Nos preguntamos: escribir, dónde, para qué, para quienes? Retiran estatuas de Franco y algunas, no todas, de quienes le acompañaron en su organización criminal, pero muchos de aquellos que hoy aparecen hablando, escribiendo, siendo entrevistados en los medios de comunicación, no son sino sus descendientes, trajeados y adaptados a las nuevas circunstancias sociales e históricas. Pueden sentirse satisfechos quienes protagonizaron las leyes de la traición de la transición. Muertos o vivos consiguieren que el franquismo no desapareciera nunca. Hoy las hienas se ríen, aullan los lobos, y balan débiles y patéticos los corderos. Y los mendigos se lamentan de que seanj tan "malos" quienes roban miles de millones de euros un día sí y otro también, o se sientan en los lugares que santifican las tablas de la ley, de la Iglesia, del llamado Derecho. Y mientras, huecos, vacuos, necios, todos hablan de Democracia.
La democracia que pretenden imponer como ejemplo para los pueblos sometidos y expoliados de América Latina, de África, de otros lugares del mundo: la democracia occidental. ¿Cómo no van a pedir que desaparezcan para siempre los castristas, bolivarianos, evomorelianos si no aceptan entrar en su ciénaga, en la que llos chapotean como amos?