Jesús Arboleya Cervera - Progreso Semanal.- Desde el triunfo de la Revolución, uno de los objetivos de la política norteamericana fue drenar a Cuba de la fuerza de trabajo calificada que requería el buen funcionamiento de la economía. Decenas de miles de profesionales y técnicos emigraron, en buena medida, alentados por las ventajas excepcionales que les ofrecía esta política, lo que obligó a un esfuerzo educacional monumental para suplirlos.