Dieron un golpe de Estado, bombardearon Donest y Lugansk, quemaron la sede de los sindicatos y quemaron a los sindicalistas, prohibieron a los comunistas y a todos los partidos que no eran nazis, prohibieron el ruso y persiguieron a la gente común, rompieron los Acuerdos I y II de Minsk, Zelinevsky declaró que Ucrania se disponía a almacenar armas atómicas, prepararon ejércitos nazis con instructores de la OTAN, entraron comandos de las SAS inglesa y los boinas de EEUU y ya tenían prevista la invasión de las Repúblicas Populares para acometer luego contra Rusia. La crisis imperialista les conducía a la imposición de lo que llamaron el “nuevo orden” capitalista, “el gran reinicio”, tenían que acabar con el posible opositor al propósito de nueva dominación que acompaña a la guerra planeada. Cargados de armas por EEUU-Inglaterra y Europa, los que en su crisis anterior habían financiado a los nazis, los habían preparado de nuevo, antes para derrotar al Estado obrero, ahora para recuperar el capitalismo necesitan derrotar a la potencia que le hace sombra, y eso requiere dividir, desgastar, derrotar a Rusia. Rusia estaba enterada del día y la hora, y decidió la acción defensiva antinazi. ¿Recuerdan aquello de “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista. Cuando encarcelaron a los … Ahora vienen a por mi y no queda nadie que me pueda defender”. La prensa monopolista, las corporaciones capitalistas acompañan callando, censurando o falsificando la Historia. Les muestro una escena trágico-socarrona mientras se nos informa de lo que el mando imperial calla. Una parte del fracaso del imperio sería que nadie crea a los falsimedia, que la batalla por el dominio psicológico para empujar a la guerra la pierdan, que los pueblos del mundo retomen la Historia como fue y no digan después “como yo no era ruso, guarde silencio”.