En Estados Unidos, recibió ofrecimientos de “ciertas personas” para que realizara provocaciones políticas en La Habana y a partir de ese momento dirigió sus obras plásticas hacia un activismo a favor de los “derechos humanos” en Cuba y denuncias sobre supuestos “enfrentamientos contra las fuerzas represivas” de la Isla, todo en el marco de campañas anticubanas fabricadas por la mafia terrorista de Miami.
A finales de diciembre de 2014 preparó un performance con marcada intencionalidad política, titulado El Susurro de Tatlin, con la pretensión de ejecutarlo el 30 de diciembre en la Plaza de la Revolución, lugar emblemático de reunión del pueblo para defender su independencia de Estados Unidos, lo que le fue impedido.
La cobertura comunicacional preparada de antemano por los yanquis, intentaba convertir a la provocadora en una “víctima” del sistema socialista, cuando el mundo conoce perfectamente de los miles de actos ejecutados por el gobierno de Estados Unidos contra el pueblo cubano, desde criminales actos terroristas organizados por la CIA, guerra económica, comercial y financiera, campañas mediáticas y operaciones psicológicas como la execrable Operación Peter Pan.
Para que no argumentara que en Cuba se le impedía ejecutar su “performance”, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas cubano, le propuso alternativas para desarrollarlo, siempre en espacios de alguna institución cultural de prestigio en el ámbito de las artes visuales, algo que Brugueras no aceptó debido a que su proyecto era llevar a cabo la provocación en la Plaza de la Revolución, como si en otros países le permitieran hacer algo parecido en zonas de alta significación.
Dándole continuidad a su línea de trabajo contra la Revolución, en el 2016 inauguró un denominado Instituto de Artivismo Hannah Arendt, INSTAR, con el fin de crear una plataforma institucional para que los cubanos “puedan informarse sobre sus derechos civiles, promuevan discusiones críticas y formen parte de un espacio alternativo donde personas con diferentes posiciones políticas puedan trabajar juntos en un ambiente democrático”.
Esa inauguración era otra de sus desafíos al gobierno cubano, porque ella había solicitado un permiso ante la dirección Municipal de Trabajo de la Habana Vieja para ejercer como repasadora a domicilio de niños de primaria y secundaria básica, algo bien diferente a la conformación de citado Instituto.
En el sitio Web de esa organización se asegura que el fin perseguido es “tratará de desarrollar un lenguaje común con herramientas creativas para la expresión individual y colectiva en la esfera pública, que potencie la libertad de expresión y la responsabilidad social”, algo que no tiene relación con el arte, tras el que se solapa para conformar una contrarrevolución activa en el sector cultural.
¿Tiene eso algo que ver con el arte? No.
La investigadora Frances Stonor Saunders lo alertaba en su libro La CIA y la Guerra Fría Cultural, en el cual revela nombres de intelectuales y artistas que actuaron tal y como deseaba la CIA, y después aseguraron que “no sabían” lo que había oculto en esas actuaciones, similares a las que ejecuta Tania Bruguera.
En el caso de Cuba, con todos los antecedentes denunciados y publicados, no es posible alegar desconocimiento porque en la actualidad todas las informaciones se encuentran a la mano en Internet.
En 2019 regresa a La Habana para realizar nuevas provocaciones y alterar el orden público, como fue sentarse junto a otros de sus vinculados, en la calle frente al edificio donde radica el Ministerio de Cultura. Por esa acción fue trasladada a la estación de la policía, siendo liberada después de levantarle las actuaciones correspondientes.
En 2018 Tania Brugueras había realizado una convocatoria para un concurso de cortometrajes, con el objetivo de promover el cine “independiente” en Cuba, cuyo premio en metálico era de casi 15 mil dólares, hecho muy significativo pues documentos oficiales de la National Endowment for Democracy (NED), afirman que dicha agencia destinó ese año, 55 mil dólares para promover el cine “independiente” en Cuba.
No puede haber casualidad, todo forma parte del programa diseñado para arrastrar a los artistas cubanos hacia las corrientes ideológicas que desean los yanquis.
La NED fue creada bajo la administración del presidente Ronald Reagan, con la intensión de ejecutar acciones subversivas contra la URSS y los países socialistas, y según declaró en 1991 Allen Weinstein, historiador y primer presidente de la NED: “Mucho de lo que hoy hacemos, ya lo hacía la CIA hace 25 años de manera encubierta”.
Una de las más recientes actividades de Tania Brugueras fue la entrega en La Habana, el 7 de marzo 2019, de los Premio PM: Fondo INSTAR para el Audiovisual Cubano 2019, auspiciados por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt, creado por ella, donde involucró mal intencionadamente al destacado cineasta cubano Fernando Pérez, quien aceptó ser miembro del jurado de una actividad, evidentemente orientada desde Estados Unidos, que pretende dividir y crear una disidencia dentro del arte cubano.
Quienes deseen estar al tanto de cómo es la creación artística de Tania Brugueras, deberían conocer que, en septiembre de 2009, medios internacionales divulgaban la noticia que ella había ofrecido veinte líneas de cocaína a los espectadores, durante un “performance” en la Universidad Nacional de Bogotá.
Aquel “performance” estuvo carente de valores artísticos y más bien fue un acto delictivo desprovisto de sentido ético y estético.
Todo avizora que la próxima Bienal Internacional de la Habana volverá a ser un magnifico evento, pero atentos y que suenen a tiempo las alarmas, porque los ideólogos norteamericanos no dejarán pasar ese momento para nuevamente introducir a sus peones, con el interés de ensombrecer la excelente fiesta de las artes plásticas.
Razón tiene José Martí cuando afirmó:
“Necesita a veces la atención cansada, un recurso accidental que la sacuda y la reanime”.
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.