A modo de introducción.- El 10 de julio de 2021, hace tres años, la contrarrevolución quiso asestar un duro golpe al Gobierno de Cuba revolucionaria. La situación en la Isla irredenta era sumamente complicada. A un bloqueo genocida e ilegal, recrudecido por Donald Trump y mantenido intacto por Joe Biden, había que sumarle la pandemia de la Covid-19, que afectó muy gravemente a todo el mundo; más a Cuba, todavía, cuya parte importante de su economía se sustenta en el turismo. Con los aeropuertos cerrados y la afluencia de turistas obviamente anulada, la heroica población tuvo que resistir quizás más que nunca.

En 1840, Félix Varela, el más notable pensador cubano de la primera mitad del siglo XIX y de quien José de la Luz y Caballero dijo que fue el que “primero nos enseñó en pensar”, dejó escrito: “Según mi costumbre, lo expresaré con franqueza, y es que en el campo que yo chapeé —valga ese terminito cubano— han dejado crecer mucha manigua —vaya otro—; y como no tengo machete —he aquí otro— y además el hábito de manipularlo, desearía que los que tienen ambos emprendieran de nuevo el trabajo”.

Se dice, no sin acierto, que la Revolución Cubana se puso en marcha el 10 de octubre de 1868. En aquella histórica fecha, Carlos Manuel de Céspedes reunió a todos los esclavos en el batey de su finca La Demajagua y les dijo: “Ciudadanos, hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar su independencia. Los que me quieran seguir que me sigan; los que se quieran quedar que se queden, todos seguirán tan libres como los demás”. Al día siguiente, el ataque frustrado al pueblo de Yara fue el primer hecho armado de la Guerra de Liberación de los Diez años.

El texto que expongo a continuación lo escribí en febrero de 2008 y, además de otros medios, lo publicó el Diario Granma (órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba) el día 23. Entonces, por problemas de salud, Fidel acababa de anunciar que no aspiraría ni aceptaría los cargos que hasta entonces había desempeñado. Hoy, 16 años después y a siete de su desaparición física, obviamente la situación es diferente, pero la esencia del artículo sigue siendo igualmente válida.

El abrazo, por supuesto, es extensible a los y las compañeras de Cubainformación y la asociación Euskadi-Cuba.

“Hoy no quiero decirte Comandante ni Barbudo ni Gigante, todo lo que sé de ti. Hoy quiero gritarte, Padre Mío, no te sueltes de mi mano, aún no sé andar bien sin ti”(Raúl Torres)