Cuando los habitantes de la oficina conocida por el nombre de Departamento de Estado de EEUU quieren que se hable de sus objetivos, al oficial que lo expone se le tuerce la boca y se le abre de manera horrenda el hueco, torciendo la pequeña caverna oscura por la que asoma la cabeza de una serpiente que se mueve palabra a palabra, y entre los labios que van en dirección contraria uno de otro, los ojos en blanco y que arruga las cejas, parece un monstruo sacado de un espejo deformante. Sus palabras son iguales a su cara, es posible que asuste, pero nadie que lo tenga ante si mismo o escuche lo que dice, nadie, le va a creer. Y si escribe, ¡ay si escribe!, entonces no se ve la cara, pero se le ven las costuras pegando piezas desparejas, ... ¡qué hipócrita! Cada informe del Departamento es deforme y deforma la realidad. El caso es que ya lo explicó bien clarito en una universidad de Texas en abril de 2019 el secretario de estado, ex director de la CIA, Mike Pompeo: “Mentimos, engañamos y robamos”, era el encargado de Trump para dirigir esa tarea. El mafioso Pompeo fue el que daba las órdenes al infausto Grupo de Lima para que los lacayos que lo formaban mordiesen a Venezuela. Mike fracasado como se ha visto, pero confeso mentiroso y ladrón, también sacó su culebra entrenada en el robo, Guaidó, a la que el “occidente global” dijo reconocer, con el papel especial del palmero español de Pompeo, Sánchez, que se atrevió, con chulería de conquistador, a dar 8 días al Presidente Maduro para que recogiese sus cosas y se fuese dejando al ofidio casablanquino la presidencia. ¿Recuerdan sus palabras despreciativas y amenazantes?, no se puede ser más arrastrado que un autocolonizado. Un ejemplo de nuestros días, el crimen cometido con el diplomático Andrés Saab, víctima de éstos viperinos, mentirosos y ladrones que ahora cierran la boca.