Por
Lázaro Fariñas*/Foto
Virgilio Ponce -
Martianos-
Hermes-
Cubainformación.- No hay cosa que disguste más que la doble moral, esa, la de "haz lo que yo digo, no lo que yo hago". La doble moral existe en cualquier lugar y la practica cualquier persona, como esas que se rasgan las vestiduras, afirmando que el resto de las personas deben hacer lo mismo, mientras ellas hacen lo que mejor les parezca. Lo mismo la practica un sacerdote pederasta católico que habla de las bondades del Dios divino mientras al fondo de la rectoría se aprovecha de un menor de edad, que lo hace un predicador evangélico que sermonea a sus feligreses por la tarde sobre la necesidad de serles fiel a sus esposas, a la vez que por la noche tiene encuentros escurridizos en callejones obscuros con prostitutas de la peor calaña, o como lo hace un maestro de cívica en el aula de su escuela cuando le habla a sus estudiantes sobre la necesidad de cumplir con las reglas de la moral y el civismo, mientras que en el recreo trata de seducir a una adolescente. La doble moral está en todas partes, hasta en los policías que persiguen con saña los amigos de lo ajeno y sin embargo, le exigen al comerciante el soborno por debajo de la mesa. La doble moral no tiene límites, no tiene fronteras, está en los jueces corruptos, en los políticos demagogos, en los comerciantes ladrones que le roban a sus cliente en las pesas, en fin, como dicen los españoles, en cualquier lugar se cuecen habas.