estado de excepción a pocas horas del inicio de la votación en siete provincias en las cuales siempre gana la Revolución Ciudadana; las restricciones del CNE con el voto desde el exterior; la reasignación de 18 registros de votación; el consentimiento del CNE de irregularidades cometidas por Noboa; validación de documentos por el ente electoral sin firmas que favorecen al ganador, entre otras más.
Sintomáticamente, todos los medios hegemónicos de comunicación y los poderosos medios digitales de la derecha internacional dieron el apoyo al presidente Noboa para tratar de ocultar las numerosas anomalías en el proceso electoral.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) por su parte planteó que “lo que ha ocurrido en este país no es solo un caso de irregularidades administrativas: se trata de un montaje sistemático, orientado a imponer por la fuerza un proyecto autoritario cuyo ascenso al poder de Noboa carecer de legitimidad democrática.
“Las señales de fraude, agregó, son múltiples y alarmantes: alteraciones de última hora en los lugares de votación, uso arbitrario de recursos estatales con fines clientelistas, exclusión deliberada de veedurías internacionales, y la inaceptable suspensión del voto de miles de ecuatorianos en el exterior”.
Para el ALBA-TCP, el balotaje se desarrolló bajo un tendencioso e insólito decreto de estado de excepción, con impacto en las provincias de mayor tradición electoral popular. Además existió un “ambiente de amedrentamiento general a la ciudadanía y de abierto ventajismo por parte del gobierno de Daniel Noboa. Este porcentaje representa más de 10 puntos de ventaja en una elección en la cual expertos y encuestadoras vaticinaban de difícil pronóstico.”
Pero analicemos otros hechos y datos importantes. Cinco días antes del balotaje, el Ministerio de Relaciones ecuatoriano declaró que la desprestigiada y anexionista OEA había elaborado un “Programa de Seguridad Multidimensional para Ecuador”, el primero en Latinoamérica diseñado por el organismo en materia de seguridad y defensa de un país miembro.
Sobre los detalles del programa dialogaron el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, y la ministra de Relaciones Exteriores de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, en una reunión sostenida en Washington, donde abordaron temas de cooperación regional para combatir el narcoterrorismo y el apoyo de la OEA al próximo proceso electoral en Ecuador.
Más claro ni el agua. Todo se enfilaba a que el derechista y pro-estadounidense Noboa se alzara con la victoria.
Desde hace varios meses Estados Unidos prácticamente controla la mayoría de las acciones en el país. Noboa, en su agenda neoliberal, tiene una larga sumisión a Washington al facilitarle el establecimiento de bases norteamericanas como la de las Islas Galápagos (declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad) y cuyas tropas ya pueden circular libremente por el territorio nacional.
Este hijo de multimillonario nacido en La Florida, ha firmado dos tratados de cooperación militar con Estados Unidos desde diciembre del 2023, que incluyen la presencia de submarinos, personal militar y equipamiento en las Islas Galápagos para el control marítimo del Pacífico y ahora conversa para entregar nuevamente a Washington la base de Malta que fue cerrada por el gobierno de Rafael Correa.
Aviones de inteligencia AWACS de Estados Unidos, sobrevuelan las principales ciudades del país como Guayaquil, Quito, Cuenca, Ambato para controlar cualquier movimiento sospechoso contra el régimen.
Semanas atrás Noboa contrató a la empresa militar estadounidense Blackwater, dirigida por el mercenario Eric Prince, para llevar adelante “la guerra contra la delincuencia”. La Blackwater es conocida por los crímenes cometidos contra civiles en Afganistán e Irak.
La OEA, dirigida por Washington, está al mando de lo que ocurre en el país andino y el propio Almagro informó que el programa es una "estrategia de asistencia técnica que comprende el fortalecimiento de sistemas de inteligencia e investigación penal, el control del tráfico ilícito de armas, programas de prevención comunitaria y escolar frente a la violencia y captación de menores".
Bajo todas esas condiciones expuestas anteriormente se desarrollaron las elecciones en Ecuador. Resultaba muy difícil para Luisa González salir triunfadora ante una maquinaria de fuerzas de derechas internas y externas bien engrasada para cometer el fraude.
La doctrina Monroe, resucitada por la administración de Donald Trump, tiene sus tentáculos sobre Latinoamérica. Estas son las elecciones “democráticas” que ellos pregonan: si gana la izquierda es fraude, si lo hace la derecha, son limpias. Los pueblos de nuestra América deben aprender la funesta lección ocurrida en Ecuador.
*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional
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