Javier Couso - La pupila insomne.- Con este texto del prestigioso activista social Javier Couso cerramos el ciclo de opiniones que, bajo el nombre “La España que viene”, hemos estado publicando en La pupila insomne sobre la situación en ese país a partir del resultado electoral del pasado 20 de noviembre.


Poca diferencia veo en el ámbito político español tras la victoria del Partido Popular. A pesar del exitoso esfuerzo de los propagandistas del régimen bipartidista en marcar grandes diferencias entre los dos partidos hegemónicos, la realidad es que son las dos patas de un mismo sistema. Quizás la lectura de la extraordinaria debacle del PSOE y la mínima subida del PP sea el crecimiento de la percepción de que nos encontramos ante un mismo partido que proyecta dos sombras.

Es cierto que el estilo es diferente, que sus raíces son distintas. Pero quitando cuestiones accesorias, los temas vitales y relativos a la soberanía, son tratados exactamente igual por los dos. Este país entregó su independencia cuando aceptó entrar en una Europa neoliberal que funciona al dictado de los poderes financieros. Una construcción europea que no reside en la federación de naciones soberanas, sino en la cesión de todos los puntales sobre los que se basa la construcción de un país libre de injerencias foráneas.

Las primeras medidas de este nuevo gobierno van en esa dirección y si comparamos anteriores gobiernos, tanto del PP como del PSOE, podríamos intercambiar los ministros de economía y no alteraríamos el resultado del producto: neoliberalismo económico.

Es cierto que este Gobierno no representa el ala del partido liderado por Aznar y que tiene su expresión más clara en la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. La facción vencedora y hoy en el Gobierno, es la que algunos denominan la «democracia cristiana» del PP, con una forma de hacer menos agresiva en el estilo personal, que el aznariano «Tea Party» español.

Pero como he dicho antes, las cuestiones estratégicas no variarán gobierne quien gobierne. La carta enviada por Merkel y el Banco Central Europeo a Zapatero y Berlusconi es la escenificación de quien manda en Europa y que intereses defiende.

El futuro es agridulce. Habrá un empobrecimiento general de la población, un ataque salvaje a la concepción del Estado Social como proveedor de servicios públicos universales y gratuitos, un recorte de derechos laborales como principio de un nuevo feudalismo y un bombardeo mediático para asumir e interiorizar la supuesta necesidad de esta agresión.

Por otro lado, ya sabemos que hay contestación social. El 15-M mostró a cientos de miles de personas que no se resignan. Pero esta contestación no está articulada ni tiene claro qué hacer para cambiar las cosas, lo que sumado a unos grandes sindicatos burocratizados y dirigidos por cúpulas blindadas que juegan y participan del reparto de poder, me hace pensar en un futuro próximo donde no se pondrán sobre la mesa proyectos que puedan revertir la hegemonía o por lo menos recuperar espacios de soberanía nacional y ciudadana.

En resumen, tiempos duros con contestación social. Tenemos el deber de construir alternativa.

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