Rosa Miriam Elizalde - Cubaperiodistas.- Ernest Hemingway aprendió en Cuba que el mejor modo de pasar un huracán es teniendo el oído atento a un radio de batería y las manos ocupadas con una botella de ron y un martillo para clavetear puertas y ventanas. El escritor estadounidense se apropió de la jerga típica de meteorólogos y pescadores cubanos que hablan de “la mar”, en femenino, y del huracán como demonio o brujo maligno, y que acostumbran decir, cuando una tormenta sale de la isla, que “entró en el canal” o que “cruzó de tierra”.