Yohan González Duany - Blog Desde mi Ínsula - A veces siento envidia de mi abuelo. A su avanzada edad y en el ocaso de su vida sigue conservando la misma determinación que lo impulsó, casi a mi edad, a lanzarse a luchar por un ideal que iba en contra del status quo de la clase a la que él pertenecía. No era millonario, pero tampoco era pobre. Con 21 años y heredero de florecientes negocios en la barriada habanera de Santo Suárez, fue en contra de su propio padre y esquivando tiroteos, persecuciones, operativos y represión, se hizo clandestino y se hizo revolucionario. Siento envidia de ese hombre que a su edad todavía conserva, casi intacta, la fe por un ideal que todos conocemos como Revolución cubana, pero que él siempre ha considerado como una Revolución social y humanista.