La militarización y la ocupación ilegal de los pueblos, entre las preocupaciones del movimiento juvenil mundial

Jorge L. Rodríguez González - Juventud Rebelde.- Desde su primer Festival, realizado sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, el movimiento juvenil progresista del mundo ha tenido entre sus principales preocupaciones la denuncia contra la militarización y las políticas belicistas. Marcados por la brutalidad del fascismo, los jóvenes reunidos entonces en Praga, sentaron en el banquillo de los acusados a los responsables de la muerte de millones de personas.


Mucho ha llovido hasta el día de hoy, 63 años después de la cita checa; y muchas guerras también se han sucedido: Vietnam, Corea, Afganistán, Iraq, la ocupación de Palestina y el Golán sirio por Israel, escudado en el respaldo de EE.UU., y la colonización del Sahara Occidental por Marruecos, también apoyado por intereses imperialistas de Washington y Europa. En cada encuentro de los jóvenes ha estado la solidaridad con esos pueblos y la acusación a las grandes potencias como las principales protagonistas de tanto caos.

El XVII Festival Mundial, del 13 al 21 de diciembre en Sudáfrica, no será la excepción de esa tradición de lucha y resistencia al imperialismo. La cita se revela como trascendental cuando hay muchas causas y reivindicaciones pendientes, y crece la militarización de las fuerzas imperialistas con la creación de más bases militares, y la guerra se convierte en el escenario de competencia por el control de los mercados y los recursos naturales de los países pobres del Sur.

Las grandes potencias fomentan aún más las estructuras que le garantizan la hegemonía mundial a punta de cañón, como la Alianza del Tratado Atlántico Norte (OTAN), y los comandos militares de EE.UU., a los cuales no escapa ni un pedacito de tierra de este mundo.

La realización de este Festival en África es la forma que ha encontrado el movimiento juvenil internacional de solidarizarse con una región que aún sigue luchando por acabar con los vestigios de la colonización, contra el saqueo de las grandes transnacionales y las nuevas formas de control, vestidas de diplomacia y tratados comerciales, que emprenden EE.UU., y las ex metrópolis europeas para no soltar la prenda de la cual vivieron durante siglos.

La lucha de los movimientos progresistas africanos por la nacionalización de los recursos naturales se encuentra cada vez más amenazada por la sangría financiera y el desfalco con corbata que emprenden el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, verdaderos instrumentos de control del Norte; así como por los planes belicistas disfrazados de humanitarismo.

El comando Militar de EE.UU. para África (AFRICOM), potente estructura imperialista que busca combinar el poder suave (la falsa diplomacia) con el poder duro (el de las armas), es uno de los desafíos actuales más urgentes del continente. El XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes deberá levantarse como una plataforma para develar la verdadera esencia de este proyecto de Washington: el control del petróleo africano y la injerencia extranjera.

La denuncia deberá ser más eficaz en momentos en que EE.UU. busca reorganizar las conexiones y rutas entre sus bases militares distribuidas en todo el mundo y los escenarios que considera de importancia estratégica, de manera que ya no necesita establecerse en África permanentemente, pues su nueva red le garantizará llegar a ese continente desde diversos puntos de la geografía europea, y hasta desde la sudamericana.

Por tanto, aunque el nuevo comando carece de su cuartel general en África, no quiere decir que no esté cumpliendo sus funciones y objetivos allí. La militarización es sigilosa, pero tan peligrosa como la que se hace tras bambalinas.

África es además un continente muy rico en conflictos, a los que apuestan mucho Estados Unidos, Israel y sus cómplices europeos para sacar ganancias y expoliar las riquezas naturales de esos países.

Pero África no es el único continente en el que aumentan las amenazas militares. América Latina lo ha vivido más de cerca con las provocaciones del imperialismo contra todo gobierno progresista, como los de Venezuela, Honduras, Bolivia o la propia Cuba. También saben de ello las perseguidas fuerzas progresistas y antiimperialistas en Europa Oriental, donde afloran los intentos maquiavélicos de relacionar al comunismo con el nazismo.

Otra de las preocupaciones que ocupará los debates políticos del XVII Festival es la amenaza de una guerra nuclear, ahora más latente, aunque la demanda para que las potencias atómicas eliminen sus reservas de este tipo de armamento, ha estado presente también en otras ediciones.

El imperialismo se muestra también con otras caras, como la que exhibe la política de obligar a los países a plegarse a los intereses del Norte si no quieren ser castigados con sanciones económicas. Desnudarlo en todas sus facetas es otra tarea de los jóvenes que se reunirán en Pretoria.

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