En medio del campo baldío, cubiertos con chapa metálica ondulada, hay unos barracones que sirven de colegio a la infancia de las poblaciones cercanas. Delante de sus compañeros y compañeras, que están de pie, en filas, una niña lee con voz encendida: Buenos días patria mía. Buenos días tierra querida desde siempre. ¡Viva Palestina libre y árabe! ¡Viva!, gritan los demás. Entonces suena el himno de Palestina por un altavoz, y juntos cantan: Mi patria, mi tierra, la tierra de mis ancestros. Mi patria, mi patria, mi patria, mi pueblo, mi pueblo eterno. Con mi determinación, mi fuego y el volcán de mi regreso escalé montañas, luché, alcancé lo imposible, me liberé de mis cadenas. ...