Un amigo así, como Raúl, le hace a uno más responsable, mejor persona, más capaz de entender y de hacer. Quién tuviera hoy un amigo así.
Recuerdo uno que tuve con edad cimera que me decía: “Yo no aguanto ésta parsimonia, vamos a tener que echarnos al monte”, y yo le reconvenía sonriendo: “¿Cómo dices eso?”, mientras pensaba que pareceríamos dos viejos a los que tomarían por locos. Sin acabar él volvía a decir: “Nos vamos tu y yo.” Aquél amigo, su vida, era una lección de historia mostrando siempre imágenes que valen más que mil palabras.