Por Octavio Fraga Guerra* - Cinereverso - Cubainformación.- La cámara se apresta a congelar una escena. Se abre el diafragma, se expande sobre un eje imaginario y, cual si nada, se cierra con los ardores de velocidades inconfesables. Recibe, por los poderes de un instante, una vigorosa luz inscrita sin nombre. Las sombras hacen su parte, calibran la puesta, redondean el discurso que se materializa por la voluntad de muchos, por la hidalguía del personaje. Y claro está, por el talento del autor de esta pieza, que busca encumbrar un momento, dibujar con signos los trazos de un hombre simbólico.