A pesar de esto, como la victoria la alcanzó Putin y evidentemente no es del agrado de los EE.UU. ni de sus aliados, las declaraciones de dudas eran de esperar. En este sentido, Tiny Koks, jefe de la misión de observadores de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, aseguró que las elecciones presidenciales en Rusia se correspondieron con los estándares internacionales, pero “de todos modos hubo irregularidades porque no existió una competencia real”.
Ante tanto sarcasmo, ¿permitirán los norteamericanos cientos de observadores internacionales a sus próximas elecciones.
Todo el mundo conoce las manipulaciones que se hacen en el proceso electoral yanqui, que van desde la aceptación de dinero de empresarios que venden favores, otros con serios problemas de corrupción, fraudes de personas que se les impide votar, hasta cambios en las boletas para confundir a los votantes, tal y como ocurrió durante la reelección del presidentes George W, Bush en la Florida.
Sin embargo nunca se les ha imputado a los norteamericanos por esto, ni sus aliados europeos cuestionan la legalidad de sus comicios.
En el proceso electoral del próximo noviembre, sería muy provechoso para el pueblo norteamericano que cientos de observadores internacionales imparciales pudieran comprobar la limpieza y transparencia de los mismos, con el propósito de determinar la ausencia de fraudes y violaciones. Seguramente pudiéramos conocer cuántos problemas tienen los que le dan lecciones al resto del mundo de transparencia y legalidad.