“En 1948, una asamblea llamada “Naciones Unidas”, se atribuyó un derecho que por supuesto no le pertenecía: el de proclamar un Estado judío en Palestina. Está claro que en el estado actual y presente del derecho, los judíos no tenían ni tienen todavía el menor derecho a apropiarse la menor parcela de la tierra palestina, como tampoco lo hubieran tenido en Madagascar, Argentina, Uganda o Birobidjam (donde se contemplaron proyectos semejantes).
Todo cuanto han hecho los judíos en Palestina desde 1948 es nulo desde el punto de vista del derecho, aunque israel nos ha enseñado que se pueden proclamar decenas de resoluciones de la Naciones Unidas sin que pase gran cosa. Israel es un Estado de hecho, impuesto por la fuerza. Todo el territorio israelí es territorio ocupado, y no sólo Cisjordania y Gaza.
Aún las resoluciones inicuas de las Naciones Unidas de 1947 son caducas ya que preveían la creación de dos Estados en Palestina. El derecho internacional es pues una ficción que se utiliza según las circunstancias, y esto es conocido. Pero el derecho de hombres y mujeres a vivir en la dignidad es absolutamente indeformable. No se le puede arrebatar a las personas, en todo caso, no más que la propia vida. Palestina les pertenece a los palestinos. No puede pertenecer, bajo ningún artificio, ni a moldavos, ni a polacos, ni a ucranianos, ni a rusos, ni a marroquíes, ni a yemenitas, emigrados y organizados para robarse la tierra, los árboles, el agua, las carreteras, las viviendas de las personas que durante milenios han habitado allí.”
Del libro titulado “La “cuestión judía” en América del Sur”. Autor: Norberto Ceresole. Eciciones Al-Ándalus.