Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- A pesar de estar desacreditada en las luchas de los pueblos, la industria militar, sobre todo la nuclear, ha convertido a la carrera armamentística en la base fundamental para la independencia de un país y al mismo tiempo para la desaparición de todos. Ante ello, priman la frivolidad y el azar junto al olvido y la tragedia. Es la primera época de la humanidad que se mata a sí misma sin distinciones de clases sociales. Se desgastan la palabra, el lenguaje, las ideas, el encuentro y se van fortaleciendo la brutalidad del poder y el laberinto de la ley en el vértigo del espectáculo. Se impone salir adelante sea como sea, aunque a ello solo puedan acceder los que lo puedan pagar con amplitud. Y para controlar decisiones y acciones de los que luchan por un cambio están los Bancos como otro agente represor. Por ello, ya no nos sorprenden las astucias del orden agotado: el crecimiento de religiones emergentes; la férrea defensa de la libertad, los derechos individuales y la gran empresa privada a la que muchos creen que podrán acceder algún día frente a la producción irresponsable, el consumo banal y la lotería llegando del más allá; la adicción a ciertas nuevas tecnologías con su don para robarnos el tiempo y la familiaridad; la obsolescencia quebrando al pensamiento interrogante; la astrología que unifica la Información y manipula las Comunicaciones a través de un Sistema Político, Económico y Social que, en vez de favorecer que no colapse la humanidad, premia no colapsar a los mercados.