Resulta cada día más difícil, increíble casi, que ese país con tanta riqueza, tenga en su suelo millones de personas que no tienen donde vivir, que tienen que hacer azarosos esfuerzo para que, con sus familias, los alberguen donde pasar la noche. También puede verse una gigantesca cola de mendigos para recibir un plato de comida.
Y todo esto ocurre en el país que gasta diariamente millones y millones de dólares para, a nombre de la Democracia, destruir ahora un país como Libia y masacrar a su población, como antes hizo con otros.
El país que a nombre de la Paz, sufraga los costos millonarios de los vuelos de los aviones de propulsión que hasta ahora simplemente han bombardeados objetivos civiles, escuelas, hospitales, toda la infraestructura civil especialmente la sanitaria, que había ido alcanzando el pueblo de Libia bajo la presidencia de Al Gadafi.
Todo este pandemonio me ha recordado un discurso de Martin Luther King del 28 de agosto de 1963, que he guardado muy especialmente: "Yo tengo un sueño", que entre otras muchas cosas importantísimas decía:
"Yo tengo un sueño que un día incluso el estado del Mississippi, un Estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión será transformado en un oasis de libertad y justicia."
"Yo tengo un sueño que mis cuatros hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgado por el color de su piel sino por el contenido de su carácter."
"Esta es nuestra esperanza, esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza."
"Y cuando esto ocurra, cuando dejamos resonar la libertad, cuando la dejamos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡Por fin somos libres!"
Estas cuestiones he querido reordenarlas especialmente para aquellos que posiblemente ni siguiera recuerden a este hombre que tan profundos sentimientos de amor e igualdad tenía hacia su pueblo, hacia su país.
Sin embargo, ese país, ahora gobernado por un joven negro, como lo soñaron Martin Luther King y Malcom X, ha continuado la carrera de destrucción, odio y muerte de sus antecesores, gastando millones y millones de dólares en masacrar al pueblo libio, en destruir a ese país con odio feroz, mientras mantiene a su propio pueblo sumido en una profunda crisis financiera que parece no tener fin y arrastrando al resto del mundo, en la actual carrera de violencia y destrucción, sin detenerse ante nada, ni siquiera ante la posible destrucción de la raza humana y del planeta.
*Orlando Fundora López, Presidente de Honor Consejo Mundial por la Paz