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 Irak ha sido destruido y saqueado, tanto en recursos naturales como en museos, escuelas y viviendas; la población no cuenta con agua ni servicios básicos y el conflicto dejó más de 5 millones de desplazados. La guerra se ha convertido en un negocio de empresas privadas, sobre todo en torno a fuentes energéticas y tareas de reconstrucción, según Belén Rojas, investigadora del INISUR.

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