Que no es deficiencia, como enfatiza rabiosamente Jeremiah Wright

Ernesto González - Cubainformación.- La ciudad está de fiesta y hasta la naturaleza se ha confabulado con la alegría que se siente. El día de elecciones fue precioso (en su doble significado). El lago que siempre he reinterpretado como mar, amaneció con esa calma chicha del verano caribeño aunque sin su canícula. La inmensidad del Lago Michigan siempre me ha ayudado a paliar el frío, los vientos huracanados que se desatan en sus riberas y el temperamento impredecible de los residentes del Medio Oeste. Para mí este lago es el Mar Michigan. Y la fiesta se desata en una de sus riberas populosas.


El alcalde rechazó todo tipo de preocupaciones por la seguridad de la multitud que se iba a reunir en el centro de la ciudad, y todo lo contrario, exhortó a acudir a la celebración aun fuera de la zona designada. Ahí están las calles, las aceras, la ciudad entera a disposición de la fiesta, y del orgullo que siente la gente porque el próximo presidente de Estados Unidos vive en Chicago. 

La ciudad festeja, aunque los cambios que se avecinan no serán espectaculares. Los niños de los barrios pobres (desventajados, como sería cool decir), a quienes di clases durante mis primeros meses en esta ciudad, continuarán en aulas abarrotadas y escuelas desorganizadas. Muchos consultorios médicos conservarán la atmósfera de una fábrica de producción continua, con una atmósfera despersonalizada a la cual no nos acostumbramos quienes somos de otras culturas (el cliente/paciente quizás no siempre tenga la razón). Los religiosos conservadores seguirán más preocupados por los no nacidos que por los que ya están viviendo en el planeta, y les continuará importando un bledo los niños que han muerto en Iraq y en otras partes pletóricas de pobreza (by the way, ¿y ese Haití quién es?). La violencia pandillera seguirá llevándose vidas de jóvenes o de camorristas ya desgraciados por la miseria, las drogas químicas, televisivas o Internetivas (válido neologismo para la época), o embelesados por el más que les proponen por doquier, para que sueñen en lugar de vivir. La hipnosis ocasionada por los objetos aumentará, y estaremos cada vez más al servicio de lo último que nos venda la tecnología (ya está a las puertas la próxima generación de muñecas/os inflables, entre toda una ringlera de nuevos y convenientes productos para el sexo en solitario, o sea, acompañado de algo). La lista de los cambios que no veremos, sería infinita.

Sin embargo, hay muchas razones para festejar. Por ahí ha de andar celebrando el negro que casi me hace la historia de Chicago durante veinte minutos en el tren elevado, años atrás. Un negro muy viejo y duro de pelar que conoció a Al Capone. Y está la negra desconocida y elegante con la que compartí en un restaurante, de mesa a mesa, la incomprensible matanza del día anterior en la escuela Columbine. Y por algún rincón del Grant Park podría haber estado el negro que pedía dinero en su silla de ruedas, a la entrada de uno de los supermercados caros de la ciudad, una noche de enero verdaderamente miserable. Le eché un dólar en el vaso de plástico y le pregunté que cómo aguantaba ese frío. You know, dijo, como para convencerme de que aquellas limosnas no eran para gastar en drogas ni en alcohol. Los negros cuarentones que venden periódicos en las avenidas de mi barrio, también han de estar vacilando con sus familias. Bajo el frío, a veces bajo los vientos huracanados que soplan, bajo la nieve incluso, venden periódicos y hasta se atreven a decirse chistes unos a otros, cuando la luz verde los empuja a las aceras. Parecen orgullosos de ganarse la vida honradamente aun en esas condiciones.

En alguna parte del país estará feliz la joven periodista rubia que entrevistaba al negro con su hijo en brazos, en las horas posteriores del paso de Kathrina. El hombre le contó cómo había se había ahogado su mujer y uno de sus hijos, mientras él hacía lo posible por salvarlos. La periodista, con el agua por la rodillas se echó a llorar, al oír que tampoco tenían adonde ir. 

Por ahí han de andar, jubilosos también, esos judíos de edad tan diversa como sus físicos, que vi un fin de semana gélido repartiendo octavillas en apoyo a los palestinos, con las fechas y los horarios de eventos de recaudación o de conferencias que abran tantas entendederas tupidas. You’re doing a great job, se me ocurrió decirles recogiendo la información. La mujer me lo agradeció rápidamente, porque había demasiados paseantes y compradores a las puertas de las fabulosas tiendas de la Avenida Michigan, a quienes mostrar que el mundo es ancho (aunque no debía ser ajeno), que conocerlo e interactuar con él puede ser tan interesante como ganar dinero para salir a gastarlo. Y seguro que han de estar contentos esos árabes que se manifestaban en contra de Bush, y llevaban un gran cartel explicando que Moisés y Jesús eran reconocidos como profetas en la misma línea de Mahoma, que era el último de los grandes. Trataban de abrir brecha en la ignorancia,  que es el fundamento del temor a lo diferente.

Y el Reverendo Wright debe estar sonriendo por el sur de la ciudad. Quizás esté dando uno de sus discursos radicales. En el verano lo vi por CNN (sí, la paradoja existe), en un evento celebrado en Detroit. Fue uno de los discursos más emotivos que he escuchado (y los cubanos hemos oído bastantes). Descubrí a un hombre brillante, demasiado apasionado como para ser cool, doctor en teología, vi a alguien que había logrado casar al intelecto con el corazón. Una especie de boda muy peligrosa, peor que la amenaza gay. La razón armonizada por la emoción, produce probablemente la visión más genuina de la realidad que un ser humano pueda tener. Jeremiah Wright ha adquirido esa visión y no puede callársela. Ninguno que la haya alcanzado se la calla, aunque no lo entiendan.

Por ahí ha de andar el Dr. Wright, evitando que la cacofonía tupa las entendederas humanas, mientras critica las fallas de las religiones organizadas a la vez que hace un llamado para la unión de todas. La diferencia no es deficiencia, enfatizaba en el discurso transmitido por la CNN, y a continuación hablaba en hebreo, en árabe y retomaba las citas cristianas en inglés. Recordaba lo que su organización había hecho por los enfermos de Sida, por los pobres y los jóvenes. Y repetía con el cuerpo completo: La diferencia es diferencia, no deficiencia.

En una sociedad tan ensimismada con la imagen en general y sobre todo con la de sí misma, no es muy digerible una figura que haga cuestionamientos de fondo. Y menos, si esa figura es un intelectual y de matiz poco claro (como esos radicalismos que no se puede callar). No es cool y apenas comprensible ese feroz convencimiento de que la unidad humana es posible y hasta imprescindible en estos tiempos, ¿para qué ese énfasis y esa rabia aparente con que grita que diferencia no es lo mismo que deficiencia. Sé que Jeremiah Wright se siente feliz esta noche, aunque asegure que él es sólo un pastor y no hace política.

En los barrios hispanos de la ciudad seguro que muchos celebran también. Quizás no con la misma fe con la que creen ver a la Virgen entre las manchas borrosas de cualquier pared al descubierto, en la nieve o a través de los entresijos de la miseria de la que han huido y a la que muchos se han tenido que volver a enfrentar. Pero celebran.

Para mí, la equivalencia de esas apariciones intermitentes de la Virgen en los  barrios hispanos de la ciudad, es otra imagen que descubrí desde la cálida comodidad de mi cocina, preparándome un café, hace unos tres años. Era temprano y el aire frío que soplaba del lago, apenas a unos centenares de metros, no había evitado que se pararan varias personas en la intersección de las dos transitadas avenidas donde vivo. Desde mi cocina, en un séptimo piso, no podía entender qué hacían unos cinco locos a esa hora congelada parados afuera. Miré con curiosidad, sin todavía creérmelo, y vi que enarbolaban un cartel. Me esforcé más y pude descifrar lo que habían escrito. Eran sólo cinco o seis los integrantes de la visión milagrosa, pioneros de las protestas que se organizarían después en contra de una guerra no sólo tan cruel como cualquier otra, sino además más descarada. Juraría que estos aparecidos de más utilidad que la Virgen, anduvieron anoche por el parque con sus pancartas, convencidos al menos de que la ocupación de Iraq va a terminar.

Allí estábamos, bailando y compartiendo, negros, blancos, latinoamericanos, gays, asiáticos, la mayoría jóvenes. Y estaba Juan, el argentino que perdió su hijo adolescente en la guerra, muerte que todavía está luchando por aclarar. Mira esa multitud, dijo un presentador de la CNN, qué distinta a la de McCain, tan monocromática (creo que esto se le fue, como se dice en Cuba).

Chicago celebra con razón las posibilidades de cambios, aunque no sean muchos. Después de todo, no podemos esperar que el mundo cambie si primero no lo hacemos nosotros. El mundo es el reflejo de lo que somos. Entonces, celebrar el triunfo de la diferencia es incitar al cambio, de la profundidad que sea. Y quién sabe. 
 


* Ernesto González, escritor cubano residente en Chicago, ha trabajado para Riverside Publishing, publica en revistas locales y ha enseñado español en la East-West University y en la escuela Cultural Exchange. Sus novelas Habana Soterrada, Memorias de una Bodega Habanera, Descargue Cuando Acabe y Bajo las Olas las ha publicado en BookSurge y están disponibles en amazon.com y lulu.com. En la actualidad trabaja como traductor en el periódico en español Hoy, del Chicago Tribune.

Mundo
Hombres serbios sostienen un cartel con fotografías de las víctimas de la campaña aérea de la OTAN de 1999 contra Serbia y Montenegro en la ciudad de Nis, el 24 de marzo de 2019 (Foto: AFP)...
Jorge Elbaum - Tomado de Rebelión - Fuente original: CLAE.- La propaganda bélica es tanto más eficiente cuando existe una carencia relativa de pensamiento crítico y logra instalarse una explicación única, des...
Cubavisión Internacional.- Hoy en Mundo 20/20: Impacto de la guerra de Ucrania en precios de hidrocarburos Pandemia y geopolítica energética EE.UU. y la prohibición del petróleo ruso Consecuencias del boicot a Rusia...
Lo último
La Columna
Aplicado alumno
Gerardo Moyá Noguera*.- Dice Última Hora diario que más de 100 personas han sido ejecutadas en lo que va de año 2024, en el reino de Arabia Saudí. ¿Y si se tratara de Cuba? En Cuba, país dónde e...
La Revista