Gloria Analco – Libertas / Cubainformación.- Obama, dispuesto a usar la bomba atómica.


Barack Obama -Premio Nobel de la Paz, el cual se otorga “a la persona que haya trabajado más o mejor a favor de la fraternidad entre las naciones”- consiguió evitar, muy hábilmente, sorprender al mundo y ponerlo en su contra por avalar una política militar estadounidense que deja abierta la posibilidad del uso de la bomba atómica para dirimir su conflicto con Irán.

A George W. Bush le fue muy mal con Irak por no haber convocado una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, previa a la invasión en ese país, para ganar el consenso de la comunidad internacional, cosa que sí se le ocurrió a Barack Obama.

El presidente estadounidense manejó dos mensajes distintos casi al unísono: uno contenido en el informe denominado Revisión de la Posición Nuclear (Nuclear Posture Review), que cada presidente tiene que emitir por mandato del Congreso estadounidense, y otro, el suyo propio, durante la Cumbre de Seguridad Nuclear a la que convocó a 47 líderes políticos, pero a la que no asistió el mandatario israelí.

Obama se comportó como el perfecto anfitrión, y, al igual que Bush cuando presentó en 2002 su propio informe, dijo que su deseo era reducir drásticamente el armamento nuclear hasta hacerlo desaparecer, lo que concitó la aprobación de su “exigente” auditorio.

Sin embargo, hay que decir que la administración Obama ha tomado casi al pie de la letra el informe presentado por Bush en materia nuclear, el cual significó un drástico giro en la política militar de Estados Unidos, que por primera vez contempló el uso de armas nucleares para atacar países tales como Irak, Irán, Corea del Norte, Siria, Libia, y hasta China y Rusia.

Ese informe fue objeto de una fuerte controversia a lo interno de Estados Unidos, luego de que The New York Times publicó detalles de un apartado secreto del documento, relativo al uso de la energía atómica, que ya no contemplaba sólo el carácter defensivo.

Al establecer los requisitos para efectuar un ataque nuclear, el informe señalaba que Corea del Norte, Irak, Irán, Siria y Libia eran países “que podrían estar involucrados en contingencias inmediatas, potenciales e inesperadas”.

Consideraba que el Pentágono debía estar preparado para utilizar armas nucleares en el conflicto árabe-israelí, en la guerra entre China y Taiwán, en un ataque de Corea del Norte a Corea del Sur, y en uno de Irak hacia Israel u otro país vecino.

También señalaba a China como un adversario potencial, y si bien Rusia poseía la fuerza nuclear más temible, si sus relaciones con ese país empeoraban, entonces Estados Unidos “tendría que revisar sus niveles de fuerza nuclear y su postura”.

En la “nueva” estrategia dada a conocer por el gobierno de Obama, también plantea el uso de armas atómicas en “circunstancias extremas”, y en el caso de países que no respeten el Tratado de No Proliferación (TNP) prevé “una estrecha gama de circunstancias en las que las armas nucleares pueden jugar un papel”.

Concretamente, cita a Irán y Corea del Norte, cuyo “comportamiento provocador ha aumentado la inestabilidad en sus regiones y podría generar presiones en los países vecinos para plantearse ellos mismos obtener armas nucleares”.

Al dar a conocer el informe, el secretario de Defensa, Robert Gates, dijo que Estados Unidos se comprometía a no usar armas nucleares contra países que cumplan el TNP, pero que esa garantía no incluía a los regímenes iraní y norcoreano, “que han violado sus compromisos bajo ese tratado”.

Obama creó el ambiente propicio en la Cumbre de Seguridad Nuclear para que ese demoledor informe pasara desapercibido y no fuera motivo de polémica y censura, como sucedió con el de Bush.

En la cumbre, Obama estuvo más dedicado en tratar de convencer a China y Rusia sobre la necesidad de aplicar un paquete de sanciones a Irán, su verdadero objetivo.

En un comunicado, tras la publicación del informe, Obama no hace ninguna mención sobre el uso nuclear en ciertos casos, pero sí hace hincapié en los ejes fundamentales en que se apoya su política militar, planeados ad hoc para aislar a Irán de la comunidad internacional.

Obama aseguró que la mayor amenaza “ya no es un intercambio nuclear entre países, sino el terrorismo nuclear y la proliferación a un número cada vez mayor de Estados”, logrando involucrar en esos temas a los líderes políticos.

El golpe de efecto que logró Obama distrayendo la atención de los mandatarios presentes, los cuales se sintieron halagados por haber sido invitados a tan importante cónclave, le permitió alejarse de la censura por el contrasentido de amenazar con utilizar armas nucleares a un Estado al cual acusa de desarrollar armamento nuclear en un ambiente aparentemente creado para reducir la amenaza nuclear.

Los invitados ni siquiera se percataron de ello; tampoco lo registró la prensa occidental que no destacó que Estados Unidos se dispone a usar la bomba atómica.

Obama logró lo más importante: montar un escenario propicio para ocultar sus verdaderas intenciones: controlar a Irán por ser la llave estratégica para el dominio y control militar de la región del Golfo Pérsico y del llamado “Triángulo petrolero”, el cual concentra más del 70 por ciento de las reservas energéticas mundiales. ¿Acaso Estados Unidos compartirá el petróleo con sus numerosos aliados si llega a tener éxito?

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