Ramón Pedregal Casanova.- Sancho: “… si no me entienden, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero no importa: yo se que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho”.(2,19)
Cide Hamate: “Tu, lector, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo ni debo ni puedo más, …”. (2,24)
Platón dijo: “Cuando miramos nos vemos a nosotros mismos”. También se ha dicho: “Vemos solo lo que conocemos”. Y es que el mundo contemplado desde lo convencional no nos presenta dudas. Ahora bien, si hablamos de una novela moderna nos referimos a una obra de arte literario que mira el mundo y plantea dudas sobre él. Nos pone delante algo que vive bajo lo convencional y no vemos, de modo que cuestiona lo que concebimos añadiendo y despertándonos al otro lado de la realidad, al otro lado del espejo en que nos miramos. La novela contesta al conflicto que el mundo plantea. Un elemento, entre otros, separa la novela moderna de la novela antigua: a la novela moderna le interesa lo que pasa por dentro a los personajes, lo que la vida hace de ellos, con ellos o en ellos, cómo los cambia el mundo; a la novela antigua le interesa lo que hacen los personajes al mundo, las acciones que llevan a cabo.