Ane Izarra - La Haine.- Una vez más se acerca el día donde hacemos del color violeta nuestro estandarte y símbolo reivindicativo contra la violencia de género.


Esta lacra nos invade, y la encontramos en muchos de los ámbitos de la sociedad. Se nos presenta de diversas maneras, mediante malos tratos, asesinatos en el hogar, violaciones, acoso sexual, y la violencia en general hacia las mujeres incluida la tortura y abusos sufridos por represaliadas políticas vascas.

Como en anteriores ocasiones, llenaremos las calles elevando nuestra voz y nuestro grito para exigir el cese de este problema social tan generalizado entre la población. Sobrevivimos en una sociedad donde se nos impone un vil sistema cómplice de casi todas las atrocidades cometidas en su mayoría, contra el sexo femenino. Un sistema que se nos presenta acompañado de un capitalismo cada día más duro y sangrante, que en ningún campo de nuestra vida nos deja vivir dignamente y nos va despojando lentamente de nuestros derechos más esenciales. Como siempre o casi siempre ocurre, lo malo nunca viene solo y en este caso viene entrelazando sus garras asesinas con el tan odiado patriarcado que nos imponen. No creo demasiado en campañas de conciencia que nos llegan con fecha de caducidad, de uno o varios días que se olvidan al volvernos a sumergir de nuevo en la rutina. Yo soy más exigente. Nada de poner tiritas ni parches, debemos romper el corazón del sistema que nos esclaviza y aviva conductas machistas. Comenzar desde abajo, desde las miserias y cenizas, construyendo una base sólida, con buenos pilares que soporten de forma consistente un nuevo sistema más justo y solidario donde todas las personas independientemente de su sexo puedan vivir libres, con los derechos básicos garantizados. Educando en valores de solidaridad, en igualdad, de respeto y con mucha empatía. Donde todas tengamos cabida en una sociedad nueva más tolerante que la que en la actualidad nos han diseñado a su justa medida y beneficio.

Por muy diferentes que seamos en la diversidad también encontramos la riqueza de la pluralidad, cada persona en su mundo, en un amplio universo de elecciones personales desde homosexuales, heteros, lesbianas, transexuales, blancas y negras tenemos cabida en una sociedad plural donde seamos libres para dejar se ser mártires. Desde Noviembre del año 2011 la Fiscalía General del Estado incluyó a las mujeres transexuales en la ley de violencia de género, otorgándoles el supuesto mismo trato que a todas las mujeres. ¿A qué esperaban?. La primera obligación de todo ser humano es ser feliz.

Siempre afirmo y me reafirmo diciendo que nacemos libres, que el ser mujer no es sinónimo de posesión o mercancía de nada, ni de nadie. Que tenemos vida propia y libertad para movernos por cualquier mundo del universo de la vida, que no queremos cadenas ni físicas, ni mentales que nos opriman el cuerpo, ni nuestros sueños y ansias de libertad. Y si hay alguien que se le atragante nuestra sonrisa que se de media vuelta y nos deje en paz, tal cual somos. Porque nos roban la vida y no queremos que el color rojo de nuestra sangre derramada por el patriarcado asesino sea un incesante fluir. No queremos morir ni degolladas, ni a golpes de martillo, ni apuñaladas, ni quemadas, ni arrojadas al vacio, ni rociadas con ácido, ni…ni….Un poco de nuestra piel de mujer se va marchitando en cada una de las mujeres asesinadas. Que nos amen sin golpes y si no nos aman; que nos dejen vivir.

A veces el machismo ataca tan fuerte que nos deja sin sentido, como cuando de pronto a bocajarro y sin anestesia previa nos golpean allí donde más nos duele, en nuestra dignidad, sintiendo una agitación interior de rabia e impotencia como el hecho de tener que oír a un cargo público del pp, todo un presidente del Consejo General de la Ciudadanía “Las leyes son como las mujeres, están hechas para violarlas”. Yo me pregunto si no se acordó aunque sea por una décima de segundo de quien le trajo al mundo tras semejante frase. A todas estas formas de violencia de género debemos plantarles cara. No podemos girar la mirada hacia otro lado con el fin de esquivarlas. Hay que reconocerla y denunciarla, con nombres y apellidos si así lo requiere; porque si no la atajamos y la denunciamos nos convertimos en sus cómplices. Deseamos construir un mundo más habitable exentos de cánones machistas. Tenemos que forzar entre todxs un cambio político y social con el compromiso personal de ser sujetos activos y revolucionarios de dicho proceso. Debemos encender la mecha de la conciencia social que tan adormecida se encuentra hoy en día para que las condenas no caigan en sacos rotos. Arrojemos todas las conductas machistas al contenedor del reciclaje para crear nuevos espacios de libertad y de igualdad.

Arriba lxs que luchan !! Arriba mujeres del mundo. Nuestra lucha es internacionalista. No debemos olvidarnos de las mujeres en países que sufren la guerra. Donde no valen nada. Son botín de guerra, violadas, matadas, torturadas, abusadas y lo peor todo, olvidadas. El próximo domingo tenemos una cita con todas y cada una de nosotras independientemente de la parte del mundo donde nos ha tocado nacer. Nosotras aquí, desde Euskal Herria, escaparemos de la rutina para reivindicar alto y claro que no queremos más feminicidios ni ningún otro tipo de violencia por ser mujer, porque ninguna conquista viene sola y la resistencia continúa.

 

“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”

Emily Dickinson

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