Vincenzo Basile - blog Desde mi ínsula / Cubainformacion. - Estaba en la parada de una guagua en Casablanca (la de La Habana, no de Marruecos), cuando pasó algo que me dejó completamente atónito, casi incrédulo: un joven cubano, quizás un poco más grande que yo, estaba conduciendo una Mercedes. La escena fue demasiado rápida. El lujoso carro desapareció en pocos segundos y no tuve tiempo de sacar la cámara de mi bolsa para poder inmortalizar el “fantástico espectáculo”.
Saqué unas rápidas cuentas, tratando de recordar fatigosamente los precios europeos de un carro de ese tipo. En la “mejor” de las hipótesis, el joven afortunado habría comprado ese carro en el mercado del usado y, siempre en la “mejor” de las hipótesis, lo habría pagado en alrededor de 15 mil euros, poco menos de 20 mil pesos convertibles (alrededor de 500 mil pesos cubanos). En ese momento todo me pareció tan paradójico e inexplicable, una sensación muy común para los que viajan a la mayor de las Antillas y “descubren” dualismos socio-económicos que supuestamente el lejano triunfo revolucionario habría debido eliminar.