Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Para nadie es un secreto la difícil realidad cubana y la complejidad de su solución. Múltiples preguntas rondan a muchos cubanos: ¿Cuándo se arreglará esto? ¿Tendré algún futuro, o presente? ¿Qué quiero cambiar? ¿Contra quién voy a luchar, o contra qué? ¿En algún país puede uno saltarse la disciplina que se debe a la responsabilidad aceptada? ¿Quién soy, o de dónde vengo? ¿Debo hacerme preguntas más sencillas? ¿Por qué los sacrificados médicos y todo el personal sanitario cubano no tienen el salario justo, necesario y adecuado que les pertenece? ¿Por qué los sacrificados maestros y todo el personal de la enseñanza no tienen lo mismo? ¿Y por qué también no lo tienen los sacrificados pensionistas, los científicos, los ingenieros, los arquitectos, los trabajadores de la construcción, los campesinos, los que limpian las calles y los baños públicos, los artistas, los deportistas de alto rendimiento, los dirigentes, los periodistas y todos los trabajadores cubanos sin excepción para que los jóvenes puedan estudiar en paz y los niños jugar sin que nada les quite la sonrisa? ¿Todo eso es posible en el país que continúa acosado por un mundo donde su mayor poder quiere destruirlo con unas cuantas noticias? ¿Acaso la gran interrogación está en entender que ante la catastrófica crisis del sistema capitalista mundial solo cabe nombrar al socialismo como única salida? ¿Cuba es fiel a esa encrucijada, o es que el socialismo cubano va con el ritmo de sus posibilidades? ¿Qué valor tiene mi individualidad? ¿Haga lo que haga, y que solo me corresponde a mí la decisión, es necesariamente lo que debe hacer el país?