Los que cantaron victoria ante el desplome del intento de socialismo europeo hace más de veinte años atrás, los que acuñaron el término fracaso para la aspiración de justicia en el planeta asisten ahora al reverdecimiento de las viejas ansias libertarias, a la negativa a aguantar como bestias las cargas de un sistema completamente irracional y antihumano que impide el bienstar posible en el planeta para todos los terrícolas.
Al fin los estadounidenses salen a la calle para protestar el colmo del atropello. Mientras millones pierden casa y trabajo los millonarios pagan menos impuestos, mientras se emplean sumas escandalosas en la guerra no exiten garantías de educación y salud.
Muchos hombres y mujeres murieron a lo largo de la historia en el afán de conseguir un mundo mejor para todos. No siempre fueron comprendidos, apoyados, reconocidos. No siempre pudieron librarse de errores aunque contaban con el acierto del propósito. Muchos trataron de desacreditarlos, de negarlos y los frívolos, cuando menos, calificaron de inútil su sacrificio. Desgraciadamente exiten terrícolas que son peores que las bestias en su insania y egoísmo. Pero cada vez que habitantes de este planeta se rebelan contra la opresión, esos hombres y mujeres que dejaron la vida en el empeño justiciero reviven, retoman la estatura de heraldos de otros tiempos diferentes para la especie, ratifican su condición de vencedores de la muerte y dan crédito a la confianza martiana en la utilidad de la virtud y el mejoramiento humano.
Por eso este octubre del 2011, cuando los cubanos estamos obligados por la honra a rendir homenaje a la memoria de tantos sucesos aciagos en nuestros avatares revolucionarios, asesinatos de educadores, atentados a aviones, crisis de misiles, desaparición de Ernesto y Camilo, siento al Che con su adarga al brazo andando las calles de Nueva York, Madrid, Atenas, Santiago de Chile, al Che y a ese ejército enorme de combatientes por la emancipación humana que en cada nueva manifestación de inconformidad social ante la injustica coronan su victoria.