Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Si no entendemos que la vida pasa y siempre se lleva algunas alegrías para demandarnos otras, nos quedaremos sin palabras. Necesitamos compartir con amplios sectores de la población la creación de nuevos entusiasmos. De no conseguirlo, no seremos oídos, ni leídos y mucho menos tenidos en cuenta para que la verdad no sea tan aburrida y solamente nuestra. Nada nos aporta consagrar una unanimidad si nos expulsa del tiempo que vivimos. No aceptar la multiplicidad generada por la propia firmeza en los principios revolucionarios es estancar la gloria vivida. Cuba no creó escuálidas mentes parasitarias y siempre, mayores o menores, tendremos enemigos. De ahí la urgencia que sea la misma Revolución quien, por conciencia de sus razones e intentando librarse de todas sus corrupciones, reciba todos los pensamientos, argumentos, matices e inteligencias -definidos por la hondura de la honestidad-, que buscan entrar al bastión de la Patria porque sus corazones no le pueden permitir el silencio.