Lorenzo Gonzalo* / Foto Virgilio PONCE - Cubainformación/Hermes/Martianos -Las izquierdas se renuevan. Esta frase no es una aseveración de última hora. El comentario a estas alturas de los acontecimientos es viejo y la experiencia podemos constatarla a diario en los debates que presenciamos en los más recónditos lugares del planeta.
En Cuba, donde los límites al pensamiento impuestos por los órganos oficiales, se parecen más a la línea editorial de los rotativos privados, que al de una prensa supuesta a representar amplias capas sociales, también se observan cambios significativos. La prensa de un país que ha abrazado la participación ciudadana, como motor impulsor del desarrollo, supone dar cabida a los lineamientos que vayan más allá del oficialismo. Cuba enfrentó grandes desafíos para poder subsistir, pero ante los cambios políticos que tienen lugar en Latinoamérica y el fortalecimiento económico de China, se encuentra en mejor posición para permitir el surgimiento y la práctica, de una democracia que nunca ha dejado de enunciar y de libertades que nunca ha condenado. En un mundo, rodeado de poderes absolutos que controlan la información internacional, es natural que dicha práctica requiera de ciertas limitantes. El libre ejercicio del decir y el contenido del enfoque, terminan donde comienza la manipulación de esos monstruos desinformativos. Pero el Estado cubano y la sociedad cubana, han superado en cierta medida, esas limitantes autoimpuestas por la desconfianza de vivir ante un agresor como Estados Unidos. Quizás en Cuba es donde más se vislumbra esa renovación internacional de la izquierda.
Latinoamérica materializa las inquietudes ciudadanas de sus países que, en la realidad, no responden a izquierdas o derechas, sino a sus legítimos requerimientos de vida y crecimiento. Confundir esto con la necesidad de ideologizar los caminos es delicado y conduciría a los mismos desastres que ya hemos experimentado. En ese sentido Venezuela parece optar a veces por el camino de la ideología y la confrontación innecesaria y quizás en el fondo de sus problemáticas este presente el ejercicio de criterios semejantes. No es casualidad que todos los cañones se enfoquen a esa región de la Gran Colombia, mientras Ecuador, Bolivia e incluso Nicaragua, navegan por aguas más tranquilas, concentrándose en los asuntos nacionales que requieren de soluciones urgentes. Pero hay que ser cuidadosos a la hora de los comentarios porque en la realidad no estamos en los zapatos de Hugo Chávez y entonces a lo mejor, otro gallo cantaría.
La desaparición de la URSS no demostró el error de las ideas socialistas, sino la existencia de métodos erróneos en la solución de problemas que aún subsisten y que fueron denunciados por los grandes teóricos del Siglo XX: la injusta distribución de los ingresos. Ese fenómeno hoy se conoce como la asimetría en la distribución de la riqueza, sobre la cual hablaremos más adelante y cuyos culpables no son el mercado, el precio, la oferta o la demanda.
En Latinoamérica y el Caribe, en este caso representado por Cuba, el fenómeno se aproxima cada vez más a esas realidades que la inexperiencia no nos permitió precisar con nitidez en el pasado.
La economía es una sola y su desarrollo estable y sostenido depende de la acción humana, como el fenómeno de la producción energética depende de nuestro control, dirección y administración y no de pretender inventar una física donde existe solamente una, con la cual debemos lidiar y dominar si pretendemos obtener los mejores resultados.
Las mayorías en Latinoamérica, empujadas por sus requerimientos y aun muchas de sus minorías, entienden la necesidad de avanzar con estabilidad y sostenidamente. De aquí han surgido nuevos gobiernos que se plantean la continuidad del cambio y no el ajuste del sistema. Para que el sistema avance y cambie, existe la necesidad de reformarlo y no de endurecerlo. Haciendo esto último se favorecen los vicios surgidos del egoísmo concomitante de una naturaleza desarrollada a través de centurias luchando por la supervivencia. La perpetuación de esos vicios es lo que pretenden los mal llamados reformistas, quienes en realidad elaboran procedimientos para ajustar sus mecanismos, pero no se aventuran en introducir reformas que eventualmente saben, conducirán a un cambio total del presente.
Este es el camino que se vislumbra en la práctica y es la brújula que señala los rumbos a esa izquierda recuperada y en proceso de renovación. Los instrumentos sociológicos de análisis se ajustan, al tiempo que se emplea la cautela cuando viejas consignas, extrapoladas de bases teóricas surgidas al calor de determinadas circunstancias, se interponen a la racionalidad.
Cuba parece estar dando pasos en ese sentido. La Isla tiene ventajas de las cuales otros carecen. Lo más importante es que no tiene que enfrentarse a intereses individuales económicos y está en condiciones de formar ejecutivos de empresas y propietarios de determinadas actividades, vinculados a la problemática social del país, mientras la legislación y la planificación se encargarían de poner límites que eviten las aberraciones ya conocidas.
Uno de los aspectos centrales del análisis que hemos estado haciendo, referente a la renovación de la izquierda es que el Congreso PCC, dejó en claro que la planificación será esencial, pero sin perder de vista el comportamiento del mercado.
En el proceso de renovación de la izquierda y en la consecución de una democracia con participación y mínimo de asimetría económica, Cuba en particular y Latinoamérica y el Caribe en general, jugarán un papel decisivo y fundamental. Tanto para el pensamiento como a la práctica.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami (www.radio-miami.com)
